Cádiz CF

Ojo al balón

  • Los múltiples errores cometidos en los últimos encuentros obligan a los gaditanos a aumentar la concentración

OJO AL BALÓN

OJO AL BALÓN

Una de las claves de los pasos cortos que en las últimas semanas da el Cádiz en la producción puntos se asienta sobre el soporte de los errores. Los sucesivos fallos se traducen en un lento recorrido plagado de empates: nada menos que ocho en los nueve partidos más recientes, con una victoria entre medias que aparece a modo de oasis en el desierto. Once puntos de los últimos 27 (un 40,7 por ciento) se quedan cortos para amarrar de manera definitiva el billete para la fase de ascenso, pero hasta la fecha son suficientes para conservar un puesto en la zona noble y depender de sí mismo en los dos compromisos restantes.

Falta rematar la faena. Dejó escapar la oportunidad de sellar su pase y ahora se la juega en los dos próximos capítulos. El Cádiz se desenvuelve entre sensaciones contradictorias, enredado en múltiples descuidos aunque capaz de respirar empujado por su resistencia a perder. Pese a que disminuye su consistencia sigue siendo una escuadra incómoda para los demás. No gana partidos, camina punto a punto cuando en realidad necesita hacerlo de tres en tres en el tramo más importante del campeonato, pero saca a relucir su carácter competitivo para agarrarse a los partidos. No conoce la derrota desde hace justo dos meses, cuando cayó (0-1) en casa contra el Tenerife. A ese gen competitivo se aferra en busca del objetivo mayor del play-off consciente de que si no quiere ponerse en manos de sus rivales directos debe reconciliarse con el triunfo sin más demora. Se acabó el margen.

En seis de esos últimos nueve envites, los del atasco, llegó a estar por debajo en el marcador, una clara señal del laberinto en el que se adentra un equipo que de una manera un otra siempre acaba encontrando una salida airosa. En el Sánchez Pizjuán llegó a verse un par veces con dos goles de desventaja (2-0 y 3-1) y cuando parecía abocado a un varapalo de lo más inoportuno logró nivelar la balanza y se abrazó al mal menor de la igualada. En La Romareda estaba condenado a la derrota hasta que Aitor, providencial, apareció en el último suspiro para rescatar un punto milagroso. Ante el Levante, en el Carranza, otra vez en desventaja hasta que Salvi firmó el gol del empate. Una jornada antes, un cabezazo de Ortuño en el tiempo de prolongación evitó la derrota en el campo del Huesca. De nuevo el murciano apareció para establecer el equilibrio en el marcador en el duelo casero contra el Lugo, y un tanto de Eddy Silvestre salvó al conjunto gaditano la vieja Condomina ante el UCAM Murcia.

Los fallos ponen cuesta arriba el desarrollo de los encuentros y el empeño del vestuario es corregir esos errores que denominan puntuales aunque se encadenan una semana tras otra. Dejan de ser aislados para convertirse en constantes en un momento nada conveniente, justo en la resolución del torneo. Los tres tantos recibidos ante el Sevilla Atlético llegaron por méritos de las jóvenes promesas de Nervión y también por deméritos de una zaga insegura, incapaz de frenar las internadas de los locales con el añadido del penalti cometido por Aridane. La jornada antes, la pasividad defensiva propició el gol del empate del Córdoba tras un saque de banda en el que el balón recorrió el área de un lado a otro hasta que Alfaro conectó un remate imparable. En Zaragoza, el conjunto maño sorprendió con un saque de falta en corto que pilló por sorpresa a los amarillos y desembocó en el 1-0. Frente al Lugo, el Cádiz se vio por debajo tras un córner mal defendido y ante el UCAM Murcia pagó con un tanto la pasividad mostrada en un saque de banda del equipo contrario. Siete de los últimos nueve goles en contra tuvieron su génesis en fallos que, uno tras otro, lastran las posibilidades de la victoria, que se vuelve esquiva.

Los jugadores se entrenan con el afán de corregir errores. Dejar la portería a cero es argumento de partida para retomar la senda del triunfo. El Cádiz ha recibido al menos un gol en nueve de sus últimos 11 envites. Los dos que mantuvo el arco inmaculado los resolvió victoria (0-2 en el campo del Alcorcón) y un empate a cero contra el Nástic de Tarragona que no se convirtieron en tres puntos por el penalti desperdiciado por Ortuño.

La concentración es un elemento básico en la recta final de una temporada que se hace larga. El más mínimo despiste en un segundo puede costar caro, como ya ha comprobado un conjunto amarillo que no va a dejar de presentar batalla hasta el pitido final. La fase de ascenso está al alcance de la mano pero es preciso un aumento del acierto en las dos áreas. La tendencia del Cádiz en las jornadas precedentes es la menos recomendable para un equipo cuyas aspiraciones actuales son más altas que los resultados a causa del balón colectivo e individual de algunos pesos pesados. El lado positivo de la situación es que no va a bajar los brazos.

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