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El barco del licor que no encalla

Weisshorn, destilando la historia y el sabor de Sanlúcar

  • Bajo el nombre del barco encallado en la desembocadura en 1994, un matrimonio elabora de forma artesanal destilados con materia prima de la tierra

  • El negocio presenta la segunda colección de su innovador proyecto musical ‘Soundcask’, una colaboración con la banda de rock británica ‘Jethro Tull‘

María Eugenia Rodríguez, dueña de ‘Weisshorn, enseña los diferentes productos creados en la destilería ubicada en el Barrio Alto de Sanlúcar de Barrameda.

María Eugenia Rodríguez, dueña de ‘Weisshorn, enseña los diferentes productos creados en la destilería ubicada en el Barrio Alto de Sanlúcar de Barrameda. / Miguel Ángel González

El mundo es para los valientes, dicen. Así debió pensar el matrimonio conformado por un sevillano y una sanluqueña cuando decidieron poner fin a sus periplos en Correos y de teleoperadora, respectivamente, para aventurarse en el negocio que regentan desde hace cinco años. Roberto Payá y María Eugenia no solo comparten matrimonio, también su pasión por la destilación. E investigando y experimentando por cuenta propia decidieron embarcarse en este complicado y apasionado mundo.

También embarcaron, esta vez de la forma más literal posible, en Bangkok los tripulantes del Weisshorn, un barco chipriota cargado de 6.080 toneladas de arroz. No se conoce si este navío estaba más o menos perdido, lo que sí observaron los sanluqueños el 27 de febrero del año 1994 fue cómo este barco, denominado como una montaña en los Alpes suizos, encalló en sus costas cuando se dirigía a Sevilla. Con el tiempo el barco se deterioró y se quedó una silueta que se quedó en el horizonte, con la proa y la popa separada. “El logo ya lo teníamos”, pensó el matrimonio. Y el nombre, también.

María Eugenia en el mostrador de la pequeña destilería del Barrio Alto de Sanlúcar. María Eugenia en el mostrador de la pequeña destilería del Barrio Alto de Sanlúcar.

María Eugenia en el mostrador de la pequeña destilería del Barrio Alto de Sanlúcar. / Miguel Ángel González

Resulta irónico el nombre de un monte suizo, en un barco de bandera chipriota que partió desde Tailandia, para un negocio en el que todo se elabora con materia prima de los 170 kilómetros cuadrados que recorren la ciudad de Sanlúcar de Barrameda. De Sanlúcar para el mundo. O al menos para Alemania, Bélgica o Inglaterra, entre otros. "Tiene más historias que González Byass en 90 metros", se escucha de esta pequeña tienda escondida en el Barrio Alto.

El caldero que utilizan en este rincón sanluqueño es un alambique clásico, único supervivientes de los más de 100 que había censados en la ciudad en el S. XIX. Innovación, sí, pero con un estilo puro y arraigado complicado de ver hoy en día. Y, por supuesto, con materia prima primitiva, la de siempre, la de aquí. Para la ginebra, uva palomino, un vino joven al que también añaden enebro. Si la pócima es un brandy, un oloroso de 10 años. "De 200 litros que me permite el alambique, yo utilizo 40", explica María Eugenia. La destilación consta de tres fases: cabeza, corazón y cola. Lo primero se desecha para quedarse con el corazón del vino, "el espíritu, lo mejor que tiene".

Este alambique de cobre tiene capacidad para 200 litros. Este alambique de cobre tiene capacidad para 200 litros.

Este alambique de cobre tiene capacidad para 200 litros. / Miguel Ángel González

Este modus operandi que utilizan en el alambique se puede extrapolar a todo el trabajo que realizan desde esta firma. Coger lo mejor, no sólo de cada vino, si no de cada uno de los dos socios -por no repetir matrimonio-, e incluso de Sanlúcar. De la tierra se quedan con la materia prima, que es exclusiva y de calidad, pero también con su historia, de la que es una apasionada María Eugenia, en concreto, de Tarteso.

