Doña Cuaresma

Canallas, literalmente

No hay día sin sobresalto en el concurso más largo y soporífero del mundo. Sobresalto para las personas de bien, claro. El resto, la mayoría, ni se inmuta si sobre las mancilladas tablas del Gran Teatro Falla (también se mancilla en nombre de Don Manuel, el compositor) se vilipendia a los bondadosos y castos párrocos o si, como ocurrió en la noche del domingo, un cuarteto relaciona a la romería del Rocío con un lugar de inmoralidades. Casi todas las personas que presencian este indigno espectáculo bien en el teatro o desde sus casas tienen el oído acostumbrado a la falacia, a la blasfemia, a la vulgaridad... sin llamarle la atención el insulto soez. Este es el nivel de la ciudadanía del otrora emporio del orbe ahora convertido en un estercolero del mal gusto. Hablaba del cuarteto, el de las crestas, que va de punkis antisistema, que solo es una pose, claro. Porque a estos arrogantes-atorrantes les enseña cualquiera una porra y se lo hacen encima por las perneras de los pantalones. Otro de los símbolos del Carnaval canalla, denominación que, por un lado, responde a toda aquella agrupación que dice lo que le viene en gana aunque sea una barbaridad querellable. Se autodenominan canallas como si eso fuera un honor. Y por otro, no puede haber un adjetivo más acertado para definir a esta fiesta y la gentuza que la aplaude: canalla. Literalmente.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios