Por si alguien todavía no lo conocía, Kylian Mbappe se encargó de presentarse al mundo entero con una exhibición futbolística ante Argentina en los octavos de final.

El niño prodigio del fútbol, 19 años y 192 días dice el pasaporte, lideró la victoria de Francia por 4-3 en Kazán con dos goles, un penalti forzado y una sensación de superioridad insultante ante la Argentina de Lionel Messi. La batalla entre los dos dieces en el Mundial tuvo un claro ganador: el crack del Paris Saint-Germain.

"Mbappe es como el joven Luke Skywalker. Sabes que tarde o temprano dominará el mundo. ¡Es una bestia!", escribió en Twitter el ex internacional Álvaro Arbeloa. "Qué jugador Mbappe", añadió por su parte Carles Puyol.

El show de este chico con cara de travieso y piernas de pantera arrancó con una carrera desde su campo en la que por momentos parecía más Usain Bolt que Mbappe. Puso el turbo y en seis toques de balón se plantó en el área de Argentina, donde fue derribado por Marcos Rojo. Penalti y gol de Griezmann en el minuto 13.

Y en la segunda parte decidió el partido con dos goles. El primero con la zurda y el segundo en la derecha. El primero tras una jugada personal dentro del área. El segundo tras correr al espacio y al primer toque. Un jugador total. Fuera del área, dentro. Una pesadilla para cualquier defensa.

"Se parece a mí", dijo hace unos meses Ronaldo, uno de los mejores jugadores de la historia. Y es cierto, porque el brasileño también era gol, potencia, desparpajo y velocidad cuando asombró al mundo con el Barcelona.

Hijo de una argelina y un camerunés, este francés nacido en el suburbio parisino de Bondy en diciembre de 1998 es la gran perla del fútbol internacional. Con permiso de Neymar, el nombre llamado a jubilar a esos monstruos que son Messi y Cristiano.