Durante todo el año es necesario que el aire acondicionado funcione correctamente. Por ejemplo, puede servir para eliminar la humedad en el interior, quitando el vaho del parabrisas algo que, por otro lado, permite que las juntas del sistema se lubriquen adecuadamente y prolonga su estanqueidad.
Sin embargo, durante el verano, de no contar con él, el coche puede pasar de convertirse en un espacio de confort a un horno. Y, además, ese horno puede incrementar considerablemente el riesgo de accidente: algunos estudios determinan que el calor lo incrementa hasta un 22 por ciento por la sensación de fatiga y la reducción de los reflejos del conductor. Soportar las altas temperaturas al volante también aumenta la agresividad y el nerviosismo.
Para conseguir gracias a la participación de la climatización una sensación térmica adecuada es necesario mucho más que una recarga del gas refrigerante del circuito, aunque éste sea esencial. Puede ser imprescindible comprobar que no haya fugas en las conexiones, pero también que el compresor, la válvula de expansión, el condensador o el filtro trabajen adecuadamente.
El primer paso para tener un aire acondicionado en perfecta forma es que el gas refrigerante haga su función adecuadamente. Por eso, previamente al proceso de su carga se recuperan gas y aceite antiguos para su reciclado, se extrae del circuito la humedad o se controla la estanqueidad del mismo: en una hora un profesional puede realizar toda la operación.
Esta recarga es necesaria porque, con el tiempo, el circuito pierde presión, de modo que cada dos años hay que proceder a esa operación. Si el sistema no funciona adecuadamente y es necesario hacerlo con más frecuencia, sería necesario detectar una posible avería.
En los coches anteriores a 2017 seguramente el gas refrigerante necesario sea el R134A, mientras que si es posterior se trataría del R1234YF, si bien éste puede encontrarse en coches producidos en otras fechas. Este último es medioambientalmente preferible en tanto que provoca una menor emisión de gases de efecto invernadero.
Utilizar un gas no homologado para un vehículo, basados en hidrocarburos, puede provocar problemas que, en caso de fuga por ejemplo, generarían riesgos de explosión.
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