Mikel Izal sacia esa búsqueda constante de la felicidad

El cantante hizo un viaje emocional al pasado, pero con la mirada puesta en el presente y el futuro en Concert Music Festival

Búscate en el concierto de Mikel Izal en Concert Music Festival de Chiclana

Mikel Izal, este viernes en Sancti Petri.
Mikel Izal, este viernes en Sancti Petri. / Germán Mesa

“Muchas veces vivimos preocupados por cosas que ni siquiera llegarán a pasar… y esto puede resultar agotador”, sino que le pregunten a Mikel Izal. El que fuera líder, durante doce años, de Izal, una de las mejores bandas indie del panorama nacional, aterrizó este viernes, 1 de agosto, en Concert Music Festival, para hacer terapia músico-emocional con su gira ‘El Miedo y el Paraíso’.

El cantante navarro ha confesado muchas veces que tiende a imaginarse futuros distópicos y a sobrepensar las cosas, pero ¿quién no? Escapar de tu propia mente, o jaula, como la llama Mikel Izal, no es nada fácil y, para él, la música ha sido su mayor medicina para dejar volar a esos pájaros negros que tanto ruido hacen.

Para viajar al paraíso, primero hay que conocer El Miedo. Fue el punto de partida de su impresionante espectáculo. En este primer capítulo, el escenario se tiñó de rojo para meter al público de lleno en este sentimiento que todos conocemos y que cuando se hace un hueco en tu imaginación nos perturba aún más. “Sé que no estás, que no existes y a la vez eres tan grande; sé que te irás en el mismo momento en que deje de pensarte”, dejó paso a la lucha interna de una insatisfacción crónica que nada sacia, algo parecido a La Gula. Esa búsqueda insaciable y constante de la felicidad de la que tanto habla Mikel Izal, pero con la que sus fans sí llegaron a saciarse durante las casi dos horas de concierto.

Mikel Izal durante su actuación en Concert Music 2025
Mikel Izal durante su actuación en Concert Music 2025 / GERMÁN MESA

Así que viajando a los éxitos de Izal contó La Increíble historia del hombre que podía volar pero no sabía cómo. El viaje emocional no había hecho más que comenzar y le dio la bienvenida a su público “a este capítulo incómodo en el que quiero que convirtamos el miedo en grito y que acabemos en el puto paraíso”. Apostilló que “tenemos la suerte de vivir en país que parece el paraíso y, otros, por desgracia, no tienen esa suerte y viven en un infierno. Seamos conscientes del privilegio que tenemos de que no nos caigan bombas en la cabeza porque alguien lo haya decidido. Digamos adiós al Pánico práctico”.

Un viaje de emociones para disfrutar del paraíso

Del rojo intenso pasó al azul, para dejar paso a El Grito. En este capítulo dos, Mikel Izal se liberó de todas esas tormentas para espantar al miedo. Y entre La Huida, Pausa, La Rabia y El Pozo volvió a abrir su alma a sus inconformidades e inquietudes, cantándole a la vida que todo son rachas, con momentos buenos y malos, pero que siempre llegará algo mejor. Por eso no hay que perder La Fe.

En la recta final del concierto, un color verde esperanza se apoderó del escenario. Llegó la hora de la Pequeña gran revolución, Inercia y El Baile. Confesó que “llevo toda la vida buscando ese lugar mágico, donde todo es feliz, y, obviamente, ese lugar no existe. Me sabe fatal pero el paraíso es valorar las cosas sencillas pero que son un lujo, como tomarte algo con colegas, estar con tu familia, leer un libro o ir a un concierto. Eso es el paraíso”. Con una camisa hawaiana y con sus divertidos bailes, llenó de buenas energías el Auditorio con Qué bien y Copacabana, con la que desató la locura colectiva y comprendimos qué era El Paraíso.

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