El juicio al médico de Michael Jackson, Conrad Murray, acusado del homicidio involuntario del cantante, continuó ayer en Los Ángeles con la mirada puesta en los conciertos en Londres para los que el rey del pop estaba ensayando cuando murió hace dos años.

En este segundo día de juicio los testimonios comenzaron con Paul Gongaware, codirector ejecutivo de AEG Live -firma que organizaba los recitales-, quien fue interrogado sobre la salud de Jackson las semanas previas a su muerte.

El esperado juicio a Murray arrancó el martes con la audición de la grabación de una conversación telefónica que mantuvo Jackson con su médico en mayo de 2009, en la que apenas se entendía al cantante hablando y resulta evidente su estado debido a los potentes sedantes que consumía habitualmente. Lo que corrobora el argumento de la defensa: que él mismo se había provocado la muerte debido a los fármacos que se había tomado (Lorazepam y Propofol), de fuerte efecto sedante, antes siquiera de que Murray llegara a su domicilio.

En la sesión inicial de ayer, la fiscalía había mostrado también una imagen de Jackson moribundo en una camilla de hospital.

Conrad Murray, de 58 años, se enfrenta a una pena máxima de cuatro años de cárcel si es hallado culpable de homicidio involuntario, por supuestamente haberle suministrado al cantante una sobredosis del conocido sedante llamado Propofol.

La acusación ha descrito al doctor como un profesional avaricioso y negligente cuyos "actos y omisiones" acabaron con la vida del rey del pop, mientras que la defensa argumentó que fue el propio Jackson quien se administró "una tormenta perfecta" de medicamentos que causó su muerte.

Los familiares del artista incluyendo a su madre Katherine, que se personan como acusación particular, volvieron a estar presentes en esta segunda vista sin hacer posteriormente comentario alguno a la numerosa prensa concentrada a las puertas de los juzgados.