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Manuela Ortega Domínguez, símbolo de una generación de mujeres luchadoras

  • El PSOE local premia a esta portuense como reconocimiento a las mujeres que padecieron el franquismo

Un momento de la entrega del premio a Manuela Ortega Domínguez.

Un momento de la entrega del premio a Manuela Ortega Domínguez.

El tercer premio Mujeres con Luz Propia de esta edición ha recaído en Manuela Ortega Domínguez, portuense de 85 años, de origen humilde y que como ha señalado el secretario local David de la Encina “representa a toda una generación de mujeres que, con muchísimos obstáculos supieron salir adelante, marcadas además por la pobreza y la represión del franquismo”.

La secretaria de Igualdad del PSOE local, Mª Eugenia Lara ha informado que “este es el último premio de esta atípica edición de Mujeres con Luz Propia, que no hemos querido dejar pasar a pesar de la pandemia, pues es un merecido tributo a tantas y tantas mujeres que con sus experiencias vitales nos alientan y enseñan cada día”.

Desde el PSOE provincial, su secretaria general Irene García ha manifestado su respaldo a los Premios Mujeres con Luz Propia de El Puerto, indicando que “nos faltan horas, días y meses para agradecer el trabajo de tantas mujeres anónimas”.

Manuela, también conocida como Manoli, Adela o Lela, es vecina de la zona de la barriada La Playa y recibe el premio en representación de otras tantas vecinas de este barrio que son un verdadero ejemplo de superación, fuerza y valentía para salir adelante en circunstancias especialmente difíciles y complicadas.

Nacida el 3 de abril de 1936, “el año de la guerra” -como ella misma lo califica- en la céntrica calle Lechería, fue la pequeña de 7 hermanos. Sus padres, Diego y Manuela, humildes donde los haya, sacaban adelante a su numerosa familia como podían, trabajando mucho. Tras el fallecimiento de su padre “por no tener médico en condiciones”, su madre se encargó de criar a la prole, y su hermana Socorro fue como una segunda madre para ella.

Debido a las necesidades, no pudo asistir mucho tiempo al colegio, pues con 14 años comenzó a trabajar limpiando casas, dejándose las rodillas y las manos en galerías inmensas por un mísero sueldo. Su marido, Pepe Bueno, trabajador, honrado, amigo de sus amigos, y comunista, luchó clandestinamente, y ella estuvo a su lado apoyándolo en todo momento.

Tras varios años viviendo en la calle de La Palma, Manuela pudo darle a su madre en sus últimos años de vida, algo que era impensable para la gente pobre, y es que por primera vez tenían un piso con baño y cocina propia, allá por los años 60, cuando se mudan a la zona de la barriada de La Playa, concretamente a los pisos de la Autoridad Portuaria.

En 1971, al perder a su madre, que era pilar fundamental en su vida, se lleva un enorme varapalo, al que hay que sumar el que se llevó 2 años después con la muerte de su hermano Pepe ‘El Bombero’, a causa de un infarto mientras trabajaba. Lo que le dejó huella por siempre.

Mientras, su marido comenzaba a implicarse aún más en política, tiene un accidente de trabajo y entra a trabajar en la Autoridad Portuaria. Y Manuela de dos duros hacía cinco, porque del mismo sueldo había que ayudar al partido…y la familia aumentaba, “los médicos no querían que las mujeres hiciéramos trampas” cuenta con humor Manuela, quien finalmente tuvo siete hijos.

Para sacar su casa para adelante no le daba miedo pedir fiado, y siempre tuvo ayuda. Ella recuerda a Charo, la de la frutería del Vela; a José Luis y Carmen, los charcuteros; o a Julio, el pescadero. Y así, con ayuda y esfuerzo, sigue adelante.

A finales de los años 80 y 90 comienzan a llegar los nietos, a los que empezó a criar para ayudar a sus hijos. Y su marido cae enfermo, al igual que varias de sus hermanas, pero Manuela entra en el nuevo siglo con tanto ánimo que, como indican sus hijos “es un auténtico ejemplo”.

Tras el fallecimiento de su marido después de una larga enfermedad que ella supo sobrellevar procurando que sus hijos no sufrieran, comenzó otra etapa en su vida en la que hizo lo que no había podido por su condición de mujer y humilde: se apuntó al colegio, viajó y hasta se puso pantalones. Ahora, en este 2021 ha llegado su primer bisnieto Pablo, que la ha colmado de ilusión.

Manuela ha tenido una vida de lucha por educar como buenas personas a sus hijos, acompañar a su marido y hacer mejor una sociedad que, a esa generación de mujeres, no se lo puso fácil. Como indica Laura Bueno Ortega, su hija, “es justo rendirle este homenaje porque quizás sea la mejor generación de mujeres del siglo XX”.

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