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Cuaderno de Campaña

Programa, programa; ideas, ideas, ideas

  • Los autores de las propuestas electorales en Cádiz chocan con la dificultad de aportar proyectos en una ciudad ya agotada

ESTE es un artículo homenaje a quienes cada cuatro años tienen la difícil misión de elaborar los programas electorales de los partidos que se presentan a los comicios locales en Cádiz capital.

Hombres y mujeres que trabajan en la sombra, horas y horas exprimiendo las células grises de sus cerebros para plasmar sobre el papel ideas, más o menos novedosas, que serán defendidas por sus candidatos-candidatas en la carrera por la Alcaldía. Un trabajo ingrato, porque esas propuestas serán las propuestas del PP, del PSOE, de IU... o como mucho, de Teófila, de Marta, de Sebastián... porque su nombre no saldrá a la luz.

Y sin embargo, realizan un trabajo extraordinario, de obligado elogio. Porque si es difícil esta labor en los ocho mil pueblos de todo el país, más lo es en una ciudad cuyo término municipal apenas llega a los doce kilómetros de los que son contados los metros que aún quedan libres.

Doce kilómetros que, en verdad, son menos. Veamos: hay que quitar todo el suelo de la playa que unas vez eliminadas las casetas poco se puede proponer como absolutamente novedoso; también hay que eliminar los terrenos de Astilleros, un espacio aún intocable. (¡Cualquiera! Ya lo intentó uno de los grandes que incluso redactó un plan para trasladar la zona industrial a Puerto Real y reconvertirla en un gran barrio con zonas de ocio, náuticas, comerciales, pisos para la clase media... Todo con mucha lógica pero que se quedó en el cajón porque entonces, y ahora, la factoría naval de Cádiz era intocable); también se elimina buena parte del suelo portuario, salvo los terrenos más jugosos, Reina Sofía y San Felipe, donde si hay espacio más que suficiente para pintar y pintar todo lo deseado. Y por último, el trozo de Parque Natural que le toca a la capital. Cierto es que hay unas cuantas posibilidades para su puesta en valor, pero muy limitadas en el espacio.

De esta forma, a estos doce kilómetros hay que restarle unos cuantos. Para nota.

proyectos repetidos

Ahí se podrían acabar los problemas. Pero no. Más difícil todavía. Porque quienes asumen esta tarea ahora, en 2011, lo han tenido más complicado que quienes realizaron este trabajo en 2007, y antes en 2003, y en 1999, y así hasta llegar a 1979, cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas. ¡Eso sí que era un sueño!, con la ciudad medio destrozada por décadas de abandono sí que era fácil pintarla de nuevo. Así fueron creciendo equipamientos sociales, centros universitarios, pabellones, zonas verdes... tantas cosas que han llenado hasta el último hueco en 2011.

Con tantas dificultades añadidas no es de extrañar que muchos programas electorales tengan un relativo parecido en sus contenidos no ideológicos, e incluso algunos aprovechen retales ya conocidos a lo largo del último mandato municipal.

Veamos. Todos están de acuerdo en que uno de los problemas de Cádiz es el de la falta de vivienda y que apenas hay suelo para construir de nueva planta. Pero todos incluyen en sus programas varios centenares de nuevos pisos, tirando aquí una vieja nave industrial o trasladando allá un centro de espectáculos. Todo menos los rellenos en la Bahía, que no gustan a la administración medioambiental. O el puerto, donde se coincide en la integración con la ciudad y cuyo diseño acaba siendo bastante similar entre unos y otros. Y así multitud de temas que provocan que al final el ciudadano que va a votar (que cada vez son menos, aunque después acaben quejándose de todo) se decante por una alternativa u otra atendiendo a la fiabilidad que le aporte el candidato o candidata de turno.

IDEAS CLARAS

Está claro que el cargo de 'militante encargado de elaborar el programa electoral cada cuatro años' no existe. En la mayoría de formaciones hay rotaciones, según oscile para un lado o para otro la lista electoral y la 'familia' que mande en esos momentos en el partido. Tal vez la excepción más clara se dé en el Partido Popular. Desde hace dieciséis años son los mismos quienes redactan las propuestas. Todo ello produce, en los primeros, una falta de sincronía cada cuatro años, y en los segundos, un agotamiento de ideas.

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