En el conjunto monumental del Alcázar, en Jerez, está ya todo listo para la inauguración de Vinoble, el Salón de los Vinos Nobles (dulces, generosos y licorosos) que alcanza su sexta edición con algunas novedades, pocas pero significativas, en su programación, que los organizadores han decidido mantener en su esencia.

El éxito ya contrastado de un formato que admite escasas variaciones por las limitaciones, en este caso entendidas como una ventaja, del espacio en el que se desarrolla el salón ha permitido que la organización de esta muestra internacional dirigida a los profesionales del sector, en su más amplio concepto, caminara con el paso de los años hacia la exquisitez en la selección de las bodegas y los vinos presentes en el Alcázar.

Calidad y no cantidad se ha convertido en leiv motiv de una cita que reúne a la nobleza de los vinos dulces y generosos del mundo, lo mejor de cada casa, de las más prestigiosas denominaciones de origen y de los principales países productores, entre los que este año se cuentan seis nuevas incorporaciones, a saber, México, Jordania, Turquía, República Checa, India y Croacia.

¿Quién da más? La única ausencia significativa en el salón sigue siendo Israel, productor de excelentes dulces que, por motivos obvios de seguridad, como señaló en su día el comisario y alma mater de Vinoble, Carlos Delgado, se mantiene una edición más fuera del elenco de 23 países, 400 bodegas y 1.200 etiquetas que este año exhiben sus joyas enológicas en los jardines del Alcázar y el Palacio de Villavicencio.

Arropados por los vinos procedentes de América -del Norte, Central y del Sur-, Asia, África y Oceanía -Nueva Zelanda-, las zonas productoras de Europa mantienen su hegemonía en el salón. En su papel de anfitrión, los vinos generosos de Jerez volverán a contar con una nutrida representación, tanto por las firmas a título individual como por la representación institucional.