Un gaditano desafía a la corte de Putin

combat sambo

Manu Mariscal, campeón de España, acude al Mundial de Sochi con el reto de competir con los potentes rusos

El gaditano, con su atuendo de combate. / Germán Mesa
Jesús Jaques Nuche

Cádiz, 08 de noviembre 2017 - 02:04

A escasos metros del Paseo Marítimo, cerca de la arena y de las inmensas aguas que coquetean con la ciudad trimilenaria, Manu Mariscal se entrega en cuerpo y alma a su labor profesional, el Gimnasio Origen, y a los duros entrenamientos que le llevaron a colgarse la medalla de oro en el primer Campeonato de España de combat sambo -en la categoría de menos 74 kilos- celebrado hace un par de meses.

El título nacional de un deporte que gana adeptos en España le otorgó el pasaporte para participar en el Mundial, que se disputa entre el jueves y el lunes en la ciudad rusa de Sochi.

¿Qué es el sambo? Es una palabra de origen ruso que significa defensa personal sin armas. El combat sambo es un arte marcial inventado en Rusia y extendido por cerca de un centenar de países que está considerado como una de las principales formas de lucha libre.

A sus 35 años, este gaditano amante de las artes marciales afronta su mayor desafío en una modalidad que cultiva no hace demasiado tiempo pero en la que se desenvuelve como pez en el agua. Es pionero en España y ahora quiere más. Es un competidor nato. Al combat sambo llegó por la autopista de las artes marciales mixtas y el jiu-jitsu brasileño, que sigue practicando. De hecho, días antes del compromiso mundialista se adjudicó el Open Europa de jiu-jitsu, una demostración palpable de que se encuentra en plena forma. Mediada la treintena, asegura que se halla en la edad ideal después de haber experimentado una evolución que le permite dar un salto cualitativo. "Casi todos los competidores tienen de 30 años para arriba", comenta a este periódico mientras prepara su largo viaje.

Representar a España en una cita planetaria es el premio que obtiene a su elevada capacitación y a su dedicación. "Cuando gané el torneo nacional enseguida me dijeron que contaban conmigo para el Mundial", explica ilusionado y a la vez deseoso de pisar el templo universal del combat sambo. Y además es el primer español que acude a un evento de ese calado. "Es un estímulo añadido", reconoce antes de anunciar sus intenciones con una mezcla de corazón y cabeza. "Quiero disfrutar a tope de una experiencia inolvidable, vivir un ambiente que va a ser muy especial. Hay que exprimir cada momento y llegar hasta donde se pueda". ¿Hay alguna posibilidad de regresar con una presea? Mariscal pone los pies en el suelo y, sin renunciar a nada, no oculta la dificultad de subir al podio en una prueba que se dirime por eliminatorias desde dieciseisavos de final. "Estamos hablando de un Mundial, con el nivel más alto y por tanto la máxima dificultad, que además se disputa en Rusia, que es la mayor potencia".

No le falta razón. Rusia es la cuna del sambo en sus diversas modalidades. Allí germinó hace un siglo y de allí son los favoritos a la victoria. Es una actividad más en los colegios rusos, auténticos viveros de futuros combatientes. El presidente del país organizador, Vladimir Putin, es un especialista en combat sambo y se espera su presencia a Sochi para seguir in situ el desarrollo de la competición. Además de rusos, los inscritos de las antiguas repúblicas soviéticas presentan también su candidatura al cetro mundial.

Rusia persiste en sus gestiones para intentar convertir el combat sambo en deporte olímpico, una iniciativa que el gaditano respalda al cien por cien porque de esa manera podría optar a cumplir el sueño de todo deportista de participar en unos Juegos. El futuro está en marcha.

Pero antes, lo inmediato, el presente absoluto, es sacar jugo a un Mundial que le servirá de aprendizaje. En el peso de 74 kilos se mueve con soltura. "Estoy más ágil", asegura. Mariscal cuida con mimo su alimentación para mantenerse en el peso de su categoría. Cuando era más joven, en los años de la veintena, competía por encima de los 80 kilos en otras artes marciales. Con el paso del tiempo fue bajando hasta dar con su peso ideal. A Rusia traslada toda su energía este gaditano con denominación de origen desde un pequeño rincón del sur de España pegado al mar.

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