El Puerto / Obituario

Paco el cura, un hombre bueno

El párroco de la iglesia de San José Obrero.

El párroco de la iglesia de San José Obrero.

A veces me han preguntado: “¿Cómo se puede ser de izquierdas y creyente cristiano?” Suelo decir: “Es que en ese Dios y en esa Iglesia en que seguramente estás pensando yo tampoco creo”.

Hay en la Iglesia quien asume – como Jesús de Nazaret – la opción preferencial por los empobrecidos, las marginadas, los excluidos. Que busca y bebe de las fuentes originales más limpias: la palabra liberadora de Jesús – el Evangelio - y los testimonios de las primeras comunidades cristianas, visto todo ello a la luz de nuestro tiempo.

Que cree que el Reino de Dios empieza aquí y se construye desde aquí. Que no se queda impasible frente a la cruda realidad de tantas vidas. Que va codo con codo con la gente que lucha usando sus mismas herramientas para transformar esa realidad, implicándose a fondo.

Hay en la Iglesia quien se siente Pueblo de Dios universal y considera que por encima de cualquier imagen, talla, trono o corona están las personas, especialmente si sufren. Que la oración y la liturgia, el culto, son un medio más que un fin, para interrelacionarse con Dios y, sobre todo, para tomar fuerzas de cara a la tarea que nos aguarda fuera.

Hay gente que forma comunidad cristiana y cree que todos somos iguales: hombres y mujeres, razas y naciones, religiones, hetero y homosexuales. Que no pregunta qué se piensa, en qué se cree, a quién se quiere, para dialogar y tender una mano. Para trabajar juntos y construir comunidad en el mundo.

Que considera que la Madre Tierra es patrimonio de todos a lo largo de la historia. Creación que debemos cuidar con responsabilidad y transmitir mejorada.

Comunidad abierta y caminante, constante y silenciosa “como levadura en la masa”. Que reconoce sus muchas limitaciones y fallos y pide perdón por ellos.

Esta es la Iglesia Pueblo de Dios que he recibido de Paco González. Un jerezano que cambió el tabanco de su padre (El Pasaje) por una vocación de renuncia, entrega y servicio. Sacerdote por más de 50 años, en la Comunidad Parroquial de San José Obrero de El Puerto, recorriendo un largo camino que, con Manolo Rodríguez y Manolo Bellido, empezó por Los Milagros y Los Madrileños y también pasó por el Poblado de Doña Blanca. Fue y será levadura. Paco el cura, un hombre bueno. Murió el viernes diecisiete. Descanse en paz.

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