CÁDIZ CF

"¡Que bote el chino!", euforia en el Granada

  • El dueño del club rojiblanco, coreado por los hinchas tras el triunfo en el Carlos Belmonte

Jiang Lizhang es el máximo dirigente del conjunto rojiblanco.

Jiang Lizhang es el máximo dirigente del conjunto rojiblanco. / PEPE VILLOSLADA

Granada se despertó ayer ilusionada con su equipo de fútbol. La victoria en el Carlos Belmonte acerca al próximo rival del Cádiz a la Primera División pero aún no está todo conseguido. Sin embargo, ello no fue óbice para que el presidente de la entidad, poco dado a presenciar los encuentros del equipo del que es propietario, fuera un hincha más cuando Pizarro Gómez señaló el final del encuentro.

Jiang Lizhang salió una vez que el estadio manchego estaba vacío y tan sólo quedaban los seguidores rojiblancos en el córner en el que estaban situados por motivos de seguridad. Fue entonces cuando el dueño de la entidad nazarí enfiló el túnel de vestuarios que se encuentra ubicado en un fondo para saludar a la afición, y ésta, en plena euforia por el triunfo cosechado, comenzó a vitorearle. Seguramente muchos de ellos eran los mismos que la pasada campaña, y hace dos temporadas ante los fracasos deportivos, pidieron su dimisión. Pero el fútbol es así de caprichoso. Y claro, Lizhang no se cortó y a los gritos de "¡que bote el chino, que bote el chino!" y "¡presidente, presidente!" respondió con botes y saltos, dejándose llevar por la emoción y el momento. En definitiva, se vino arriba.

El enfrentamiento ante los de Ramis fue durísimo, con muchos duelos individuales pero los de Martínez nunca se achantaron. En especial destacaron los cuatro zagueros que mantuvieron una dura pelea con Zozulia y Rey Manaj durante los 96 minutos que duró el choque. Pero fue una decisión táctica que tomó el técnico gallego del Granada CF la que cambió el partido. Corría el minuto 55 cuando optó por retirar del terreno de juego a Fede Vico y dar entrada a Alejandro Pozo. El ingreso del sevillano varió el sistema de juego, ordenando a Víctor Díaz situarse como tercer central junto a Germán y Martínez y a partir de ahí el Albacete dejó de acosar el área de Rui Silva. Y es que aunque no se vean, hay ocasiones en las que un cambio puede variar el signo de un partido y lo que ocurrió en Albacete es un claro ejemplo de ello. Jugar con tres centrales y dos carrileros ha sido el sistema para sellar más de una cita.

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