La hazaña hípica del isleño Esteban Benítez Valle: el primer español que hace historia en el Derby de Hamburgo
Tras participar en las Olimpiadas de París, el jinete de San Fernando logra un resultado histórico en la competición con más solera y más exigente de este deporte
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San Fernando/Esta es la historia de toda una hazaña hípica que ha ocurrido a cerca de 2.800 kilómetros de aquí pero cuyo protagonista es un joven de La Isla, un prometedor deportista de 33 años que tiene todavía lo mejor de su carrera por delante. Bueno, sería más correcto decir que él es uno de sus dos protagonistas, porque C de Star -el caballo que montaba- tiene también uno de los papeles más relevantes en esta crónica, como verán más adelante.
Ocurre, claro, que no hablamos de fútbol, ni siquiera de tenis. Así que uno bien puede poner patas arriba entre ovaciones el Derby de Hamburgo tras representar hace un año a España en las Olimpiadas de París, que no pasa absolutamente nada. No le esperan grandes titulares en la prensa al despertarse al día siguiente. La noticia no trasciende más allá de las publicaciones especializadas en el mundo del caballo y de un reducido círculo de aficionados y familiares.
Por eso es de justicia entonar el mea culpa y poner por escrito -al menos aquí, en su tierra- la proeza protagonizada por Esteban Benítez Valle en una de las citas más exigentes y con más solera de la hípica. "Es la prueba más larga y más difícil del mundo"; cuenta por teléfono desde Alemania para que este redactor, auténtico profano en la materia se haga una idea. "Entraña una gran complejidad técnica", insiste para que quede claro. Hablamos del Derby de Hamburgo, donde este isleño hizo historia hace dos fines de semana al completar el recorrido sin anotar una falta, lo que en hípica se llama 'un cero'.

Para calibrar en su justa medida lo que supone ese hito deportivo basta citar que Esteban ha sido el primer español que lo ha logrado y el jinete número 64 que lo ha conseguido en los 94 años de historia que tiene la prueba. Así que no, no es fácil ni tampoco demasiado habitual completar el circuito de Hamburgo sin un solo fallo.
El isleño, no obstante, quedó en segunda posición. El primer puesto en el podio fue para el alemán André Thieme, con el que tuvo que desempatar al haber completado también la prueba sin faltas. André -explica el jinete isleño- es todo un referente en estas competiciones y ha ganado ya cuatro veces este derby.
Aún así, Esteban logró un resultado verdaderamente histórico para la hípica española. Histórico y, también, inesperado. Porque si se lo hubieran dicho tan solo seis semanas antes no habría dado crédito. Entre otras cosas, porque por esas fechas ni siquiera tenía caballo para competir. Llegados a este punto conviene hacer una aclaración. "Para esta prueba, por sus características, no vale cualquier caballo. Tiene que saltar a una altura de 1,60 metros y eso no es algo que hagan todos"; explica.
Y esa es la otra parte de esta historia que -citando las palabras del propio deportista isleño- hacen que la hípica sea un deporte muy diferente a todos los demás. Es la historia de C de Star, un caballo que conoció hace apenas mes y medio.
"Tengo un caballo para que hagas el Derby"
¿Por dónde empezar? Pues habría que remontarse unos cuantos años atrás en el tiempo para hablar de la amistad entre Esteban y el irlandés Stephan Dubsky, dos jóvenes que habían hecho las maletas para irse a vivir a Alemania para abrirse paso y dedicarse profesionalmente a su gran pasión: la hípica. "En este deporte, es el país más puntero de Europa", apunta el isleño.
Así que ambos, desde luego, tenían mucho en común además del nombre. Y, a kilómetros de distanacia de su casa, se encontraban en la misma situación. Por eso, cuando Stephan tuvo un accidente y estuvo un tiempo lesionado, el español no dudó en echarle un cable y se hizo cargo de su trabajo diario en las cuadras. "Para mí es muy importante la amistad", aclara. Así que todos los días, después de dedicarse durante la mañana a lo suyo, dedicaba la tarde a cubrir al irlandés.
Fue más o menos por entonces, en una de las muchas charlas que mantuvieron ambos amigos, cuando le confesó que le gustaría cumplir dos sueños: uno, participar en las Olimpiadas; y otro, concursar en el Derby de Hamburgo. A Stephan, enormemente agradecido por el gesto que había tenido al ayudarle durante el tiempo que estuvo lesionado, aquellas palabras no se le olvidaron.
Así que hace siete semanas llamó por teléfono al jinete isleño y le soltó a bocajarro que tenía un caballo para que pudiera participar en el Derby de Hamburgo: C de Star. Ya había cumplido uno de sus sueños, el de participar en las Olimpiadas, así que le quedaba el Derby de Hamburgo.
"Tienes que ser amigo del caballo para que luego él pelee por ti"
La primera reacción fue negarse. "¿Prepararse en seis o siete semanas la prueba hípica más complicada que existe con un caballo que no conozco? ¡Es de locos!", reconoce. Porque en la hípica, como adivinarán, la relación entre el jinete y el caballo es algo fundamental, la piedra angular de todo. Tiene que haber química. "El caballo no es una máquina que hace lo que tú le pidas. Tiene que haber una compenetración entre ambos. Tienes que ser amigo del caballo para que luego él pelee y luche por ti", explica Esteban. Y hacer eso en unas pocas semanas para participar en una de las pruebas más complicadas que existen en la hípica, evidentemente, no es nada fácil.

No obstante, la insistencia del irlandés dio sus frutos. A los pocos días probó y montó a C de Star, por ver qué tal... Y funcionó. Fue una de esas cosas que solo pasan en las películas. "No es un caballo fácil pero nos entendimos rápidamente, desde el principio. Fue una cosa mágica", afirma Esteban. Porque todo esto que le ha pasado en las últimas seis semanas -insiste- tiene mucho de extraordinario. Como la historia del mendigo que -afirma- le ha dado suerte. El hombre tocaba el acordeón y cada día, cuando iba a entrenar, se lo cruzaba en la calle y le echaba unas monedas. A medida que se acercaba el derby e iba haciéndose amigo de C de Star y reforzando el vínculo, ganaba cada vez más confianza para encarar la prueba. Así que se convirtió en una especie de rito antes de entrenar, para tener un buen día. "Yo estoy seguro de que me daba suerte", dice. Él mismo día de la competición, vestido ya incluso con la equipación, se volvió a cruzar con él, le dio un billete de diez euros y un abrazo a modo de agradecimiento. El hombre, claro, se quedó estupefacto. Esteban se ríe al recordarlo.
Ahora, la destacada posición en la que ha quedado en el Derby de Hamburgo le ha dado un empujón a su carrera. Es una prueba mundial que ha sido todo un espaldarazo. "De la noche a la mañana me he visto con 23.000 seguidores en Instagram", dice emocionado. Sin duda, ha hecho historia. "Hay un antes y un después de Hambrugo, está claro".
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