Cómo no morir de éxito en la Sierra de Cádiz

turismo

El interior de la provincia se afianza como destino mientras los agentes implicados piden que se diversifique una oferta que busca salir de la estacionalidad

Un tramo del camino del Majaceite, entre Benamahoma y El Bosque.
Un tramo del camino del Majaceite, entre Benamahoma y El Bosque. / Ramón Aguilar

Mata a alguien y vete a Olvera. Así de lejos estaba hace no tanto, una generación, el interior de la provincia. Olvera ha sido declarada este año Capital del Turismo Rural , reconocimiento que añade al de cementerio más bonito del país, hace un par de años. Cómo ha cambiado el cuento, ¿no? Pues sí, mucho. Y con la ayuda del inimaginable escenario pandémico, aún más. Según datos del INE (que aún no incluye estancias en Airbnb y establecimientos no dados de alta), el número de pernoctaciones en alojamientos rurales de la provincia alcanzó su máximo de los últimos cuatro años en agosto de 2020. El primer verano de la pandemia se llegó a las 13.000 pernoctaciones durante ese mes. El verano de este año marcó también un pico importante, con 11.556 noches. En 2019, el número de pernoctaciones en el mismo mes llegaba a las 9.000. La magnífica idea de huir de las aglomeraciones cuando las aglomeraciones huían de sí mismas no se limitó al verano: para los anales quedarán las escenas de colas en la ruta de Majaceite el último puente de diciembre.

En un escenario en el que ya conocemos los males de la turistificación y el poner todos los huevos en una sola canasta, ¿es posible en la Sierra un desarrollo turístico sostenible, que afiance el territorio?

Carlos García, alcalde de Grazalema y presidente de la Mancomunidad de Municipios de la Sierra de Cádiz, habla de no "atomizar", de sacar el foco de los referentes habituales: "Hay senderos, por ejemplo, de alto valor medioambiental en zonas de Parque Natural que llaman la atención. Pero también los hay en zonas de campiña, u otro tipo de patrimonio o producto que enseñar". Desde la Mancomunidad de Municipios de la Sierra, de hecho, se están desarrollando este tipo de alternativas para actuar sobre puntos muy masificados, con focos de atracción en base a la recuperación de la zona del Guadalete o de la visibilización de espacios de la Vía Verde: "Pero si hay algo claro –desarrolla su portavoz–, es que cualquier estrategia ha de ser desde la unidad: es muy difícil realizar un plan conjunto de planes clave si cada uno actúa de espaldas al otro".

"Hay otro sendero magnífico, muy parecido al Majaceite que hasta me da miedo decirlo, en la parte alta del Guadalete, entre Zahara y Algodonales, que han hecho un camino que es una pasada –comenta, desde Discovery 8, Paco Sánchez–. A mí me da la sensación de que no hay mucha imaginación a la hora de publicitar las cosas y el turista va a la información que antes le salta. Ante esto, lo que hace la administración es prohibir más que regular o buscar alternativas".

Con sede social en Algodonales y más de veinte años de actividad, Discovery 8 es una de las primeras empresas de turismo de naturaleza y aventura que se desarrolló en la provincia. Recuerdan que cuando abrieron el albergue, a finales de los noventa, eran "alegales", pues no existía una figura semejante fuera de lo público. La iniciativa se nutre en gran medida, aseguran, de los viajeros que llegan a través del punto de atracción que es Ronda: conocen bien, por tanto, la dinámica en la provincia vecina, de la que dicen tenemos bastante que aprender. "Hay un sendero que recorre la provincia de Málaga y aquí, con el 33% de la provincia catalogada como Parque Natural, no terminamos de aprovechar por ejemplo la interconexión de la Vía Verde por los pueblos. O cosas como la 'vía ferrata', que pasas la línea de la provincia de Málaga y no lo encuentras, y es algo que aquí se podría hacer perfectamente –indica–. Mientras que en otras provincias se busca el consenso para trabajar en espacios naturales, aquí te topas con una normativa muy estricta, distinta a otras zonas, que nadie nos sabe explicar."

Los dos últimos veranos han sido de récord para los alojamientos rurales

"La sostenibilidad es un concepto muy recurrente por parte de todo el mundo y no todo el mundo se refiere a lo mismo –comenta, desde Genatur, José Contero–. En principio, el turismo de interior, de naturaleza, debe ser sostenible por definición, ya que las personas que se acercan a los espacios naturales a ver pinsapos, o aves, o a subir montañas o a hacer barranquismo, lo que buscan es la menor intervención posible". Precisamente, coincide, hacer realidad un proyecto como la Vía Verde "desde Jerez a Prado del Rey abriría la posibilidad a nuevas rutas de senderismo, ecuestres, ciclistas... aprovechando muchas construcciones".

Para el ecologista Juan Clavero, el turismo rural "ha salvado a los pueblos de la Sierra". Cuando llegó a director del Parque Natural de Grazalema, la zona vivía un "declive demográfico y económico, todos los municipios perdían población y estaban abocados a la desaparición". La pérdida del principal recurso de la comarca –además del olivar de montaña–, el carboneo, provocó la emigración en masa, "hasta el punto de que cuando llegaban de la Guardia Civil, los maestros o los funcionarios de Correos, había que construirles casas".

Con la llegada de extranjeros y la mejora de las comunicaciones, se empezaron a alquilar casas o habitaciones en un régimen que era, sobre todo, de economía sumergida. Cuando comenzaron a plantearse los primeros hoteles y albergues, se hizo rehabilitando fincas. "Sitios como Benamahoma o Villaluenga han conseguido centrar la oferta en el pueblo. A ello ha contribuido la posibilidad de tener que dar de alta una casa rural como fuente de ingresos, sin gran prejuicio".

Juan Clavero: "El turismo ha salvado a los pueblos de la Sierra"

"El panorama es muy distinto al que había hace quince o veinte –afirma al respecto Carlos García–, siendo la de las viviendas no registradas una problemática que se ha venido corrigiendo con el paso de los años. Los turistas buscan calidad, unos determinados cánones. Actualmente, hay unas 150 casas rurales registradas oficialmente, muchas más que hace unos lustros". Entre otras cosas, añade Clavero, porque "tienes que dar de alta las instalaciones y, sobre todo, publicitarte por internet. Si no, no existes. Además de que se van exigiendo unas condiciones mínimas de seguridad y estética. El alquiler de casas rurales se ha convertido en un fuente de recursos muy importante".

Y propicia, asegura, otro de los objetivos en las zonas de interior: "La casa hace que tengas otro tipo de negocios: un pueblo como Benamahona, con 400 habitantes, tiene siete bares, algo impensable si no fuera por el turismo –explica–. En casi todos los restaurantes de todos los pueblos de la Sierra se han quedado los hijos, y en las industrias (queso, vino, aceite) se ha quedado mucha gente joven de aquí. El turismo ha fomentando la economía local, porque del monocultivo no se puede vivir. Lo interesante es que el turismo ha tirado de una serie de sectores que han hecho posible que la actividad económica siga existiendo en el campo".

"En relación a mi pueblo, Grazalema, nosotros siempre insistimos en que no vivimos en una postal, sino en un sitio habitado, con su gente y sus problemas –desarrolla Carlos García–. Yo diría que, aquí, la turismofobia no existe. También es que hay que ser conscientes de qué estamos hablando cuando se habla de diversificación y no crear falsas expectativas sobre lo que se puede y no puede hacer en un sitio. Lo que hemos de procurar es ofrecer productos de calidad que permitan empleo y condiciones para que la gente se prepare y se forme en ese ámbito para fomentarnos como imagen y marca".

En Discovery 8 son algo más escépticos al respecto: "La Sierra gaditana tiene actualmente unos 100.000 habitantes, y va perdiendo población cada año –señala Paco Sánchez–. Hay pueblos que se han convertido totalmente en un escenario: bullen durante los fines de semana y el domingo por la tarde mueren. De ese turismo vive mucha gente, pero es muy estacional, y es complicado conseguir que se estabilice, lo que es una pena porque pienso que hay gente muy preparada y con talento. Pero nosotros, por ejemplo, tenemos complicado encontrar a gente para todo el año... Es un tema complejo, con muchas aristas".

