Cádiz CF

Las claves de la victoria del Cádiz CF contra el Barcelona

  • Baño táctico de Cervera, máxima concentración, no ir por debajo en el marcador...

Los jugadores del Cádiz celebran el gol de Álvaro Giménez.

Los jugadores del Cádiz celebran el gol de Álvaro Giménez. / Julio González

La victoria del Cádiz CF sobre el Barcelona se fraguó sobre una serie de soportes que funcionaron con la sincronización indispensable para alcanzar el éxito. Detrás de la victoria frente a uno de los grandes hay un duro trabajo de preparación y ejecución. Estas son algunas de las claves del triunfo en una noche inolvidable:

Seña de identidad tatuada en la piel

El Cádiz CF hace un juego tan sencillo como práctico. Los rivales saben cómo se las gasta pero se estrellan contra un muro. La defensa es la prioridad y después está todo lo demás. Es el modus operandi de un equipo que se emplea a fondo en un modelo que da resultado. Una idea común de la que se empapan todos los jugadores para aplicarla a rajatabla sobre el césped. Ver a Alberto Perea casi como un lateral ante el Barcelona es el ejemplo más palpable.

Planteamiento aplicado a rajatabla

Lo mejor que hizo el Cádiz CF fue cerrarle todos los espacios al conjunto azulgrana. Dos líneas unidas por pegamento industrial que no se separó durante noventa y tantos minutos. El entrenador, Álvaro Cervera, estudió al milímetro al rival y dispuso un trivote en la zona central para convertir un laberinto el juego asociativo de los culés, que gira en torno a Messi. La victoria, como el baloncesto o el balonmano, llegó desde la defensa. Para los azulgranas fue lo contrario: la derrota llegó desde el ataque y el escaso cuidado defensivo. Cervera le comió la tostada a Zinedine Zidane y lo hizo también con Ronald Koeman.

Doble escudo para las faltas de Messi

El Cádiz CF había tenido en cuenta todos los detalles. Todo tenía que estar amarrado para poder disponer de opciones de ganar. Hasta cómo defender las faltas de Messi había estudiado. Y aplicó el mismo método que había puesto en práctica un año antes cuando otro especialista, Ager Aketxe, se enfrentó a los amarillos cuando militaba en el Deportivo de La Coruña. El guardameta bien colocado en su sitio escoltado por dos jugadores situados también en la portería, cada uno junto a un poste. Con ello Messi, como Aketxe, perdía la referencia habitual.

La frenética irrupción de Negredo

El delantero marcó su primer gol como cadista en Carranza y el momento no pudo ser más oportuno. Todo el mundo habla del doble error grotesco de Lenglet y Ter Stegen, pero además de los fallos hubo quien fue a taponar al portero, a pelear por el balón. La lucha no se negocia. La ambición tampoco. Tuvo suerte porque la buscó, se llevó el balón y la definición fue una obra de arte. Con sangre fría, hizo un pequeño amago con el que salvó a De Jong y sólo que tuvo que empujar a placer.

No verse por debajo en el marcador

Una de las claves del triunfo radicó en que el equipo amarillo no llegó a ir perdiendo en ningún momento. Para ganar era era fundamental no tener que remontar. Hubiese sido muy complicado, como imposible lo tuvo el Barça con el 2-1.

Máxima concentración de principio a fin

Para defender con eficacia ante uno de los grandes es necesaria una concentración absoluta desde el primer minuto hasta el final y un derroche físico hasta la última gota de sudor. En esos aspectos nadie le gana al Cádiz CF. Es más, al mérito de los amarillos se unió el despiste de la zaga barcelonista, imperdonable en un teórico aspirante al título.

Lo colectivo por encima de lo individual

El Cádiz CF es un bloque con mayúsculas. Venció a todo un Barcelona pese a la ausencia de hombres importantes como Cala, José Mari, Salvi y Lozano, este último suplente aunque sin estar a tope. Lo que prevalece es el trabajo en equipo. El que juega ejecuta el sistema de sobra conocido, cada uno con sus habilidades pero con uuna idea común grabada en el cerebro.

Habilidad para provocar y aprovechar errores

El Cádiz CF tendió una trampa mortal al Barcelona con la pegajosa telaraña que tejió en su parcela. El conjunto azulgrana quedó atrapado una y otra vez en la trinchera defensiva de un equipo amarillo que sabía que sus opciones de éxito, que a priori no debían ser muchas por el poderío del adversario, pasaban por la entorpecer el juego asociativo de Messi y compañía.

De la pizarra pasó a los hechos y el resultado es de sobra conocido. Casi tres décadas después, el pequeño se volvió a comer al grande. Es algo que sucede muy de vez en cuando y el 5 de diciembre fue una de esas contadas ocasiones.

Los soldados de Álvaro Cervera convirtieron su terreno en un campo de minas por donde no podían pasar los blaugranas. No les hizo falta el balón para nada salvo para dar un par de golpes de efecto. El porcentaje de posesión de balón de lo amarillos fue el más bajo que se recuerda en tiempos recientes. Apenas llegó al 18 por ciento frente al demoledor 82 de los visitantes. Esas cifras otorgan aún más merito al triunfo. Ganó sin el esférico.

Lo que cuenta en el fútbol son los goles, que son la realidad ante cifras que no siempre se traducen en victorias. Hay otros datos que contribuyen a desmontar el mito de la posesión. El Barça tuvo la pelota casi todo el tiempo por voluntad de ambas partes. El Cádiz CF le cedió el cuero y se dedicó a provocar errores en los pases una y otra vez hasta aburrir al de enfrente. Un clásico en los partidos del equipo de Cervera.

El cierre de espacios impidió la maniobrabilidad de los catalanes, que chocaron una y otra vez contra la doble telaraña defensiva. El Barça acumuló un total de 148 pérdidas de balón en el estadio Carranza, según los datos de Opta recogidos por el periódico Mundo Deportivo. ¿Quién provocó tantos errores del adversario? Los jugadores del Cádiz CF, que son los más pesados del mundo hasta el punto de desesperar al mismísimo Messi.

El astro argentino fue el mejor de su equipo con algunos pases e incursiones peligrosas, pero sufrió en sus propias carnes la archiconocida consistencia de los gaditanos. Hasta 29 pérdidas de balón provocaron los de Cervera al considerado mejor jugador del mundo. No había extraviado tantas veces el cuero esta temporada hasta que chocó contra un ejército armado hasta los dientes que no dejó pasar una.

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