Cádiz - Huesca

La fe, asidero ante el rival y el árbitro (1-0)

  • Un solitario tanto de Ortuño inclina la balanza a favor de un conjunto amarillo que firma su segunda victoria seguida, frente a un buen adversario y pese al penalti inventado al comienzo por Ais Reig y parado por Cifuentes.

Si lo que de verdad importa es la victoria, lo demás sobra cuando los puntos valen casi tanto como el oxígeno. Da igual que el Cádiz se vea sometido por un adversario superior en posesión y en calidad. Da igual que la Federación designe a un árbitro empeñado en convertirse en el azote del cadismo. Incluso da igual que haya un bajón físico. Da igual todo porque al final lo que cuenta es el acierto en las áreas y en esa faceta, la fundamental, el equipo amarillo hizo ayer lo justo y necesario para amarrar el segundo triunfo consecutivo por primera vez desde su regreso a la categoría de plata y volver a la buena senda en casa, donde llevaba tres duelos sin vencer. Un solitario tanto de Ortuño, de nuevo en la onda goleadora, al comienzo de la segunda parte fue suficiente para doblegar a un buen Huesca que llevó el timón del encuentro pero careció de profundidad en los últimos metros y rechazó el regaló concedido por el polémico Ais Reig, que se inventó un penalti contra el Cádiz que no pasó a mayores gracias a la providencial intervención de Cifuentes. 

Si Alexander hubiese transformado la pena máxima poco después del cuarto de hora, el partido se hubiera convertido en una tortura para un conjunto amarillo que además de tener como aliado a la suerte, supo defender con uñas y dientes su gol y le tocó sudar de lo lindo hasta el pitido final incapaz de sentenciar a la contra. Queda más que demostrado que en Segunda no hay triunfo sin sufrimiento y ese padecimiento es lo que da más valor a las dos alegrías encadenadas. 

Lo que cuenta es que los seis puntos seguidos impulsan a los gaditanos a una zona más tranquila de la tabla más allá de las penurias a la hora de generar juego y llevar la iniciativa. Eso no va con un equipo que mantiene intacta su filosofía de la defensa como clave para dar con la tecla del éxito. 

La presencia de Aitor -primera titularidad en la Liga- fue la principal novedad de un once en el que también aparecieron Rubén Cruz y Aridane. Tres cambios respecto al que salió en Lugo para buscar el triunfo frente a un Huesca que empezó envalentonado y firmó la primera llegada al área en el minuto inicial con un centro de Samu Sáiz atrapado por Cifuentes. El control de azulgranas fue a más con el paso del tiempo. 

Los amarillos, adormilados en plena siesta, no entraban en el partido frente a un adversario mejor posicionado, con más posesión de balón y más criterio de la medular hacia arriba. Lejos de meterse atrás, el Huesca presionó arriba, acumuló hombres en la media y amargó la sobremesa a un equipo local escaso de ideas. Las acciones a balón parado no tardaron en convertirse en el recurso de emergencia ante tanta oscuridad. Rubén Cruz cabeceó fuera una falta sacada por Aitor en el minuto 9. 

El dominio del Huesca era tan apabullante que parecía que jugaba de local y era el Cádiz el que ejercía de visitante. Los de Anquela, liderados por Samu Sáiz, buscaron el área y en el minuto 17 se encontraron con un regalo de Ais Reig. Quién si no. Al colegiado alicantino no le bastó con el destrozo que causó a los gaditanos hace un par de meses en Miranda de Ebro y ayer no tardó en volver a perjudicarles. Un disparo de Alexander rebotó en un codo de Aridane dentro del área y el trencilla señaló como un poseso el punto de penalti, una pena máxima que sólo existió en su retina empujado por su manía al Cádiz que quizás algún se digne a explicarla. Fue la pelota la que dio en el brazo del canario, que nunca quiso tocarla. El castigo fue inevitable por el capricho de Ais Reig pero Cifuentes se encargó de poner las cosas en su sitio al repeler el lanzamiento de Alexander. El cancerbero adivinó el lado por el que tiró su contrincante y con su brillante intervención evitó que el cuadro azulgrana se pusiera por delante. 

Los hombres de Cervera intentaron estimularse tras la parada del portero pero jugaron con más corazón que cabeza. Les costó un mundo alcanzar el marco defendido por un Sergio Herrera que apenas entró en juego porque el Cádiz no dirigió un disparo a puerta en toda la primera parte. En el 24, Álvaro García culminó un buen contragolpe con un zurdazo que se escapó alto. En el 34, José Mari irrumpió en el área y su centro raso hizo que el esférico se pasease junto a la portería sin un compañero que lo empujase. 

Poco más hicieron los anfitriones en ataque pese al estéril empuje en los minutos previos al intermedio. El Cádiz tenía que ofrecer mucho más en la reanudación para tratar de quedarse con los tres puntos, una misión harto complicada ante un rival que había mostrado mejores maneras y fue superior en el primer acto. 

La segunda mitad siguió derroteros similares a la de la primera. El dueño del balón fue el conjunto aragonés pero el Cádiz supo responder con un golpe certero en el minuto 52 que acabaría siendo definitivo. Ortuño lanzó una falta desde la frontal que se estrelló contra la barrera, el balón llegó a Carpio, que cambió a la banda izquierda para que Luis Ruiz, tras deshacerse de un contrario, sirviera por alto al corazón del área y el propio Ortuño, en boca de gol, marcara con un testarazo inapelable. El murciano, que no mojaba desde la cuarta jornada, se reencontraba con el gol casi dos meses después en el momento más oportuno para poner con ventaja a un Cádiz que aprovechó a las mil maravillas su primer tiro a puerta. Se animaron los locales, que a punto estuvieron de hacer el segundos dos minutos después con un latigazo de Aitor que sacó Sergio Herrera. 

El Huesca se repuso de mazazo e inició un asedio que se prolongó hasta el final, aunque sólo dispuso de una oportunidad clara. Cervera se apresuró a mover el banquillo e hizo debutar en la Liga a Gastón del Castillo antes de dar entrada también a Dani Güiza y Garrido. El ingreso del vasco dio equilibrio y el sufrimiento quedó amortiguado pese al incertidumbre reinante hasta el final. 

El Cádiz se echó atrás sin recato y se abonó a la contra. En una de las pocas que consiguió montar, el cañonazo Álvaro García (minuto 73) se perdió en el lateral de la red tras tocar el balón un defensa. Anquela echó el resto al quitar a dos zagueros y poner hombres de vocación ofensiva, como el ex cadista Ferreiro y Urko Vera. El cuadro aragonés se lanzó a la desesperada a por un empate que en el 77 rozó Borja Lázaro con un derechazo que lamió un poste. 

Para no perder costumbre, el Cádiz llegó al desenlace condenado a sufrir. Con un Huesca volcado, los amarillos encontraron espacios en ataque pero no supieron apuntillar. Faltó precisión en el último pase y hasta que Ais Reig no pitó el final nadie respiró aliviado.

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