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Un triunfo de más talento que físico

  • El medio centro se marcha como abanderado de un estilo ganador

A lo largo de 17 temporadas plagadas de éxitos, Xavi Hernández ha desafiado las leyes físicas del fútbol para sublimar el talento por encima del músculo y deja el Barcelona como el abanderado indiscutible de un estilo.

"No he podido tener mejor carrera. Soy muy feliz de cómo he rendido, no me dejo nada", manifestó en la rueda de prensa de su adiós, que se completará en dos semanas.

Atrás deja una carrera con cifras de récord: 23 títulos en 17 temporadas con el Barcelona, incluyendo ocho Ligas, tres Ligas de Campeones, dos Copas del Rey, seis Supercopas de España, dos Supercopas de Europa y dos Mundiales de clubes. Además, tendrá la oportunidad de despedirse con mayor grandeza todavía si su equipo vence en las finales de la Copa del Rey y la Liga de Campeones, en las que es favorito.

A su larga lista de trofeos con el Barcelona, Xavi añade sus logros con la selección española, a la que lideró en su época más gloriosa. Con ella ganó dos Eurocopas (2008 y 2012) y un Mundial (2010), además del Mundial juvenil del 99.

No sin polémica, sólo le faltó completar su historial con el Balón de Oro -fue tres veces Balón de Bronce, en 2009, 2010 y 2011-, pero durante los últimos siete años se enfrentó a los goles de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, grandes dominadores en las votaciones por la mayor distinción individual. A Xavi le queda un orgullo más que defender, pues tanto en el Barcelona como en la selección fue el estandarte de un estilo reconocido y admirado en todo el mundo.

El pequeño centrocampista de Tarrasa sublimó el talento por encima del físico, convenciendo a los más escépticos de que con sus 170 centímetros de estatura también se podía dominar el fútbol mundial.

Porque a Xavi siempre se le recordará como un futbolista pegado a un balón. Desde la posesión, tanto el Barcelona como la selección española armaron un tipo de juego que se descubrió ganador. Los títulos hablan por sí solos.

Pero no siempre contó con la confianza de entrenadores y afición. Debutó en 1988 con Louis van Gaal como técnico del Barcelona y sobre Xavi cayó la pesada losa de ser el sucesor de Josep Guardiola, otra leyenda del club.

Pero él no era un 5, un mediocentro al uso. Su verdadero peligro estaba unos metros más adelante, con su capacidad para generar juego ofensivo y desplegar combinaciones vertiginosas, ganando terreno al rival desde el pase hasta acercarse a la portería.

En 2005 se rompió los ligamentos y durante los años posteriores incluso se especuló con su salida del Barcelona, con el Milan como probable destino. Pero decidió quedarse en el último momento. Y acertó de pleno.

Su despegue definitivo ocurrió en la Eurocopa de 2008, de la mano de Luis Aragonés, entonces seleccionador español. El técnico madrileño le dio todos los galones y Xavi lideró a España hacia el éxito, inaugurando una época dominante.

Ese 2008 aterrizó Guardiola como entrenador del Barcelona y él también le dio las llaves del equipo, inaugurando la era dorada del club azulgrana, que todavía se perpetúa.

Ahora Xavi emprende el final de su aventura en la exótica Qatar. El Al-Sadd le ofrece dos años de contrato y una enorme montaña de dinero. Pero, más que eso, lo que le mueve es formarse en la academia Aspire como entrenador y director deportivo.

"Es un proyecto ideal para mí, para formarme. En un futuro me encantaría estar vinculado al Barcelona, claro, es lo que quiero. Mi objetivo es formarme y estoy feliz", comentó en la rueda de prensa en la que anunció su marcha de su equipo de toda la vida.

El destino, cómo obviarlo, le ata al Barcelona. Tanto el club como el futbolista saben que sus caminos volverán a encontrarse.

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