La afición vibra como nunca con su equipo en Segunda División A. ¡Cómo se nota el salto de categoría! Para el que todavía tenga alguna duda, que no lo piense más. Merece la pena acudir al estadio Ramón de Carranza. Esto no tiene nada que ver con la categoría de bronce. El personal se lo pasó ayer en grande desde el minuto 1 hasta el noventaitantos empujado por el buen juego del equipo y por las ganas de animar desde la grada. El jugador número 12, uno más en la estrategia del equipo, cumplió a rajatabla su papel de impulsor de su lugar. Con una afición así, el primer gol está asegurado.

La afluencia de público, más de 15.300 seguidores, dio colorido a un estadio con más asientos llenos que vacíos, al contrario que la pasada temporada. Las camisetas amarillas inundaron el santuario cadista alrededor del terreno de juego. Los futbolistas se contagiaron del aliento y viceversa. La afición no tardó en ilusionarse con el trabajo y el juego desplegado por su equipo.

Los cánticos de apoyo empezaron desde antes incluso de que comenzara el partido y ya no pararon. La hinchada cantó tres veces ¡¡goool!! Y por fin vio ganar al Cádiz en Segunda A, algo que no sucedía desde hace seis años. Ya era hora, Bienvenido esa victoria que abre un camino de esperanza y, sobre todo, de disfrute en la categoría de plata. La alegría se desbordó con los goles al final que confirmaron el triunfo. Y el apoyo nunca faltó, incluido el novedoso estilo islandés que se pone de moda este año en Carranza.