Cádiz - Málaga | Ambiente

Contraproducente calor de la grada

  • Carranza vuelve a convertirse en una olla a presión pero esta vez no asiste a un milagro final

  • La fiesta corresponde a los numerosos seguidores costasoleños, que replican así al ¡”Al Thani quédate”!

Las gradas del Ramón de Carranza registraron una magnífica entrada, con colorido y entusiasmo de la afición.

Las gradas del Ramón de Carranza registraron una magnífica entrada, con colorido y entusiasmo de la afición. / Fito Carreto

Al Cádiz parece que empieza a pesarle la responsabilidad del liderato, por más que lleve instalado casi todo el curso en lo más alto de la tabla clasificatoria. No es lo mismo cuando marchaba primero en una inercia ganadora un tanto inesperada y con un mundo por delante que ahora que sólo falta un tercio de competición y ya nadie duda en señalarle como firme candidato al ascenso directo a Primera División.

El encuentro de este domingo contra el Málaga en el Ramón de Carranza se convirtió en un claro ejemplo de lo que le ocurre al titular de la Tacita de Plata. En una jornada propicia para abrir brecha respecto al segundo y el tercero, por la derrota cosechada por el Almería, a pesar de la entidad de un rival que no obstante anda metido de lleno en la pelea por la permanencia, desde el pitido inicial se pudo comprobar que no sobraban precisamente las ideas. Pocas cosas salían como se entrenan.

El calor ambiental de la grada resultó en cierto modo contraproducente. Otra vez con una magnífica entrada de espectadores, como el día del Zaragoza, y también en una tarde más primaveral que de invierno, los amarillos ofrecieron una imagen bien diferente a la del bloque sólido en defensa y solvente en ataque que ha marcado la trayectoria de esta temporada.

Incluso con 0-0 en el marcador, la primera parte reflejó que no se le da bien al equipo de Álvaro Cervera sentirse obligado por su condición de favorito. Al margen de la posesión, que a estas alturas es lo de menos, el conjunto costasoleño mandó en muchos otros aspectos y siempre dio sensación de más peligro. Por eso no fue en absoluto nada de extrañar que, como en el anterior choque en casa, los visitantes se adelantaran, en esta ocasión por un penalti confirmado por el VAR.

Nada que reprochar a la afición. Si sobre el césped la lucha no se negocia, en la grada el apoyo se antoja incondicional. Con 0-1 y más cerca el segundo malacitano que el empate, no faltó el aliento, la esperanza, la confianza en una acción puntual o un golpe de fortuna. Visto lo visto en esta Liga, un punto puede celebrarse como una victoria, según el caso.

Los cánticos de ánimo y los pitos -y algún que otro insulto- al cuadro visitante y/o al árbitro fueron una constante hasta el final. Pero esta vez no hubo milagro. No siempre van a ocurrir cosas en el tiempo de prolongación. La alegría correspondió a los numerosos seguidores desplazados desde Málaga. Su fiesta final fue la forma de replicar a los mensajes irónicos, uno en concreto, al más puro estilo gaditano: “¡Al Thani quédate!”.

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