Doña Cuaresma

¡Por fin se acabó!

Cuando esta noche arda esa Bruja Piti habrá acabado la pesadilla. Un año más. Y he sobrevivido. Doña Cuaresma sigue entera. Y tan entera. Este año me han sacado hasta en una comparsa. Bobadas. Ya no saben qué hacer para amargarme la existencia, pero yo soy más fuerte que Don Carnal, que Momo, que la Piti, que toda la gentuza y el bajunerío que quiere convertir Cádiz en una barriada chunga de Jerez, arrasando su historia cosmopolita y cultural, olvidando que hemos sido cuna de civilizaciones y quedándose solo con eso que aquí se parió la primera Constitución. ¿A quién le importan las constituciones? ¿Acaso no ven que el propio presidente del Gobierno defeca en ella con tal de seguir agarrado a ese Trono de Hierro? Anoche pasé mi última noche en vela en esa calle Cervantes por la que corren en Carnavales ríos de orines. Un asco, créanme. Me tuve que ir al salón para ver si así podía conciliar el sueño, pero nada, venga mamarrachos cantando estupideces. Mi pena es que no haya llovido toda la semana, un diluvio universal de 8 días que inundara Cádiz y se llevara a estos asquerosos. Y que, una vez finalizadas las carnestolendas, brillara el sol bendito para dar un abrazo a esos cuarenta días de recogimiento. He empezado a recoger firmas entre mis vecinos para convocar un referéndum como el que pide el prófugo Puigdemont. La pregunta está clara: ¿Carnaval sí o Carnaval no? Con mis dotes de seducción estoy segura que tenemos opciones. Ojalá el año próximo no exista este suplemento por la sencilla razón de que he vencido en esta batalla. Hasta nunca...

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