Carlos García: "Ya se está trabajando sobre algunos puntos más masificados"

Vencer a la estacionalidad es en el turismo de interior, también, la pica en Flandes: "Es uno de los talones de Aquiles de todos los turismos –comentan desde Genatur–, por eso ciudades como Jerez o Cádiz intentan tener una oferta que abarque los doce meses del año. Lo que se vio el año pasado es que se abrieron las puertas y fue una auténtica eclosión, pero fue una cuestión puntual". Opinión que coincide con la de Paco Sánchez, de Discovery 8: tras las "explosiones" veraniegas después de dos inviernos covídicos, afirma, ahora se ha vuelto a una situación "de tristeza en el sentido de poca actividad, quizá otra vez por el miedo al invierno o al susto económico. Aquí vivimos una temporalidad a pellizcos, colgando de los fines de semana y los puentes. De septiembre en adelante, nos limitamos a pagar sueldos".

José Contero añade que no sería difícil hacer de la necesidad, virtud: "Digamos que es un turismo estacional literalmente, que juega con lo propio de la estación: de la berrea, a las setas, al mosto... En verano, por ejemplo, hacemos excursiones a yacimientos como Baelo, etc. O una plataforma como la ornitología, que te permite la observación de aves en entornos y épocas muy distintos, porque no tiene nada que ver lo que encuentras en la Bahía de Cádiz con lo que hay en Grazalema".

"A ver como le explicas tú a una señora que tiene un hotel, o a un señor que tiene un restaurante, que los fines de semana no deben venir hasta los marcianos, cuando el resto de la semana se lo comen las moscas mientras sigue pagando sus impuestos, sus cotizaciones y todos sus perejiles", comenta al respecto el fotógrafo Jorge Garrido, que ha hecho de su fascinación por la naturaleza su modo de vida. Garrido reside no en la Sierra de Cádiz, sino en un pueblecito de 500 habitantes en la Sierra de Aracena, paraje que lleva ya un tiempo como destino turístico. Ha ido a la montaña desde que era niño, "cuando los caminos eran caminos, los arroyos se vadeaban como se podía y los desniveles se salvaban como cada uno sabía –rememora–. Íbamos al campo pertrechados para ese tipo de turismo y sabiendo que lo de dormir o comer en muchos pueblos dependía de la suerte y de la pensión de turno y, por tanto, la gente que íbamos al monte éramos sólo aquellos que aceptábamos esas reglas del juego". Hoy todo se ha cambiado por una especie de "parque temático": "Si llamas la atención porque tiran las toallitas del niño o los envoltorios, te dicen que muy mal el no tener papeleras en el campo; o se quejan de que los aparcamientos están llenos; o porque la nieve se derrite al mediodía... El problema es que se acude al campo con la misma actitud del que va al Bahía Sur".

Jorge Garrido: "El problema es que se va al campo con la misma mentalidad que al Bahía Sur"

"Un pueblo que pretende que el turismo rural sea un negocio tiene que planteárselo con sus cuentas de gastos (incluidos los ambientales) y sus beneficios, beneficios que deben llegar de algún modo a todo el pueblo, porque si no la gente empieza a ver al turista como un problema. Y, como en todo negocio, tienes que tener muy claro cuál es tu producto y cuál tu público objetivo y nada de eso lo tiene claro, me atrevería a decir que, ningún alcalde o diputado de esta parte de Andalucía la baja –continúa Garrido–. Aquí se vende, generalmente, campo y bares para todo el que quiera venir a hacer lo que le parezca. La mayor parte de las administraciones ven al turismo como a las minas de rey Salomón, olvidándose de que sus pueblos sean competitivos en base a una diversificación de actividades e industrias".

La diversificación de oferta pasa también por sacarle brillo al patrimonio natural. El ornitológico, por ejemplo, fue un tipo de turismo puesto en valor por el público extranjero. Hay espacios únicos, como la laurisilva de Los Alcornocales, que sólo se da en la Gomera y en las Azores, y que "en muchas ocasiones –comenta Juan Clavero-– han tenido que señalarlos de fuera para que los apreciáramos". Clavero recuerda a un grupo de ingleses a los que vio en un camino de Grazalema, fotografiando orquídeas: "Luego han salido catálogos de especies en la zona, pero era de las cosas que se cargaban cuando echaban glifosato".

"Parte del llamado turismo de calidad que aquí tenemos en Doñana (alto poder adquisitivo y no estacional), podría venir a lugares como la Sierra de Aracena o de Grazalema si se le ofrece con un mínimo de calidad, pero no vienen porque el jamón y el guiso de venao se lo ponen muy rico en el Parador de Mazagón y a él lo que le gusta es venir a ver buitres y martines pescadores y eso, aunque lo haya en otros sitios, nadie se lo enseña", comenta Jorge Garrido.

