Los baños de olas del francés que quiso ser rey y fue veraneante
Pioneros del turismo en Cádiz (I)
Antonio de Orleans y su mujer, María Luisa de Borbón, fueron los responsables originales de la ‘colonización’ sevillana de Sanlúcar y Chipiona

En el año 2021 la organización Hispania Nostra, dedicada a denunciar el estado del patrimonio patrio, incluyó en su lista roja el palacio ducal de Orleans-Borbón en Sanlúcar de Barrameda. Un año después Europa Nostra fue más allá y lo situó entre los 7 monumentos y sitios patrimoniales más amenazados del continente. Puede resultar extraño, ya que el palacio, de una arquitectura tan excéntrica como singular que emuló a finales del siglo XIX un castillo árabe, es la sede del ayuntamiento. Pero lo cierto es que desde que el Ayuntamiento lo adquirió en 1979 sólo pudo rehabilitar una parte. El resto se quedó al límite de la ruina. Y es que más allá de sus indudables valores este “edificio único en España”, según la historiadora Ana María Gómez Díaz-Zafrón, supone el símbolo del inicio de la industria turística en Cádiz. Esto tiene su historia.
El palacio es el capricho del hijo menor del último rey de Francia de sangre azul, Luis Felipe, al que la revolución de 1848 dio puerta. Su nombre era Antonio de Orleans y dedicó buena parte de su vida a desbancar del trono a Isabel II para, ya que no podía ser rey de Francia, serlo de España. En principio, la idea era casarse con la propia Isabel, pero a los ingleses no les hizo gracia la idea y preferían que la reina española casara con otro Borbón, como era tradición, así que le colocaron a un primo, Francisco de Asis, al que hicieron duque de Cádiz. Por eso Antonio de Orleans tuvo que conformarse con la hermana de Isabel, María Luisa, e iniciar desde entonces una tensa exhibición de cuñadismo.
Los cuñados
Isabel no quería ver por Madrid ni a su hermana ni a su marido, del que sospechaba, con razón, que pretendía hacerle la cama, de modo que a él le dieron el Toisón de Oro y le insinuaron que mejor se fueran para abajo, a Sevilla, donde había un palacio muy bonito, el de San Telmo, que serviría de habitable residencia a todo un hijo de un destronado rey francés. Pero Carlos y María Luisa no se fueron solos, sino que se llevaron toda una corte conspiradora al sur que pronto se puso a trabajar para minar la imagen tanto de Isabel, por ninfómana, como la de su marido Francisco de Asís, por homosexual. Buena parte de los libelos que parodiaban a los monarcas tenían su origen en el palacio de San Telmo.
La cuestión es que en verano la corte de Madrid se subía al norte a darse sus baños de olas en la Concha de San Sebastián y en el Sardinero de Santander. La corte de los cuñados, conocida en todo el país como ‘la corte chica’, no estaba invitada. Pero el matrimonio ya se había hecho con un buen grupo de amistades, tan conspiradoras como ellos, en la zona. Por eso en el verano de 1849 aceptaron la invitación al Recreo de El Picacho, en Sanlúcar. El recreo era propiedad de Josefa Díaz de Saravia, miembro de una familia de comerciantes de ultramar afrancesada e ilustrada y que había sido tan partidaria de Napoleón que organizaron en 1811 una grandiosa fiesta nocturna para José Bonaparte.
Antonio y María Luisa se quedaron prendados de Sanlúcar y extendieron sus dominios a Chipiona, donde rehabilitaron el santuario de Regla porque podían tener muy mala lengua si se trataba de Isabel, pero por lo demás eran muy píos. Habían encontrado el lugar ideal para replicar los baños de olas de sus cuñados en el sur. El matrimonio puso de moda Sanlúcar entre la aristocracia sevillana y mientras Antonio se construía su exótico palacio, donde pensaba reunir todos sus recuerdos de sus viajes de juventud por el Oriente, otros visitantes llegados en el barco de vapor por el Guadalquivir, construían sus propias villas con el gusto ecléctico de la época. En unos años Sanlúcar de Barrameda se pobló de palacetes y se convirtió en una réplica de San Sebastián, Ribadesella o cualquiera de los lugares de veraneo de la corte madrileña.

Cuando en 1876 se dio por terminado el palacio, España había regresado a la monarquía con la Restauración después de una efímera República. En esos años Antonio había disfrutado de la huida de su cuñada en su borbónica estampida, se había postulado como rey sin que le hicieran mucho caso porque prefirieron a un italiano llamado Amadeo que en cuanto pudo cogió las de Villadiego, dijeron que había estado en el compló que acabó con la vida de Prim y había matado en duelo al hermano de su cuñado Francisco de Asis, Enrique de Borbón, que así estaban de feas las cosas en la familia. Años muy aprovechados los de la faraónica obra.
La cosa no termina aquí porque resultó que el futuro rey, Alfonso XII, se casaría con su prima María de las Mercedes, hija de Antonio y María Luisa, y Eulalia, hija de Isabel y Francisco de Asis, se casaría con Antonio, primogénito del matrimonio conspirador. La vida te da endogámicas sorpresas.
Pero de lo que se trata aquí es de que Antonio de Orleans, duque de Montpensier, pondría la primera piedra para que a finales del siglo XIXy principios del XX Sanlúcar fuera sinónimo de distinción veraniega con sus carreras de caballos y su paseo de los hotelitos que aún hoy dan cuenta del esplendor que vino de la mano de un hijo de un rey de Francia.
También te puede interesar