UCAM Murcia · Cádiz

Un punto desde el respeto (1-1)

  • El conjunto gaditano araña un valioso empate en un duelo de precauciones con más acierto de las defensas que los ataques. Eddy se estrena como goleador para igualar antes del descanso.

Eddy Silvestre, que anotó el gol de los amarillos, conduce el balón presionado por un rival.

Eddy Silvestre, que anotó el gol de los amarillos, conduce el balón presionado por un rival. / LOF

Abrazar un empate a domicilio a estas alturas de la temporada, frente a uno de los rivales más en forma a día de hoy, no es un mal resultado. Y menos en un partido nada brillante, de esos que no tardan en ser despedazados por la trituradora del olvido. Fue un duelo de tono grisáceo por parte de los dos y por ello el 1-1 no puede ser más justo. El Cádiz arañó un punto en el campo del UCAM Murcia en una contienda con pocas ocasiones, resuelto con un merecido reparto de puntos entre dos equipos más acertados en defensa que en ataque en un exceso de respeto mutuo. Un oportuno gol de Eddy Silvestre justo antes del descanso neutralizó el tanto de Jona.

Los amarillos no tuvieron un buen día con el balón. No conectaron arriba y fueron a lo práctico. Se emplearon a fondo para atenazar a un adversario que tampoco dejó poco margen. Lo ideal hubiese sido ganar pero cuando la victoria no es posible, el punto es bueno, adquiere valor para que los gaditanos den un pequeño paso más en su permanente batalla por acceder a la fase de ascenso. Todo lo que sea sumar es bueno pese a las ausencias en el centro del campo y a la falta de frescura en determinados instantes.

Después de la derrota en casa ante el Tenerife, Álvaro Cervera tenía claro que esta semana iba a hacer algún movimiento de piezas, que no de sistema. El preparador cadista entregó la titularidad a Ager Aketxe en una alineación que presentaba cuatro novedades. Además del estreno del vasco en el once, ubicado en tres cuartos, Luis Ruiz volvió a jugar 16 jornadas más tarde, Eddy Silvestre regresó a un inicio dos meses después y Salvi ocupó la banda derecha en detrimento de Nico Hidalgo.

El Cádiz se empeñó en tapar espacios en su terreno con la premisa prioritaria de tratar de no recibir goles. No quería dar concesiones como tampoco su rival, protector también de su campo. Los amarillos defendieron pero aplicaron el acordeón. Replegados sin el balón y estirados con la posesión del esférico. Al menos ese era su propósito. Fueron ellos y no los locales los que más se aproximaron al área por los dos costados con algunos centros que no encontraron aliados. Pero poco más.

La sombra del aburrimiento se agigantó hasta extremos desesperantes. Mucho desgaste físico y nada de fútbol. Ni una jugada que llevarse a la boca. El miedo a perder pesaba más que los intentos de crear jugadas de mérito, que no pasaban de meras intenciones. El Cádiz empezó a sentirse incómodo cuando los universitarios quisieron romper la dinámica tediosa. Jona avisó en el minuto 22 con un cabezazo que salió desviado y en la réplica (en el 28) llegó la primera oportunidad digna de mención cuando un remate de Ortuño algo flojo dentro del área lo atrapó Fernando sin dificultades.

Muy poco ofrecían los gaditanos salvo un orden defensivo que saltó por los aires en el minuto 37 cuando el ex cadista Jona batió a Alberto Cifuentes con un potente zurdazo con poco ángulo dentro del área. El ariete prolongó su dulce momento con un golazo ayudado por la pasividad de la zaga cadista. El UCAM sacó petróleo de un saque de banda cuando Iban Salvador prolongó de tacón al malagueño y éste se zafó de Aridane con una facilidad pasmosa antes de elevar el 1-0 al marcador. Un jarro de agua fría.

Los amarillos no habían hecho nada para ganar pero tampoco para perder en un duelo plano, intenso aunque falto de fútbol hasta que se conjugaron el acierto de Jona y el fallo atrás para quedarse por debajo y verse abocado a remontar. La nota positiva es que no tardaron en devolver el empate al marcador. Justo antes del intermedio. Los hombres de Cervera se fueron arriba como si no hubiese un mañana y Eddy Silvestre, en su segunda tentativa, firmó las tablas en el minuto 45. Poco antes de marcar su primer tanto oficial con el Cádiz había puesto a prueba a Fernando en el 39 con un cabezazo que el cancerbero repelió con un paradón. Nada pudo hacer después el arquero, que había rechazado un disparo desde la frontal de Luis Ruiz a la salida de un córner pero el balón salió al corazón del área y el almeriense, atento cerca de la portería, no perdonó con un remate ajustado a un poste.

El Cádiz se fue al descanso con el alivio de haber reaccionado y disponía de toda la segunda parte para terminar de darle la vuelta a la tortilla.

El guión en la reanudación quedó establecido con rapidez. Los murcianos empujaron y la presencia de los gaditanos arriba no existió en el arranque. Se ocuparon más de impedir el juego de los anfitriones y los dos se agarraron a las acciones de estrategia. Un lanzamiento de falta de Góngora en el 55 obligó a Cifuentes a despejar de puños y en el 60 Aridane cabeceó fuera en una acción nacida a balón parado que supuso el despertar del Cádiz en ataque, aunque en chispazos aislados. En una contra en el 67 estuvo muy cerca de hacer el segundo cuando Tito evitó que Ortuño rematase en boca de gol un servicio de Aitor, que acababa se saltar al césped en lugar de Aketxe.

El onubense se ubicó en la banda izquierda y Álvaro García pasó a tres cuartos para tratar de sorprender con su velocidad por el centro en el tramo definitivo. Pero el partido no estaba para florituras. El balón iba de un lado a otro sin gobierno. Nadie era el dueño del cuero y el encuentro se encaminó si remedio hacia un empate que pocas veces se ajustó más a los merecimientos de uno y otro. Un punto más.

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