Focas árticas al borde de la extinción y aves en declive
La Lista Roja de la UICN
La nueva radiografía global de la UICN dibuja un tablero con alertas preocupantes y algunas señales de esperanza, como los éxitos en la conservación de la tortuga verde
La última actualización de la Lista Roja de la UICN dibuja un tablero con alertas en rojo y algunas señales de esperanza. Tres especies de focas del Ártico se acercan a la extinción empujadas por la pérdida de hielo; más de la mitad de las aves del planeta muestran tendencias poblacionales a la baja; y, en el lado luminoso, la tortuga verde mejora su estatus tras décadas de conservación coordinada. El balance llega en pleno Congreso Mundial de la Naturaleza en Abu Dabi y sirve de antesala factual a la COP30 de Belém, en Brasil del 10 al 21 de noviembre), donde clima y biodiversidad vuelven a cruzarse.
La fotografía de 2025 actualiza los números totales de la Lista Roja: 172.620 especies evaluadas, de las que 48.646 están amenazadas. En mamíferos marinos destaca el deterioro de tres focas dependientes del hielo: la foca capuchina pasa de Vulnerable a En Peligro, mientras que la foca barbuda y la foca pía empeoran a Casi Amenazadas.
El hilo conductor es el calentamiento acelerado del Ártico, donde el deshielo reduce plataformas de cría, muda y descanso, y altera rutas y hábitos de alimentación; a ello se suman presiones por tráfico marítimo, ruido, hidrocarburos y capturas accidentales. La UICN subraya el papel “clave” de estas focas en la red trófica —son presas de osos polares y sostén de comunidades indígenas—, de modo que su declive arrastra funciones ecológicas esenciales.
En tierra firme y a escala global, las aves lanzan una señal de alarma sostenida: el 61% de las especies evaluadas están en declive, frente al 44% en 2016. La causa más frecuente es la pérdida y degradación de hábitats, impulsada por la expansión e intensificación agrícola y la explotación forestal. La reevaluación liderada por BirdLife International —1.360 especies reexaminadas y la octava evaluación integral— confirma que 1.256 especies (11,5%) están globalmente amenazadas. La organización documenta retrocesos especialmente graves en Madagascar, África Occidental y América Central, con especies forestales que pasan a categorías de mayor riesgo.
El capítulo europeo añade una capa política inmediatamente accionable: las nuevas Listas Rojas Europeas muestran casi 100 especies adicionales de abejas silvestres ahora amenazadas (10% del total evaluado, 172 de 1.928), y un empeoramiento acusado en mariposas, con 15% de las especies en riesgo (65 de 442) y la blanca de Madeira declarada oficialmente extinta. La intensificación agrícola y forestal, el abandono de tierras en zonas marginales, la contaminación por nitrógeno y el uso generalizado de pesticidas deterioran prados y mosaicos florales de los que dependen polinizadores como abejorros o abejas yeseras. El cambio climático duplica su peso como amenaza en mariposas respecto a la década pasada y golpea con especial dureza al sur de Europa y a hábitats alpinos y boreales.
No todo son pérdidas
La tortuga verde (Chelonia mydas) mejora de En Peligro a Preocupación Menor gracias a un cóctel de medidas mantenidas en el tiempo: protección de playas de anidación, restricciones de comercio, dispositivos excluidores en artes de pesca y co-gestión comunitaria que reduce capturas para consumo. La población global habría crecido alrededor de un 28% desde los años 70, con casos de éxito en Isla Ascensión, Brasil, México y Hawái.
La UICN advierte, no obstante, que el nivel de abundancia sigue lejos del histórico preindustrial y que persisten amenazas por capturas directas, desarrollo costero y calentamiento de playas que sesga la proporción de sexos y reduce la producción de crías —como ya se observa en la colonia de isla de Raine (Pacífico suroccidental).
El mapa de riesgos y soluciones de 2025 vuelve, así, a enlazar clima y naturaleza. En el Ártico, reducir emisiones que alimentan la pérdida de hielo marino es la primera línea de defensa para pinnípedos, morsas y grandes depredadores; en paralelo, áreas clave libres de perturbación, cupos de caza sostenibles y mitigación de ruido y colisiones pueden frenar la caída de poblaciones. En los agroecosistemas europeos, la restauración de prados ricos en flores, setos y linderos, el despliegue de planes de reducción de pesticidas, la gestión extensiva compatible con biodiversidad y la implementación efectiva del Reglamento de Restauración de la Naturaleza y del New Deal para Polinizadores son palancas ya identificadas. La evidencia acumulada —de la recuperación de la tortuga verde a la del carricero pico gordo de Rodrigues, que pasó de En Peligro Crítico en 1996 a Preocupación Menor— indica que la perseverancia y las alianzas funcionan.
¿Y ahora qué? Con Belém como sede de la COP30, la agenda climática incorpora un fuerte foco amazónico y de finanzas para la transición, pero la mensajería científica que llega desde Abu Dabi sugiere un guion claro: acelerar mitigación, proteger y restaurar hábitats y alinear políticas agrarias, pesqueras y comerciales con objetivos de biodiversidad. Los gobiernos llegan con compromisos de restauración y monitoreo de polinizadores en marcha y con la urgencia de traducirlos en implementación medible en esta década. El reloj ecológico, recuerda la UICN, ya está corriendo.
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