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El Puerto

Más vale tarde que nunca

  • Las vallas del Palacio Winthuyssen, en la calle Larga, se retiran después de catorce años La acera ya está por fin libre y sin andamios desde ayer

A la enésima fue la vencida. Por fin ayer, después de la friolera de catorce años con una de las aceras de la calle Larga cerrada al paso de los peatones, dos operarios procedían a la retirada de las antiestéticas chapas metálicas que protegían los andamios que desde el año 2002 han ocultado a la vista la fachada del Palacio Winthuyssen, una casa señorial ubicada en el tramo final de la calle Larga, cerca ya de la Plaza de los Jazmines.

La imagen que ayer se pudo ver había sido largamente esperada no solo por los vecinos de la zona, sino por todas aquellas personas que alguna vez han tenido que caminar por este tramo de la calle Larga, teniendo que descender a la calzada porque la acera estaba del todo impracticable.

Al final ha sido el concejal Antonio Fernández, de Izquierda Unida, el que se ha llevado el gato al agua con la recuperación de este tramo del acerado para los peatones, después de varios intentos realizados por sus antecesores en la Concejalía de Urbanismo, sin éxito.

Fue en 2014 cuando el entonces gobierno popular, con Leocadia Benavente en el área de Urbanismo, trató de dar un empujón a este asunto, topándose entonces con dificultades por parte de la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía.

Ahora, y tras varios meses de duración de los trabajos de consolidación y rehabilitación de la fachada, la acera de Larga ya está por fin expedita para el paso de peatones, algo tan cotidiano pero a la vez tan imposible en este caso desde hace años.

En el interior del inmueble, propiedad de Unicaja, también se han estado realizando en las últimas semanas trabajos de consolidación y limpieza, ya que la finca se encontraba en un lamentable estado de abandono.

Durante los largos años que el edificio ha estado cubierto han sido muchas las veces en las que se han introducido en el inmueble indigentes y buscadores de todo tipo de metales, sin ser conscientes del peligro que suponía adentrarse en un inmueble en el que la seguridad brillaba por su ausencia.

Ayer los vecinos que transitaban por la zona (cercana además y de paso para varios centros educativos) no daban crédito cuando observaban como dos trabajadores retiraban las últimas chapas metálicas y los andamios que aún permanecían ante la fachada del edificio, recuperándose así una imagen que algunos de los niños y adolescentes que se dirigían a sus lugares de estudio no habían visto jamás.

El andamio y las vallas se habían colocado en el año 2002 ante el peligro de derrumbe que presentaba la fachada del edificio, que por aquel entonces iba a convertirse en un hotel, pero la crisis económica y el estallido de la burbuja inmobiliaria dieron al traste con los planes para reformar el inmueble, hoy en manos de la entidad bancaria a la espera de un proyecto de futuro que pueda darle una segunda vida a este señorial edificio.

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