El Puerto

Gago busca en Cáceres ideas para la futura rehabilitación del Monasterio

  • El edil de Turismo visitó el Palacio de Congresos de la ciudad extremeña

El concejal de Turismo, Fernando Gago, ha visitado en Cáceres el Centro de Congresos y Exposiciones, dependiente de la Diputación provincial extremeña. Este centro está ubicado en lo que era el antiguo Convento de San Francisco del Real, un edificio del siglo XVI, que alberga congresos y exposiciones que se celebran en la capital de la Ruta de la Plata y que presenta grandes similitudes con el Monasterio de la Victoria, edificio declarado Bien de Interés Cultural y que tanto el alcalde, Enrique Moresco, como el propio Gago quieren potenciar como centro de actividades empresariales y culturales y explotar de forma intensiva la actividad de congresos.

Auditorio, salas, claustro y aparcamientos, así como salas anexas configuran el edificio cacereño. Durante la visita al edificio, la directora del área de Cultura de la institución cacereña, Felicidad Rodríguez, y el director del centro de Congresos, Antonio Rubio, explicaron a Gago el funcionamiento de las instalaciones, el régimen de uso y la política de tasas. El edil de Turismo ha señalado su intención de continuar con la puesta en valor del Monasterio de la Victoria, buscando una racional realización de sus instalaciones buscando la sintonía y armonización con la historia y el arte acumulados, respetando los elementos esenciales de su primitiva estructura con la incorporación de las nuevas técnicas a los espacio y materiales existentes.

Gago ha insistido en la necesidad de trabajar para que congresos, exposiciones, grabaciones, ferias, conferencias, arte escénico y cinematográfico, jornadas y mesas redondas tengan cabida en un edificio tan singular como el Monasterio de la Victoria. Desde su fundación en el siglo XVI, este edificio ha pasado por diversas vicisitudes: su primer destino fue el de panteón ducal que más tarde sería alterado; la invasión angloholandesa de 1702, la riada que siguió al terremoto de 1755, la invasión napoleónica en que fue expoliado y la posterior secularización debida a la desamortización de Mendizábal. En el siglo XVIII fue sede de estudios teológicos y artísticos, y en XIX, seminario y noviciado jesuita. Más tarde su destino para hospicio, albergue y hospital de heridos de guerra, y el establecimiento en él de un tristemente célebre centro penitenciario desde los primeros años del siglo XX.

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