El resultado del Cádiz-Málaga

La peor versión del líder (0-1)

  • El Cádiz paga caro su miedo, despierta tarde y cede tres puntos en casa

Alberto Perea, en acción en el partido contra el Málaga.

Alberto Perea, en acción en el partido contra el Málaga. / Fito Carreto

El Cádiz CF ofreció la peor versión de los últimos tiempos y dejó escapar una oportunidad de oro de distanciarse de sus rivales directos. Perdió (0-1) con todo merecimiento ante un Málaga superior que supo aprovechar su momento.

El líder no lo pareció en ningún momento. No fue el equipo solvente de otras ocasiones, salió acorbadado y cuando quiso despertar ya era demasiado tarde. Sólo tiró a puerta a partir del minuto ochenta y tantos, con el partido perdido. Nunca dio la sensación de poder equilibrar la balanza. Nervioso, indeciso, con tics similares a los de pasadas temporadas cuando llegaba a los 50 puntos. Qué mal le sienta al Cádiz alcanzar el medio centenar.

Partido muy táctico desde el pitido inicial con una consigna común en dos equipos: prohibido perder la posición y preponderancia del entramado defensivo. Con esa premisa innegociable, nadie era capaz de adentrarse en el área contraria, ni siquiera de olisquear el peligro. Y eso que los locales salieron con dos delanteros puros, Malbasic y Álvaro Giménez, que estrenó titularidad.

El epicentro de la batalla estuvo en el centro del campo, donde unos y otros se robaron el balón con frecuencia. En esa faceta sobresalió Garrido. Imposible organizar una jugada con más de dos pases y bandas cortocircuitadas a la espera de un chispazo, con Salvi algo errático y Alberto Perea muy vigilado y excedido en la retención del cuero. Los dos sin capacidad de desborde.

Los visitantes fueron creciendo con el paso del tiempo sin hacer nada del otro mundo. Tomaron el mando del esférico aunque sin llegar a tener profundidad.

El partido carecía de ritmo, como si hubiese un pacto de no agresión hasta la segunda parte. Juego lento, con constantes imprecisiones. El líder no parecía serlo. No pasaba de protegerse con eficacia en su parcela. Poco más. Abuso del patadón, escasas ideas ofensivas… Y el rival cada vez más confiado en sus posibilidades. En el 25, Alberto Cifuentes tuvo que abandonar su espacio para despejar de cabeza ante la llegada de Sadiku.

El partido era digno de una siesta. A lo máximo que llegaban los de casa era a provocar saques de esquina, que no es poco en estos casos. Tampoco sacaban rédito a balón parado.

Ninguno de los dos equipos daba la sensación de poder mirar a puerta. El Málaga pareció más cercano por momentos, cuando Luis Muñoz casi sorprendió con una internada por el centro superada la media hora y poco después una volea de Antoñín estrellaba la pelota contra Adrián, que estaba en fuera de juego.

La primera ocasión, por decir algo, de los anfitriones, tardó 35 minutos en producirse. Fue un cabezazo alto de Malbasic tras un preciso centro (por fin) de Salvi. Más clara fue la que tuvo el sanluqueño en el 38, cuando disparó por encima del larguero tras un servicio de Álvaro Giménez.

Pese a esas dos llegadas, el Cádiz se fue al descanso con el susto en el cuerpo tras el gol anulado al malaguista Adrián en el 41 por falta de Sadiku a Alberto Cifuentes tras el saque de banda al interior del área de Luis Hernández. Pulido Santana invalidó el tanto al instante y el VAR confirmó su acierto.

Los últimos instantes de la primera parte fueron un calvario para los amarillos, descompuestos atrás, con inseguridad impropia de su lugar en la clasificación.

La mejor noticia para los de Álvaro Cervera fue el intermedio después de una primera mitad en la que no pusieron un balón en la portería contraria. Las sensaciones no eran nada buenas frente a un adversario que fue a más aunque tampoco disparó entre los palos.

Al preparador cadista no debió gustarle nada lo que estaba viendo porque dejó en la caseta a Malbasic y Álvaro Giménez (los dos estaban amonestados) y dio entrada a Edu Ramos y Nano Mesa, por lo que Álex pasó a la delantera.

Dos cambios a mitad de encuentro para nada. El Cádiz arrancó en la reanudación igual de mal que al final del primer acto. Completamente dormido. Inexplicable. Se metió tan atrás que el cuadro visitante aplicó el rodillo de salida.

Y claro, cuando un sale atolondrado, con miedo, sucede lo peor. No habían pasado cinco minutos de la segunda mitad cuando Espino tocó el balón con la mano dentro del área. El árbitro no vio la acción pero consultó con el monitor a instancias del VAR y no lo dudó. La mano no admitía discusión. Pena máxima que Adrián transformó en el minuto 50 para poner el 0-1. Lanzó pegado a un poste y Cifuentes no llegó por centímetros.

El Cádiz disponía de toda la segunda parte para al menos evitar la derrota. A ello se puso con prisas, con más corazón que cabeza, con poca fe y con más voluntad que acierto. En el 57, la defensa costasoleña abortó un intentó de remate de Salvi en el área pequeña.

No le quedaba otra solución al líder que volcarse a tumba abierta, esta vez con dos medios defensivos. El juego se escoraba hacia la izquierda a la espera de la inspiración de Alberto Perea, que no tuvo su tarde pese a alguna acción aislada. Y el que dejaba espacios era el anfitrión. Un error de Garrido en la entrega casi costó el 0-2

El tiempo pasaba volando mientras los locales seguían sin tirar a puerta. En el 67 casi la vio Álex Fernández con un derechazo desde el balcón del área aunque el balón se escapó cerca de un poste.

El Cádiz quería pero no podía. Lo intentaba de todas las manera posibles y en el 71 Nano Mesa reclamó penalti al ser derribado por Diego González dentro del área, peor lo que se llevó fue una cartulina por una supuesta simulación. Penalti clarísimo que ni siquiera fue objeto de consulta en el monitor.

Una carta le quedaba a Cervera en el banquillo y se la jugó con Jurado y una defensa de tres en la recta final. De nada sirvió el último movimiento. Demasiado atropellado el conjunto de casa frente a un Málaga ordenado en su terreno.

Quedaba la oleada definitiva de los últimos minutos, cuando por fin el Cádiz tiró a puerta. Lo hizo Iza Carcelén en el 82 con una volea que respondió Munir con un paradón.

La reacción se quedó en tentativa. No dio para más un equipo que no mereció ni siquiera un empate pese a que apretó de lo lindo al final.

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