Juan Antonio Valle: "El ser humano tiene dos grandes atavismos: mirar el fuego y recolectar"

La Asociación Micológica Mairei celebra este fin de semana sus cada vez más numerosas jornadas. "Somos inmejorables en turismo de sol y playa, pero le damos la espalda a algo importantísimo que además ocurre en temporadas medias o bajas, pero que serviría para sostenernos todo el año", señala también su portavoz, Juan Antonio Valle.

"El ser humano tiene dos grandes atavismos: mirar el fuego y recolectar –afirma–. Una simple seta de ostra, que la encuentras en los alcornoques viejos, no tiene nada que ver recogida con la que está en las bandejas del supermercado". Asegura que se está viviendo una especie de boom de la micología, aunque sea una especialidad a la que no hay que ir dándolo todo por hecho, advierte: "O aprendes, o vas con un experto. El aspecto positivo es que es que se da un valor añadido a un espacio que antes despreciabas o al que no prestabas atención".

Evidentemente, si todos buscamos ser Thoreau, nadie es Thoreau. Si todos huimos del mundanal ruido, llevamos al mundanal ruido con nosotros. ¿Qué ocurre? Que la pandemia ha venido a juntar el hambre con las ganas de comer: de repente, la sociedad asfaltada y sin tiempo se pregunta si se puede vivir de otra manera, si es posible recuperar el contacto con la naturaleza. Juan Antonio Valle menciona el concepto de los baños de bosque japoneses (Shinrin Yoku), que se prescriben "a gente muy estresada:pasar al menos una o dos horas a la semana paseando por un bosque, escuchando el crujir de las hojas, el silencio, el agua". Suena tan maravilloso que es casi insultante, ¿verdad? Pues esa es la cuestión.

"Todos te señalarán número de visitantes y pernoctaciones, pero nadie te va a hablar del promedio de gasto, por ejemplo, del número de días de estancia (2,4 en los alojamientos rurales de Cádiz, dice el INE), del grado de satisfacción del visitante... Esos son los números que interesan –subraya Garrido–. Y todo esto lleva a la muerte de un destino turístico por exceso de éxito, especialmente, porque el auténtico amante de la naturaleza huye de la masificación".

El campo de golf no es el camino

No todo son parabienes en la planificación turística del interior de la provincia. El Bosque es un ejemplo de un pueblo "que se han cargado con adosados que podrían estar a las afueras de Jerez", opina Juan Clavero. Y Benaocaz, con un barrio nazarí único, "tiene unos bloques de pisos horribles, y pretenden llenarlo de adosados. Primero, todo no cabe en los parques naturales; segundo, no puedes ir más allá de la propia capacidad del pueblo". Grazalema y Benamahoma llevan años con proyectos de nuevas urbanizaciones parados, plasmados en PGOU de antes del ladrillazo –el de Benamahoma contemplaba la construcción de 180 casas, una propuesta aún más grande que el propio pueblo–. "Alcalá de los Gazules tiene previsto ahora mismo otra urbanización gigantesca en La Sacristana, cuando tiene un casco histórico que se está cayendo... Los parques naturales deberían ser un límite a la locura, pero la Junta lo permite todo", señala Clavero, mencionando planes parados por los ecologistas y la presión social, como el campo de golf de Villaluenga –si haces un campo de golf más barato que los de Escocia, no tendrás nada que ofrecer cuando lo levanten aún más barato en Marruecos–; o el PGOU de Prado del Rey, que incluía Cabeza de Hortales (Iptuci) y las salinas hoy día rehabilitadas. Todos ellos tenían todos los sellos administrativos competentes, "en Ubrique se está analizando un Plan de Ordenación que se metía en tres zonas del parque natural", indica, y "se han sacado otra vez de la caja proyectos como los de Barbate o los Caños, que no serían más que trasladar el modelo de la Costa del Sol, un error –añade José Contero–. Sin obviar, por supuesto, que el cómo ocupamos el espacio es también una cuestión fundamental a la hora de enfrentar el cambio climático, influyendo en los cambios de hábitat, problemas de aguas, depuración, terreno..."

stats