El resultado del Cádiz-Extremadura

¡Menudo revés! (0-1)

  • Un Cádiz inoperante y nervioso cae en casa en el duelo decisivo y llega a la última jornada en el séptimo puesto pese al empate del Deportivo en Elche

David Querol se cubre la cara con la camiseta tras dejar escapar una oportunidad de gol.

David Querol se cubre la cara con la camiseta tras dejar escapar una oportunidad de gol. / Jesús Marín

El varapalo no puede ser mayor. Después de empatar contra los equipos más poderosos de la categoría de plata, el Cádiz lo tenía en su mano para meterse en la fase de ascenso. El primer paso era vencer en casa al Extremadura, pero no sólo no ganó sino que perdió en el peor momento. 0-1. Las mejores imágenes del encuentro

Un cóctel amargo de mala fortuna, incapacidad y precipitación dieron al traste con las ilusiones de un Cádiz al que un simple empate le hubiese bastado para continuar sexto porque el Deportivo sumó un punto en Elche.

Cuando llegó la hora de la verdad, el Cádiz demostró que no estaba más que para competir pero sin ganar. Seis jornadas seguidas sin una victoria son demasiadas y ahora, colocado en el séptimo puesto, depende en la última jornada del Dépor, que recibe al descendido Córdoba.

El resumen es sencillo. Si no eres capaz de quedarte con un punto en tu campo ante un rival sin nada en juego, es que no puedes aspirar a algo grande.

El preparador cadista se mantuvo fiel al 4-4-2. Lo que sí varió fue la ubicación de Salvi, que comenzó en punta junto a Dejan Lekic, el delantero elegido para la final que jugaba el Cádiz.

Los de casa arrancaron algo atenazados, con voluntad aunque sin trenzar alguna acción digna de mención salvo un centro de Espino directo a las manos de Álvaro Fernández pasado el cuarto de hora. Por entonces ya habían avisado los visitantes con una peligrosa internada de Fausto Tienza abortada por Alberto Cifuentes.

Y es que los extremeños, pese a las tristes circunstancias, salieron con la soltura que da tener los deberes hechos de la temporada.

Los amarillos fueron de menos a más. No les quedaba otra. Apretaron cuando por fin entraron en contacto con el balón y empezaron a penetrar por las bandas. Desde el costado llegó el verdadero peligro con la verticalidad de Jairo, la profundidad de Espino y las apariciones de Salvi, ya en la derecha. Un zapatazo del sanluqueño en el 25 estrelló el esférico en el larguero en la mejor ocasión de los locales en la primera mitad.

El partido parecía escorarse hacia los inquilinos del Carranza pero un minuto después del posible 1-0 se pasó a la dura realidad del 0-1.

El gol fue tan inverosímil que cuesta creerlo. El balón corría dividido por el círculo central en busca de dueño. Sergio Sánchez llegó con la suficiente antelación como para despejar y de hecho lo hizo con la misma fuerza que mala fortuna. El cuero rebotó en Pomares y tomó una parábola con la rapidez de un rayo en dirección a la portería cadista. Cifuentes, algo adelantado, se vio sorprendido y el balón se coló en el arco por alto para sorpresa general.

Increíble pero cierto. De la nada nació un gol que, pese a que dejaba al Cádiz contra las cuerdas, contó con el aplauso general desde la grada cuando su autor alzó al cielo la camiseta que lucía José Antonio Reyes.

El desgraciado tanto complicó, y mucho, el camino a un anfitrión que trató de revolverse contra el cruel destino. Un disparo de Aketxe a las manos del cancerbero y un zurdazo de Espino que se escapó muy cerca de un poste fueron las respuestas inmediatas que no alteraron el marcador antes del intermedio.

Los de casa salieron en la reanudación dispuestos a echar el resto para revertir una derrota que era injusta. Pero ya no se trataba de empatar, sino de ganar.

El entrenador dejó en la caseta a Rober Correa y colocó a David Querol arriba junto a Lekic, Aketxe pasó a la derecha y Salvi se empleó de lateral. El catalán tardó menos de cinco minutos en hacerse notar con una vaselina desde tres cuartos que se marchó nada lejos de un poste (en el 50) y un tiro desde una posición con escaso ángulo sin dificultades para al portero.

El Cádiz dio un paso más pero cautivo de la precipitación, sin hilvanar una jugada medio en condiciones y con el reloj si dar tregua.

Los nervios afloraron con acciones de contacto que perjudicaron a los gaditanos por la excesiva pérdida de tiempo. Rennella dio el relevo a Lekic con más de media hora por delante en pleno colapso colectivo, cuando ya cada uno hacía la guerra por su cuenta.

Para colmo, Cifuentes evitó el 0-2 con una oportuna estirada tras un testarazo de Willy superado el minuto 60 en el anuncio de un último tercio que se presentó dramático con un Cádiz enredado en la telaraña del quiero y no puedo.

Las ocasiones brillaron por su ausencia en el área extremeña y aumentaron en la portería local. En el 65, Javi Álamo se coló solo hasta la cocina y su disparó raso rozó el palo.

La última carta de Cervera a la desesperada fue la de Mario Barco por Espino. Jairo pasó al lateral derecho y Fali a la media para buscar un tiro lejano.

Ese fue el último toque a rebato de un Cádiz alocado, sin saber cómo perforar la portería. La tuvo Querol en el 73 con un balón franco dentro del área que mandó al limbo.

Ni siquiera sirvieron las intentonas de Aketxe de libre directo. En el 73 lanzó una falta con fuerza y precisión pero se topó con el acierto del arquero.

La estampida final de los locales chocó con la muralla de un rival ordenado que se defendió con eficacia. Hasta que en la prolongación Mario Barco y Querol se quedaron solos delante del portero. El navarro falló un pase muy fácil y ahí se acabaron las esperanzas de un Cádiz que necesita un milagro para entrar en el play-off.

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