Doña Cuaresma

La cara de metal

Por lo que me cuenta mi amiga Sagrario, que lo escuchó ayer mientras rezaba a San Judas en la iglesia de San Antonio, uno de los temas estrella de este COAC es la reclamación de trabajo en el sector del metal frente a la turistificación de la ciudad. Cantan esas majaderías quienes no han dado un palo al agua en sus vidas y han cotizado menos que los leones de Correos. Piden trabajo pero no para ellos, qué va. Que en Astilleros hay que estar muy temprano y son muchas horas. Y, claro, no es compatible con el ensayo de las comparsas. Si entro a trabajar me pierdo el Carnaval. Uy, me ha salido una rima tan mala como las que ellos entonan. Y a los pocos carnavaleros que les da por intentar entrar en una factoría los echan para atrás porque no se han formado. Ni un curso de sopletista ni un grado medio de calderería. ¿Para qué? Cuando me llamen ya me enseñarán. Ocurre que la mayoría de los empresarios son de fuera y no están intoxicados de la sinvergonzonería gaditana. Así, cuando ven venir a unos de estos inútiles les recogen el currículum (donde solo vienen los premios de cuplés que han conseguido en la peña La Estrella) y les dicen “ya le llamaremos”. Otra cosa es rajar del turismo. Por lo visto quieren quedarse aquí encerrados, en su particular aldea gala, pretendiendo que no venga nadie a disfrutar de su Cádiz. Porque es el Cádiz de ellos, claro, los demás gaditanos que no practicamos esta subcultura del pito de caña no somos de aquí, somos extranjeros. Y así nos va con estos Ché Guevaras de patinillo. Esta ciudad es una comparsa eterna. Lástima.

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