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Alejandro camacho fernández. púgil portuense

"Subir al ring es disponerse a gozar del trabajo bien hecho"

  • Peleó en dos preolímpicos por representar a España en los Juegos de Río de Janeiro Becado por la Federación, ahora sueña con Tokio 2020

Alejandro Camacho Fernández (El Puerto de Santa María, 1993) disfruta de las vacaciones en su ciudad. Becado por la Federación Española de Boxeo, representante del combinado nacional en su categoría (peso semipesado, entre 76 y 81 kilos), lleva dos años en la residencia Joaquín Blume, en Madrid, un centro de alto rendimiento en el que progresa bajo la batuta de los entrenadores Rafael Lozano (bronce y plata olímpicos) y Carlos Peñate y del preparador físico Javier Pardo. Allí va confirmando los pronósticos quien fuera proclamado Mejor Deportista Portuense en el bienio 2013/14. La conversación se mantiene en la sede de la Escuela de Boxeo García, en el polígono de El Palmar.

-¿Qué tal estos días?

-Bien, bien. Mis vacaciones se extienden desde el 11 de julio hasta el 10 de septiembre. Es un periodo largo, aunque sigo haciendo ejercicios de mantenimiento, la forma no puede perderse. Un ritmo más suavizado, pero con el que hay que cumplir. En la Escuela de Boxeo García me siento como en casa. Fue donde me subí a un ring, allá por 2011, en una sede que entonces estaba en Vistahermosa, y mantengo la amistad con su propietario, Francisco García.

-2016 está siendo un año repleto de actividad.

-La verdad es que sí. En abril fui medalla de plata en el Torneo Amber Glove, en Lituania. Me superó Adilbek Niyazymbetov, un rival difícil, plata olímpica en Londres 2012. Después, en Serbia, alcé el bronce en el Golden Glove, pues caí ante el egipcio Abdelrahman Salah Oraby. En el Torneo Internacional de Totana (Murcia) obtuve la plata, llevándose el oro el ruso Pavel Silyagin. En el Campeonato de España, celebrado recientemente en La Coruña, también fue plata el metal. Una lesión en la mano izquierda me impidió disputar la final con el canario Romen Marrero. Una pena, le había ganado este mismo año. También hay que registrar que en el Torneo Boxam, en Tenerife, conseguí la plata. Sólo pudo superarme el campeón de Europa, el ruso Peter Khamukov. De nuevo plata en Francia, en el Torneo Tres Naciones. Y, aunque corresponda a 2015, me gustaría citar la medalla de oro en el Campeonato de España de clubes en Murcia, representando al Boxeo García.

-El disgusto ha sido no clasificarse para Río de Janeiro. Los Juegos Olímpicos asoman como una asignatura pendiente, aunque, a sus 22 años, dispondrá de más oportunidades.

-No pudo ser en ninguno de los dos preolímpicos. Superé a un australiano pero sucumbí ante el marroquí Hassan Shada tras una lucha terrible, que tuvo como marco Azerbaiyán, y quedé sin opciones al caer a los puntos. En Río el boxeo español contará con Samuel Carmona, en 49 kilos, y Yomba Sissokho, en 69 kilos. Tokio 2020 reside ahora en mi mente. La preparación se enfoca, sobre otro tipo de citas, para la capital japonesa.

-Con el objetivo de Tokio en el horizonte, vive en la Joaquín Blume, en Madrid. ¿Cómo es el día a día allí?

-Se forma un buen ambiente, quienes residimos en la Blume llegamos a constituir una familia. Hay que tener en cuenta que muchos deportistas provienen de fuera de la capital, de modo que a quienes tienes más cerca es a tus compañeros. Conoces a deportistas de gran nivel. Con nosotros tenemos, por ejemplo, a Carolina Marín, la campeona mundial de bádminton.

-Luego está la dureza disciplinaria, claro.

-Entreno de lunes a sábado, todos los días mañana y tarde, excepto los miércoles y los sábados, cuando sólo me empleo en una sesión matinal. La mañana corresponde al capítulo físico y la tarde al técnico-táctico. El domingo se descansa.

-Hábleme de su llegada al mundo del boxeo. No es una disciplina que figure entre las más practicadas y la rodean múltiples prejuicios.

-Siempre me gustó. Yo jugaba al baloncesto desde los 5 años, pero, con el tiempo, puse la mirada en el ring. Mi madre era reticente, no quería verme en un cuadrilátero. Me fui haciendo mayor y a los 17 años me apunté a la Escuela de Boxeo García. Y desde entonces.

-¿Cómo es el boxeo, visto desde la perspectiva de quien se enfunda unos guantes?

-Muy duro. Cuando uno sube al ring se dispone a gozar del trabajo bien hecho, pero antes se requiere una preparación intensísima, hay que sufrir bastante. La palabra clave es constancia. Después entra en juego la inteligencia. Sobre la lona se debe mantener la cabeza fría. La gente cree que el boxeo es pegar y pegar, pero el boxeo es pegar sin que te peguen. Resulta aconsejable estudiar previamente al adversario.

-Francisco García, entrenador de la Escuela de Boxeo García, cree que usted es un púgil que hay que pulir aún. Argumenta que desde los ochenta hasta nuestros días es uno de los más laureados en esta categoría y que no le ha dado tiempo para preparar adecuadamente el preolímpico, un ciclo natural de cuatro años al que se incorporó hace sólo dos. Piensa que le falta experiencia y que a la vez goza de interesantes características, como la buena pegada. Explica que le pesa la mano, todo un elogio.

-Es verdad que necesito más experiencia, un factor que te lo otorgan los combates. Soy el que menos acumula de entre los integrantes de la selección. Francisco suele decirme que me desplazo muy bien de piernas, que sé bailar. En Madrid se trabaja ahora mi pegada. Mi estatura, 1,87 descalzo, es un factor favorable, que suma a mis cualidades.

-¿Volveremos a verle peleando en El Puerto?

-Quizá. La Escuela de Boxeo García estudia organizar en el mes de noviembre una velada entre España y Portugal para la que Francisco me ha comentado su deseo de contar conmigo. Me siento unido a la Escuela, aquí debuté cuando llevaba sólo tres meses en el gimnasio, apostaron por mí desde el inicio. Y el público siempre responde.

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