Cádiz CF

El regalo de octavos no genera ilusión

  • Pobre entrada en Carranza, donde la afición apenas cree en el milagro

Tarde-noche de octavos de final de la Copa del Rey desangelada en el Ramón de Carranza. El partido de ida ante el Celta no levantó ni de lejos la expectación de la eliminatoria anterior contra el Real Madrid y así quedó reflejado con el aspecto de las gradas. Apenas un tercio de entrada, poco colorido, nada del ambiente de las grandes citas. Puntualmente, los cánticos de los de siempre, en Fondo Sur, contagiaron al resto, pero sólo fue eso, un espejismo.

Tampoco el Cádiz ilusionó con su propuesta como para levantar el ánimo de la parroquia local. Ni siquiera en los primeros compases de la contienda, cuando la diferencia entre un Primera y un Segunda B no era tan apreciable, cuando el equipo amarillo llegó a puerta más que el celeste, ni siquiera entonces el empuje de la afición contribuyó a que se pudiera soñar con la machada. Además, como suele suceder cuando se produce una pugna tan desigual, el pez grande se comió al chico. El conjunto de Vigo atinó con su primer golpe y al 0-1 siguieron muchos minutos de silencio en el graderío, más aún por la apatía de los jugadores sobre el campo.

El paso por los vestuarios no varió el panorama. Los seguidores cadistas aceptaron una suerte que parecía echada desde el día del sorteo pero las críticas arreciaron. La más visible, acaso, el abucheo a Mantecón al ser sustituido justo antes del 0-2. Curioso contraste su salida del campo en comparación a la de LoloPlá, muy aplaudido cuando el duelo ya agonizaba y el Celta sentenciaba su pase a cuartos, si es que había dudas, al marcar el 0-3.

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