Así nació Luciferila primogénita. Una ginebra clásica, hecha con uva palomino e inspirada en un paseo idílico por Doñana, del que recogen el romero, la lavanda, el lentisco o el almoraú. Del malvado Lucifer sólo se asemeja el nombre, pues Luciferi no es más que un templo que se asentaba en esta zona y al que visitaban los mercaderes del Mediterráneo para realizar ofrendas antes de ir a buscar materias primas subiendo el Lacus Ligustinus. Así reza el escudo de la ciudad: Luciferi Fanum, luz divina. En la obsesión por encontrar lo más genuino, trataron de buscar un toque más de Sanlúcar. Envejecieron con palo cortado la misma ginebra y así crear la reserva de Luciferi.

Una apuesta ganadora esta mezcla de ginebra, historia y Sanlúcar. Tanto es así que recrearon la formula. "Fuimos creciendo sobre nuestros pasos", y así llegó 1522. Alcohol vínico, especias y envejecida en barril de manzanilla para crear un producto que conmemoraba el V Centenario de la Vuelta al Mundo de Fernando de Magallanes. La 1522 sabe a azahar y naranja, un guiño a la capital, a Sevilla, de un corazón 50% sevillano.

Detalle de ‘Luciferi’, la primera ginebra hecha con uva palomino. Detalle de ‘Luciferi’, la primera ginebra hecha con uva palomino.

Detalle de ‘Luciferi’, la primera ginebra hecha con uva palomino. / Miguel Ángel González

"Nosotros queríamos dar un paso más". Así germina el proyecto más pintoresco y atractivo de la marca. Tras bucear en un estudio de la Junta de Andalucía, se agarraron a la maravillosa conclusión que exponía que el ultrasonido mejoraba los licores. "Se nos encendió la chispa", relatan. Roberto Payá, melómano y amante de la música anglosajona, decidió aunar pasión y negocio. Lo mejor de cada uno, decíamos. Soundcask Craft Spirits es el nombre de esta idea de ponerle música a los barriles hecha realidad. "No es música ambiente, es directamente el barril con un altavoz de graves que hace que el contenido esté en vibración una vez al día", explican en Weisshorn. 

Toda idea tiene su romanticismo. El proyecto fue llevado por la marca a distintos artistas que podían ponerle su obra, su música, a un licor. La sorpresa se la llevaron cuando Eduardo Rodríguez Rodway, fundador y guitarrista del mítico grupo Triana, quedó embelesado con la idea. Y nació una edición limitada de un brandy dedicado y tratado con la banda sonora del artista: al anochecer, justo en ese momento del día cuando del crepúsculo lento nacerá el rocío.

Con el proyecto ‘Soundcask’ los barriles se 'alimentan' de música. Con el proyecto ‘Soundcask’ los barriles se 'alimentan' de música.

Con el proyecto ‘Soundcask’ los barriles se 'alimentan' de música. / Miguel Ángel González

Barril dónde se germinó el Brandy con música de Eduardo Rodríguez. Barril dónde se germinó el Brandy con música de Eduardo Rodríguez.

Barril dónde se germinó el Brandy con música de Eduardo Rodríguez. / Miguel Ángel González

De Triana a Blackpool, fiel reflejo de la universalidad de la música, el longevo y actual grupo de rock Jethro Tull fue cautivado por el sistema de soundcask. Así, esta pequeña tienda, en dimensiones, ya trabaja para sacar a la luz, en breve, una colección limitada de una ginebra, un vodka y un ron. "Fue Ian Anderson (líder de la banda) quien nos lo propuso". 340 botellas para experimentar estos sabores y esta experiencia única en el mundo. "En un mes nos vamos a ver en Málaga para ultimar los detalles de la presentación del producto", avanzan sobre esta última apuesta.

