Doña Cuaresma

Escucha, ‘Kichi’

Insistió mi amiga Caridad en que escuchara una copla (por decir algo) ayer mientras íbamos cogidas del brazo a comprar en Maype caramelos de violetas, después de comernos un helado de tuti fruti en Los Italianos. Yo no suelo poner mi delicado oído ante semejantes mamarrachadas, pero mi amiga, que es más moderna que yo y usa teléfono móvil, insistió. “Esto te va a gustar”, me decía. Nos apartamos en un recoveco de la calle Argantonio y cuando escuché ese pasodoble me temblaban las piernas y tuve que agarrarme a mi amiga porque me caía al suelo. No daba crédito. ¡Una copla contra el alcalde! Creía que me iba a morir sin escuchar una. Vaya repaso que le dieron. Y se quedaron cortos. Eso sí, la referencia al gallego no me gustó, que en gloria esté. No dejan de hablar de él, algo bueno haría. Pero a estas alturas y después de siete años de (des) gobierno pensé que ningún autor se atrevería. Ya se sabe que los copleros gaditanos tienen lástima del Kichi porque es como ellos, del pueblo llano tirando a bajo con mucha humedad. Un coleguita, un hermano. Por eso, y sin que sirva de precedente, desde aquí le doy las gracias a Martínez Ares por su valentía. Pero que no se vaya a creer que le he perdonado aquella afrenta a Juan Pablo II, para nada. Eso lo llevo clavado en el corazón, pues fue el episodio más sangrante que se ha visto en las tablas del Falla. Por eso, Ares siempre tuvo para mí un pie en el infierno. Pero con esta letra lo coloco, de momento, en el purgatorio.

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