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Cómic

¿La vida sigue igual?

  • De la manera más inesperada, tu existencia puede cambiar en un solo segundo, dando un giro radical

Detalle de la portada del cómic.

Detalle de la portada del cómic.

Francois es buen tipo. A todos les cae bien y para todos tiene una buena palabra.

Su vida podríamos decir que es sinónimo de monotonía. Todos los días se levanta temprano, escucha las noticias mientras fuma un pitillo y se pone su traje negro, baja a la calle, se acerca al quiosco de Maryvonne y le expresa el deseo que si alguna vez le toca esa combinación de número de la lotería que siempre juega, le comprará una casa para ella y la pequeña Romy, su hija.

Su siguiente parada es el Café Monico, donde intercambia alguna opinión con Léo, su propietario, ya sea de la actualidad o el tiempo de perros que, desde hace algunos días, ha transformado la ciudad en una lluviosa postal.

Y de ahí, esquivando el numeroso tráfico de la mañana, sin paraguas, empapado hasta los huesos, Francois se dirige hacia su trabajo, la lavandería donde día tras día, con puntualidad y profesionalidad extrema, realiza su labor: entregar en los diferentes domicilios los pedidos de los clientes.

Pero, ay, algo, una nueva variante surge cuando su jefe le anuncia que a partir de ese día va a tener un nuevo compañero, Alain, el sobrino de la propietaria del negocio, un tipo no demasiado espabilado, que hará las veces de chófer.

Pese al ensimismamiento del tipo, la primera jornada concluye a la perfección, habiendo entregado todos y cada uno de los encargos, aunque en más de una ocasión, Alain ha dado claras muestras de que no es el experimentado conductor que se supone debía ser, peligrando al buen estado de la furgoneta de la empresa…

Así podría haber seguido la cosa para siempre en la existencia de Francois que, olvidadizo, sigue mojándose habiendo olvidado el maldito paraguas. Pero al día siguiente la pareja tendrá que trasladarse al exterior de la ciudad, recorriendo un paisaje campestre, llegan a un camino lateral semioculto y justo aquí, el destino del protagonista toma una dirección muy diferente que, obviamente, no os voy a revelar, pero que es del todo sorpresiva y radical.

Ya por sí el relato que Joris Mertens (Béatrice) nos presenta en su nueva obra te agarra desde el principio, ya que sigues los pasos de su gris protagonista con atención. Pero este recorrido se convierte en un verdadero festival visual, ya que el autor despliega todas sus armas gráficas para dejarnos boquiabiertos con esas enormes y bellas viñetas que encontramos a la vuelta de la página, en la que retrata la ciudad de una manera única, sin que éstas sean meras postales, sino que tienen su función narrativa, obligando a nuestros ojos a que, entre el monstruoso tránsito de vehículos y personas, entre la lluvia, busquemos a Francois. Ya tan solo por esto merece la pena desfrutar de este cómic que demuestra que el destino es caprichoso, y nos tiene reservado más de una sorpresa, a veces agradable y a veces todo lo contrario.

Y si no, que se lo digan a Francois.

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