Tribuna Libre

Carta abierta de una profesora al alcalde de El Puerto

  • La docente denuncia que la escasa potencia eléctrica contratada por el Ayuntamiento  impide calentar el aula y utilizar a la vez las herramientas digitales

Una imagen del colegio público sagrado Corazón de Jesús, en El Puerto.

Una imagen del colegio público sagrado Corazón de Jesús, en El Puerto. / D.C.

Estimado Sr. Alcalde del Puerto de Santa María:

Permítame que me presente. Soy  maestra de Educación Primaria en el CEIP Sagrado Corazón de Jesús, donde ejerzo como tutora de 5° y especialista de inglés.  En los últimos años, todos hemos presenciado la gran transformación experimentada por la sociedad, causada principalmente por el incesante avance de las nuevas tecnologías. Sin embargo, me atrevo a decir que en el proceso de enseñanza-aprendizaje, no hay factor más importante que el humano, directamente relacionado con la entrega y el compromiso, pues sin duda, enseñar se trata de algo mas que de trasmitir conocimientos.

Enseñar es despertar curiosidad, transformando el aula en un lugar cálido donde conviven ilusión e imaginación. Pero créame cuando le digo, que esta tarea se complica notablemente cuando la temperatura en las aulas es tan baja que alumnado y profesorado necesitan hacer uso de gorro, abrigo y guantes para poder soportar el frío. Resulta paradójico que casi a finales del primer cuarto del siglo XXI tengamos aulas completamente dotadas a nivel tecnológico pero de las que tristemente, no podemos beneficiarnos en numerosas ocasiones debido a que el profesorado se ve obligado a elegir entre usar la pantalla digital o encender un radiador, especialmente en los días cuando el invierno se hace notar. Cada día, al entrar en el aula, (al igual que todos mis compañeros y compañeras), debo decidir si encender la calefacción o la pizarra digital. La decisión no lleva mucho tiempo. Cuando a las 9:15 salta el automático sé que no debo quitarme el abrigo y necesito hacer uso de la tiza, mientras doy gracias por vivir en un lugar donde las inclemencias del tiempo no son demasiado severas y afortunadamente, el invierno no es demasiado largo.

Quizá usted podría, si es tan amable, explicarme qué sentido tiene instalar aire acondicionado o calefacción si los colegios no están lo suficientemente dotados para hacer uso de ello cuando es necesario y ¿Qué sentido tiene dotar a las aulas de internet, ordenador y pizarra digital cuando se escatima y reduce la potencia eléctrica necesaria para poder utilizar estas herramientas tan útiles y necesarias en la sociedad actual?.

Si algo nos caracteriza a los maestros y maestras de este país es la resiliencia y plasticidad. Nos adaptamos a continuos cambios de legislación,  siempre dispuestos a darlo todo por ver a nuestros niños y niñas salir adelante en una sociedad aparentemente cómoda pero llena de dificultades. Sin embargo, cada vez se nos dificulta más nuestra labor.

Estoy segura que usted será capaz de entender la impotencia y frustración que siente el profesorado ante la presente situación, la cual venimos sufriendo estoicamente desde el pasado curso académico y lo agradecidos que seguimos estando a la querida y socorrida tiza blanca que nunca nos falla cuando salta el automático. Usted como yo, seguro que en alguna ocasión oyó a sus padres mencionar la famosa frase “pasar más hambre que un maestro de escuela” aludiendo a la desdichada situación económica de los maestros y maestras en el siglo XIX.

Irónicamente, parece que no todo ha cambiado en igual proporción, dado que algunas de las cosas más básicas y necesarias continúan siendo bastante precarias, pues si bien, ya no pasamos hambre (al menos hasta ahora), le garantizo señor alcalde, que ahora lo que sí pasamos es frio. De la frustración cuando en medio de la clase se va la luz y en secretaría también se quedan con documentos a medias, si no le importa, le hablaré en otro momento. Ahora necesito ir a casa a calentarme.

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