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Provincia de Cádiz

Conduciendo un Seiscientos entre el fuego cruzado

  • Las querellas de Zahara y las críticas de Barbate no desaniman a Aqualia, que insiste en sacar el máximo rendimiento a la depuradora más limitada de la provincia

En Barbate se dirime cada día una, dos o hasta varias batallas a la vez, y todas tienen el agua como protagonista. Y es en la desembocadura del río del mismo nombre, mientras contemplamos la quietud invernal de la playa del Carmen, donde mejor se aprecia el fuego cruzado: hay querellas anti-emisario provenientes de Zahara de los Atunes que llegan hasta los juzgados; hay críticas descomunales que vuelan por las redes sociales y que emanan de una plataforma que dice defender la gestión pública del agua en Barbate; hay desplantes de un gobierno municipal que sólo persigue cambiar todo lo que se haya hecho antes, ya fuera bueno o malo; hay reproches mutuos entre la Junta y el Gobierno por no impulsar ya la solución definitiva... y en medio de ese fuego cruzado circula -a su ritmo, porque no puede correr demasiado- un Seiscientos. Y la empresa Aqualia lleva el volante.

El Seiscientos es la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Barbate que es, hablando en plata, lo mínimo que se despacha en depuradoras. No es tan antigua, porque se terminó de construir a finales de los noventa y entró en funcionamiento en el año 2000, pero la Junta de Andalucía optó por invertir en Barbate lo justo y necesario y ya desde sus inicios se convirtió en la depuradora más limitada de toda la provincia de Cádiz. Y los responsables de Aqualia, que asumieron este servicio hace menos de cinco años, responden siempre lo mismo cuando se les pregunta por el día a día de esta depuradora: "Quieren que corra como un Ferrari cuando apenas es un Seiscientos". Y después, claro, llega siempre ese tan manido "es que no se le puede pedir peras al olmo".

La EDAR de Barbate cumplía con la normativa europea cuando empezó a funcionar, porque entonces se permitía que estaciones de este tipo se limitaran a ejecutar un tratamiento primario de las aguas residuales. El endurecimiento de la legislación, que obligaba a todas las depuradoras que se construyeran a mejorar el tratamiento de las aguas negras para hacerlas reutilizables, llegaría poco después.

Digamos que en su primera década la depuradora de Barbate fue cumpliendo a duras penas con su cometido... hasta que todo saltó por los aires a principios del verano de 2011. Un análisis rutinario realizado por técnicos de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía detectó altos índices de contaminación en la desembocadura del río Barbate y dio una orden clara en bien de la salud pública: había que cerrar al baño la playa de El Carmen.

A partir de ahí todo se precipitó: el pueblo se echó a la calle y el alcalde, el socialista Rafael Quirós, se enfrentó a su propio partido y desoyó las órdenes de la Junta tras realizar por su cuenta otros análisis que depararon resultados menos dañinos. Y cuando acabó este episodio, el Ayuntamiento decidió que ya estaba bien: rescató la gestión del ciclo integral del agua en Barbate e inició un proceso que terminaría en el año 2012 con la adjudicación del mismo a Aqualia por un periodo de 25 años.

Y desde el principio Aqualia se ha volcado por mejorar este servicio en Barbate. Primero entregó cuatro millones de euros a fondo perdido al Ayuntamiento que éste destinó en mayor medida a pagar parte de las nóminas atrasadas a la plantilla municipal, y luego ha invertido ya cerca de tres millones más para mejorar el abastecimiento de agua, las canalizaciones y el tratamiento de las aguas residuales. En la propia depuradora, por ejemplo, se ha dejado ya en torno a los 400.00 euros. Aquí se ha gastado mucho en acabar con el óxido que antes lo invadía todo, se ha invertido en material y medidas de seguridad, se han arreglado depósitos y hasta se ha construido una nueva estación de bombeo que permite a principios de verano derivar durante cuatro meses -de junio a septiembre- el agua depurada hacia el emisario submarino ubicado a unos cuatro kilómetros en dirección hacia Zahara de los Atunes. Digamos que la depuradora sigue siendo un Seiscientos, pero Aqualia lo ha tuneado.

Pero nada de eso convence ni al actual gobierno municipal que preside el andalucista Miguel Molina, ni a la Plataforma Ciudadana por la Gestión Pública del Agua en Barbate. El regidor prometió en la campaña electoral que remunicipalizaría este servicio cuando llegara a la Alcaldía, algo que no ha hecho probablemente porque el coste para las arcas del Ayuntamiento sería descomunal. Y la referida plataforma ciudadana mantiene una cruzada particular en las redes sociales en la que con mucha fiereza critica todo lo que ha subido el recibo del agua en Barbate en los últimos años, sin disimular que uno de los principios que mueven a este colectivo es "echar a Aqualia de Barbate". Textualmente.

¿Y qué dice o qué hace Aqualia ante estos ataques? El jefe de Servicio de esta empresa en Barbate es Delfín Moreno, un cordobés que se conoce ya este municipio como la palma de su mano. Moreno primero esgrime una bandera blanca, porque no quiere más conflictos en esta localidad, y después reflexiona. Y opina por ejemplo que la promesa de remunicipalizar el servicio del agua es una contradicción en sí misma "porque este servicio es municipal a día de hoy, ya que el Ayuntamiento sigue siendo el dueño". Y después da datos y más datos que atestiguan, según él, todo lo que ha mejorado el servicio y la EDAR de Barbate desde que llegó Aqualia a la localidad. Y reconoce que es verdad que el recibo del agua ha subido, aunque lo matiza. Para el barbateño de a pie ese incremento ha sido "menor que el del IPC", gracias a una bonificación que se incluyó en el pliego de condiciones, mientras que son los de fuera, aquellos que disfrutan de una segunda residencia en Barbate, quienes sí han cargado con la mayor parte de esta subida de tarifa. Porque Aqualia no es una ONG sino una empresa que busca, obviamente, ganar dinero.

Buena parte de estos contribuyentes que han sido elevados a la enésima potencia están en Zahara de los Atunes. Y es en este enclave del municipio donde el fuego cruzado de esta guerra del agua ha tomado otra dimensión: comerciantes, hosteleros y algunos particulares se han decidido incluso a presentar una querella criminal contra el actual alcalde de Barbate, contra su predecesor en el cargo y contra Aqualia que ha sido admitida a trámite. Están acusados todos de un delito medioambiental al poner en marcha en 2014 una conducción a mitad de camino entre Barbate y Zahara que lleva al Atlántico las aguas residuales y que ha conllevado, según los querellantes, que haya malos olores y que haya desaparecido la bandera azul de una de las playas más renombradas de la provincia.

Pero Aqualia niega la mayor. Delfín Moreno afirma con rotundidad que lo que se arroja en verano por el punto de desagüe de El Botero -a él no le gusta llamarle emisario porque su longitud es escasa- no son residuos sino agua depurada, explica que Aqualia vierte en este lugar "porque es el punto exacto donde nos indicó la Junta de Andalucía que lo hiciéramos" y afirma con contundencia que es "científicamente imposible" que lo que se vierte allí pueda oler mal. O sea, que la querella proveniente de Zahara preocupa más bien poco a Aqualia.

El Seiscientos hace lo que puede, y tanto la fiscalización mensual por parte de los técnicos de la Junta como los tests propios y ajenos que se hacen de manera periódica en las playas cercanas vienen a corroborar que no lo está haciendo mal. Sus diferentes fases de tratamiento hacen que lo que salga al mar sea agua depurada, lo cual está, evidentemente, a años luz de ser agua potable o agua reutilizable. Pero por el camino se le han quitado muchísimas inmundicias. La jefa de planta, Ana González, explica las diferentes fases que cumple la EDAR, desde el desbaste (es decir, la retirada de los residuos sólidos) hasta el desengrasado, pasando por una fase previa de desarenado. Y aporta cifras concluyentes: en los diez primeros meses de este año han salido de la depuradora de Barbate en camiones 38,4 toneladas de residuos sólidos que se tiran por los retretes y alcantarillas del municipio, 1.274 toneladas de fango que serán reutilizados para abono, y 3,8 toneladas de grasas que son tratadas como residuos industriales muy contaminantes.

La guerra del agua en Barbate sólo acabará, se supone, cuando entre en funcionamiento la nueva depuradora, que sí contará ya con todas las modernidades exigidas por Europa para instalaciones de este tipo, con tratamiento terciario. Esa nueva planta, que acabará con los vertidos al mar, irá ubicada en la zona de El Bujar, a la trasera de Montenmedio, y costará unos 18 millones de euros costeados con fondos comunitarios. El suelo y el dinero ya están y sólo falta que el Gobierno y la Junta se dignen a iniciar un proyecto que lleva demasiados años en barbecho. Mientras tanto, un Seiscientos -fiable pero limitado- seguirá circulando entre el fuego cruzado de una guerra que no es suya.

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