La pasión es el motor que mueve a este matrimonio en la búsqueda de crear estas ideas únicas, atractivas y arriesgadas. "Vamos a coger lo que tenemos", es un buen resumen de lo que se crea dentro de Weisshorn. Los detalles marcan la diferencia en un país muy de marcas, más en este mundo de licores. "La gente va a un bar y la ginebra que se pide es un beefeater", lamenta María Eugenia. Por ello trata de darle señas de identidad a sus productos para así resaltar la pureza del mismo

Mº Eugenia enseña una de las botellas de la nueva colección con ‘Jhetro Tull’. Mº Eugenia enseña una de las botellas de la nueva colección con ‘Jhetro Tull’.

Mº Eugenia enseña una de las botellas de la nueva colección con ‘Jhetro Tull’. / Miguel Ángel González

Detalle del ron de la nueva colección con la imagen de Ian Anderson. Detalle del ron de la nueva colección con la imagen de Ian Anderson.

Detalle del ron de la nueva colección con la imagen de Ian Anderson. / Miguel Ángel González

Entre estas señas pide paso la cerámica, lo artesano. De esto se encarga ella. "Roberto le pone la parte musical y yo la cerámica", explica entre risas. Quieren relucir lo hecho a mano, lo explotan hasta tal punto de diseñar y decorar ellos mismos, ella en este caso, cada una de las botellas. La ginebra Luciferi, por ejemplo, tiene una medalla imitando un ceca, una moneda antigua.

Dos contra el salvaje mundo empresarial. En esta batalla se plantaron solos Roberto y María Eugenia y del mismo modo siguen cinco años después. Las ideas, las recetas, el diseño, la preparación, el etiquetado, la comercialización y el largo etcétera que compone lo corporativo. "Trabajamos y creamos en equipo", resaltan. No rehúyen del crecimiento ni descartan ninguna incorporación, pero siempre desde la esencia de lo artesano y lo familiar. "No queremos convertirnos en una industria".

Sanlúcar abre puertas, no las cierra. Desde el rinconcito de la ciudad en el que crean los productos y con la ayuda de otros comercios de la zona, Weisshorn navega hasta países como Alemania o Bélgica. Aprovechando el mercado de la manzanilla, marca de la tierra, muchos turistas conocen los productos con el gancho puesto en bares de copas de la ciudad que ofrecen los selectos destilados. "Los extranjeros aprecian mucho una ginebra envejecida en palo cortado".

Barriles del 'Soundcask'. Barriles del 'Soundcask'.

Barriles del 'Soundcask'. / Miguel Ángel González

También tienen impulsos por parte de las administraciones. No es para menos, potenciar la marca Sanlúcar debe ser una puesta continúa en valor por parte del Ayuntamiento y de la Diputación de Cádiz. El Consistorio llevó a Weisshorn Ginebralia, así como la Diputación de Cádiz le ofreció la posibilidad de ir a la feria nacional del Salón Gourmet, una experiencia que se convirtió en una oportunidad de mercado por la atracción que supuso la destilería sanluqueña para los visitantes. Un gran reconocimiento tuvo María Eugenia Rodríguez por parte del Ayuntamiento, siendo nombrada Mujer Comercial del Año en el Día de la Mujer Rural. "Vamos de la mano de las instituciones con la marca Sanlúcar y Cádiz", afirma.

El próximo 28 de febrero se cumple el vigésimo aniversario del fin del navío Weisshorn, "algo haremos al respecto...". Mientras, la destilería espera poder continuar su cauce, siempre con el recuerdo a la historia de Sanlúcar y sin perder la esencia que les ha hecho llegar hasta aquí. En las cabezas idean poder hacer un whisky, una empresa muy complicada por su proceso de elaboración. "Queremos hacer el primer whisky hecho genuinamente en Sanlúcar".

Con sabor a Sanlúcar y a su historia porque "somos artesanos, diferentes y pasionales". Este barco, del licor, no encalla.

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