Cádiz CF

Falta de convicción

  • El conjunto amarillo desprende la sensación de tener poca ambición y se adentra en un peligroso laberinto empujado por la ausencia de resultados y un juego errático

Álex Fernández es frenado por dos contrarios durante el encuentro contra el Tenerife.

Álex Fernández es frenado por dos contrarios durante el encuentro contra el Tenerife.

El Cádiz se enreda en la parte baja de la clasificación mientras la crisis se cuela en el vestuario. Se veía venir. La cuestión es que no llegue para quedarse. Las sensaciones no eran buenas en las últimas semanas. Poco ha tardado en aparecer los problemas que se bifurcan en dos vertientes: la falta de resultados positivos y un juego errático que acrecienta las dudas sobre la capacidad de una plantilla que priori dispone de un fondo de armario más extenso que la pasada temporada.

Una carencia está ligada a la otra -resultado y juego-. Una sola victoria -la del capítulo inaugural frente al Almería- en siete jornadas de Liga y seis encuentros consecutivos sin ganar son motivos más que suficientes para que se activen todas las luces de emergencia. La preocupación invade el planeta cadista ante la prolongada falta de respuesta de un equipo que se olvida de ganar.

La derrota en el terreno del Tenerife no hace sino corroborar el peor arranque del Cádiz desde su deseado regreso a la categoría de plata. En su tercera campaña en LaLiga 1|2|3 suma sólo seis puntos de los 21 disputados. Hasta 16 se ha dejado ya en el camino. En la 2016/17 llevaba a estas alturas ocho puntos, dos más que en el presente preñado de incertidumbre. En la 2017/18 atesoraba 11 que ya quiera acreditar en la actualidad. En la 2018/19 no arranca ni a la de tres.

La caída en picado del Cádiz es fiel reflejo de su comportamiento sobre el césped. En el Heliodoro Rodríguez López se vio a un equipo visitante sin rumbo, sin saber a qué atenerse, con el único argumento de jugar a cerrar la portería hasta que todo saltó por los aires cuando los insulares marcaron poco después de la media hora. No hubo plan B. Y si lo hubo no salió nada frente a un adversario al que no le hizo falta brillar para quedarse con los tres puntos. Qué poco es necesario para derribar a un Cádiz atrapado en un laberinto de difícil salida.

Con el 1-0 se acabó la historia del partido y eso que aún quedaba casi una hora por delante, pero el conjunto amarillo se empeñó de desplegar toda una demostración de inoperancia. El síntoma más preocupante es la falta de confianza de un equipo incapaz de llegar al área contraria con cierto peligro. Álex Fernández, un centrocampista, fue el único que disparó en la dirección adecuada con lanzamientos lejanos que no terminaron de hacer daño. Nada se supo del resto.

El Cádiz sabe de sobra lo que tiene que hacer cuando el marcador es favorable a sus intereses pero pierde el norte cuando se ve por debajo y está obligado a atacar. Esperar a sacarle jugo a un error del contrario o a una acción a balón parado es jugar con fuego y el equipo amarillo empieza a quemarse. La mecha está encendida.

El Tenerife, conocedor de las carencias de su rival, cedió la iniciativa a un Cádiz que nunca supo qué hacer con el balón. De nada le sirve tener más posesión que el adversario -51,4 por ciento frente a 48,6- si después carece de clarividencia. La zaga chicharrera no pasó demasiados agobios para conserver la mínima renta.

La nula efectividad en ataque obedece a las escasas ideas a nivel colectivo e individual. El equipo estuvo poco dinámico, con jugadores atenazados, sin recursos y, lo peor, sin creer siquiera en la posibilidad de un empate que buscó sin convicción. No sucedió sólo en Tenerife. El problema viene de atrás. Salvi no acaba de entrar en materia y el efecto Manu Vallejo empieza a difuminarse. Aketxe -baja en la última cita por molestias físicas- ha pasado de fichaje estrella -cedido por el Toronto- a ser carne de banquillo -suplente ante el Albacete y el Alcorcón-. Los delanteros no ven puerta ni en sueños. El centro del campo no impone su teórico potencial y la defensa no desprende la seguridad de campañas anteriores. El problema global y por líneas está servido y el entrenador no da con la tecla.

¿Cómo se arregla esto? Con el convencimiento de que es posible salir adelante. Hay que demostrarlo sobre el césped. Con una necesaria valentía en ataque además de cuidar la misión defensiva. con movilidad. Con una mayor concentración porque demostrado está que una jugada aislada cuesta un partido, como quedó de manifiesto en territorio insular. Cuando los detalles terminan siempre por causar perjuicios es que hay algo que no funciona.

No puede ser que la balanza se incline siempre a favor del rival. El trivote no es la única solución a tenor del resultado adverso cosechado en Santa Cruz. El balón no corrió con la velocidad deseada y el Cádiz actuó como un equipo previsible, sin aptitud para la sorpresa. En la recta final del encuentro hacían falta atacantes pero el equipo llegó con tres medios hasta el último pitido del árbitro.

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