Doña Cuaresma

Que los jueces actúen

No vivo lejos del Teatro Falla, lo que para mí en esta época es un suplicio. Porque aunque ni por asomo me conecte a la tele municipal, no tener ventanas de Climalit me obliga a escuchar los pasacalles de las agrupaciones por debajo de casa. Ayer, por ejemplo, me asomé ente los visillos y contemplé, escondida en la intimidad del cierro, una comparsa que iba para el teatro. Qué ufanos, qué contentos, qué orgullosos iban esos hombres, la mayoría cuarentones y haciendo el ridículo con la purpurina en la cara. ¡Algunos llevaban las gafas maquilladas! Y detrás, una cohorte de amigos y fanáticos de la comparsa grabando con sus móviles el pasacalles como si eso fuera la Macarena por La Campana o el Gran Poder saliendo de San Lorenzo. Igualito, vamos. Esos hombres gritando “¡Ole!, ¡los mejores!”, en su mundo de egolatría. Algunos, doy fe, con sus hijos disfrazados y en brazos. Inculcando el mal a las criaturas en lugar de llevarlas a San Antonio a postrarse ante el Señor de la Columna. Digo yo que los Asuntos Sociales deberían entrar a degüello para pedir explicaciones a estos descerebrados y, si tienen lo que hay que tener, quitarles la custodia. Esos chiquillos y chiquillas hoy habrán llegado dormidos a la guardería o al colegio. O, lo que es peor, ni habrán llegado. El absentismo escolar que provoca esta fiesta de locos es un dato a tener en cuenta. Qué daño para la infancia. Sus padres quieren que sus hijos continúen esta dañina tradición. Actúen, señores jueces.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios