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Laurel y rosas

Sancti Petri, poblado y memoria, de ayer y de hoy

A Domingo Bohórquez lo conocí en 1990, cuando tuve la ocasión de trabajar con él. Aquel verano ejercía todavía como corresponsal del Diario de Cádiz. Era un tiempo que aún estaba por transformarse. Hasta el punto de que las crónicas a la redacción de Cádiz, Domingo las escribía a máquina, las metía en un sobre en el que inevitablemente adjuntaba una fotografía de Paco Muriel y las entregaba al chofer del Comes de las tres, el que venía de Algeciras y que se detenía en la parada, la única, la de El Pájaro. Ya en Cádiz, un conserje del Diario iba a por las noticias y las entregaba a José Manuel Otero Bada, entonces redactor jefe de “Provincia”. Era una época –por más que hayan pasado solo treinta años– en donde las fuentes informativas o eran telefónicas o eran personales. Si acaso, documentales. El periodista entonces trabajaba con las mismas herramientas que el historiador. Y el historiador que era Domingo Bohórquez, por tanto, se desenvolvía con suficiencia en las tareas del periodista: escribir de lo que se es testigo.

Al fin y al cabo, es lo que hace todo historiador: crónicas en las que la fuente habla. Ya sea un determinado personaje o un legajo, un edificio o un yacimiento. El historiador es testigo de la documentación que maneja y de los testimonios que halla, y la época, los siglos –la Edad Media o la más moderna y cercana–, constituyen el necesario contexto, el trasfondo. Hoy es diferente, con el periodismo, o lo que queda de él, convertido en un campo de minas. Y quizás también la historiografía –la disciplina de contar la historia– haya saltado por los aires, porque, y cada vez más, o el historiador elude los hechos para enrocarse en la interpretación sin más.

¿Y Domingo Bohórquez? Pues que toda esta divagación es por culpa de Domingo, por el recuerdo que me ha suscitado reencontrarme con la segunda edición de “Sancti Petri, de ayer a hoy”, el último libro que publicó antes de su fallecimiento en 2001. Y que su familia –Cati y sus dos hijos, David e Ismael– han decidido reeditar junto al impulso de Miguel González y la Fundación Vipren, también de Pedro Pérez, de la imprenta Alograf, que ha asumido el riesgo que siempre es editar un libro. Y todo porque en ese libro está el Domingo periodista y está el Domingo historiador, confundiéndose y completándose. Que lo mismo recurre a la entrevista con quienes vivieron el esplendor del Consorcio Almadrabero –como Ana Bernal–, que al Registro de la Propiedad para contar el devenir del islote o al Archivo del Ducado de Medina Sidonia para adentrarse en sus episodios medievales.

Pero el libro, aquel grito de Domingo Bohórquez hace veintiún años, fue una reivindicación, ante todo. “Nos queda la península y poblado de Sancti Petri, de cuya génesis, desarrollo y destrucción hemos ido haciendo un recorrido. Su sufrido paisaje, tan maltratado en estos años, merece una decidida acción conjunta por parte de las autoridades que pueden determinar su futuro, que nunca deberá pasar por la hipoteca que representaría su reversión a la propiedad privada”, escribió, entonces, en el año 2000, recordando “los días aciagos” de Sancti Petri S. A y el “desarrollismo especulativo de los sesenta”, como puntualizaba. “El poblado de Sancti Petri –concluye– se merece un futuro mejor, que pasa primero por recuperar para el conjunto los chiclaneros su titularidad e, inmediatamente, actuar en su deteriorado, bello y singular paisaje que ha sabido concitar el interés de todos aquellos que lo visitan a pesar del lamentabilísimo estado en que se encuentra en la actualidad”.

Ese Sancti Petri en la memoria de “El pan y los peces” –el libro que Miguel Ángel García Argüez, el Chapa, publicó un año después, en 2001–, aquel poblado del Consorcio, el islote de la chanca y de la almadraba, sigue suscitando un interés extraordinario, arrostrado más por lo sentimental que por lo histórico. Al punto que Miguel González señala este “Sancti Petri, de ayer y hoy” de Domingo Bohórquez como el título más reclamado de los que publicó la Fundación Vipren. Bienvenido de nuevo.

Este “Sancti Petri: lo que no vivimos” fue también el proyecto documental que Celia Espada Guerrero, María Ruiz Muñoz, Paula Ligero Caballero, Ana Aznar Espinosa, Nazaret Rodríguez Medina, Almudena Ramos Pozo, Alba Panés Ortega y Lucía Cano Estrada, alumnas del IES Poeta García Gutiérrez, rodaron entre 2016 y 2019, y que llegó a presentarse en el Festival Alcances de 2019. Pronto lo podremos ver. “Intentaron no sucumbir a la nostalgia y tristeza que destilan los testimonios cuando hablan del final de Sancti Petri, cuyo cierre significó la pérdida repentina y traumática de un modo de vida –explica la profesora Cristina Ortega–. Por el contrario, enlazan las vivencias de los entrevistados con sus propias voces, plasmando las impresiones del enorme salto generacional y social que se ha producido desde la creación del poblado de Santi Petri hasta la Chiclana de hoy en día”. Y eso es lo que intentamos todos.

 

 

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