Cádiz - Numancia | Ambiente

Felicidad interrumpida

  • La afición despide la primera vuelta, el otoño y el año con rabia e impotencia por la actuación del catalán Ávalos Barrera, determinante en la primera derrota cadista en Carranza

Imagen de la Tribuna mientras Salvi se marcha tras ver la roja directa.

Imagen de la Tribuna mientras Salvi se marcha tras ver la roja directa. / Fito Carreto

El Ramón de Carranza despidió de la peor manera posible la primera vuelta, el otoño y el año. La pretensión de disfrutar de lo lindo con una nueva alegría se transformó en pesar por la primera derrota del curso en casa. Y lo más triste es que el cadismo se marchó cabizbajo no por la actuación de los suyos, que se han ganado crédito más que de sobra, sino por la rabia e impotencia que suscitó la criticada actuación del catalán Ávalos Barrera.

El árbitro se convirtió en principal protagonista de la contienda por sus decisiones tras el descanso. De un posible penalti a Salvi se pasó en un visto y no visto a la expulsión del sanluqueño y a renglón seguido a una pena máxima a favor del Numancia, ambas acciones revisadas por el VAR pero no exentas de polémica.

Con unas gradas que presentaban más espacios libres que otros días, por más que la cifra oficial que facilita en club siempre oscila por guarismos similares –la cuestión bien merecería su estudio en Cuarto Milenio-, los incondicionales gaditanos creyeron que vivirían  un encuentro algo más apacible que en anteriores ocasiones sobre todo porque la balanza empezó a inclinarse a favor muy pronto.

En efecto, el 1-0 antes del cuarto de hora otorgó un plus de tranquilidad a los aficionados, que finalmente no llevaron a cabo la propuesta solidaria que había surgido durante la semana de peluchada popular como modo de apoyar la campaña Ningún niño sin juguetes. El mal tiempo, con lluvia intermitente desde la mañana, tampoco contribuyó a la iniciativa.

Todo iba sobre ruedas, según el guión se diría, pero un garrafal fallo justo antes del descanso representó un jarro de agua fría en forma de empate y a la vuelta del vestuario ya todo se puso cuesta arriba. El titular de Soria confió en sus posibilidades y el trencilla hizo el resto. Del deseado 2-1 se pasó a un 1-3.

Así y todo, los seguidores empujaron hasta el final, correspondidos por el amor propio de los locales, que recortaron y volvieron a recibir una puntilla. La lucha no se negocia y el pundonor tampoco. El líder no pudo refrendar su extraordinaria temporada con un último botón de muestra en 2019 en vísperas de Navidad, pero el sueño del ascenso a Primera División sigue vigente.

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