La campaña mínima. Por Fernando Santiago

06 de marzo 2015 - 07:15

LAS ENCUESTAS DE PETROSKY -Ring, ring. Suena el teléfono de casa. Eso que ahora se llama el fijo pero que antes era el único teléfono. En mi casa solo Alberto Grimaldi y mi suegra usan esa vía, sobre todo a partir de determinadas horas. Ya digo, suena y no lo cojo porque casi nunca es para mí. Me gustaría que fuera un encuestador para desahogarme pero no me ha ocurrido jamás. No sé a ustedes, a mí no me han llamado nunca. Ni Sigma 2 (propiedad, por cierto, del hermano de Julio Malo), ni Sofemasa, ni Europa Corporación de Gestión. Ni siquiera sé si sigue existiendo eso de INSOMER o Gaditana de Estudios de Opinión, que será más de andar por casa e igual empiezan con un “¿Qué pasa, picha?”. El caso es que nunca me ha llamado ningún encuestador (ni mucho menos, tuviera que ver, una encuestadora). Y mira que me gustaría. No sabría qué decirle pero me sentiría importante. Igual ni me acuerdo de a quién voté, como esos tres millones de españoles que han olvidado que votaron al PP, o como esa pléyade de gaditanos que nunca reconocen votar a Teófila como antes no recordaban votar a Carlos Díaz. O igual me lo invento y digo que voto al Partido Animalista, al Proverista, a Reforma Social Española , a Vox o a cualquier opción extravagante. Me encantaría porque así me vería reflejado en eso que los políticos llaman “una foto fija del momento”. Pensaría que hablaban de mí con lo de “vamos a darle la vuelta a las encuestas” o “la verdadera encuesta es el día de las elecciones”. Cuando Susana dice lo de “no me preocupan las encuestas sino lo que dice la calle” me creería que habla de mí. Si los que van por detrás dicen que ellos en la calle notan un apoyo apabullante a los suyos podría reírme por dentro. Pero no me llama nadie. Yo al único encuestador serio que conozco es a Pedro Moreno, Petrosky, antiguo operario de astilleros de Cádiz , que fuera militante del PCE. Hacía sus particulares encuestas entre llamadas de teléfono y poner la oreja en el autobús. Clavaba siempre el resultado. No había afijación, ni error muestral ni más menos no sé cuánto. Acertaba siempre. No había estudiado sociología ni tenía encuestadores ni nada. Él solo, con un teléfono y un bonobús. Un artesano de gran categoría. Vaya a tomar por saco el CIS, CAPDEA y toda su ciencia. Recuerdo la última vez que yo me presenté( “qué manera de perder”) .Competía con Fermín Moral. Me lo encontré dos días antes y me dijo: vamos a barrer. Cuando quise bajarle la euforia me insistió: a mí todo el mundo me para por la calle para decirme que me va a votar. El resultado es de sobra conocido: Fermín consiguió que su partido perdiera la mitad de sus votos y Teófila sacó mayoría absoluta. No puede uno fiarse del cobista gaditano que al final busca algo, o piensa que por si acaso es mejor llevarse bien. Así que entre las empresas encuestadoras, ojanas gaditanas y Petrosky yo me quedo con este último. Su porcentaje de acierto es del 100% y las hacía gratis. Fernando Santiago

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