Cádiz - Deportivo | La crónica

Poder amarillo (3-0)

  • El conjunto de Cervera cierra 2018 con un prestigioso triunfo que le permite irse de vacaciones en la sexta plaza

Álex Fernández y Manu Vallejo se abrazan tras el tanto del chiclanero.

Álex Fernández y Manu Vallejo se abrazan tras el tanto del chiclanero. / Julio González

El Cádiz CF celebra la Navidad por lo alto. El equipo amarillo cerró el año 2018 con una victoria de prestigio, nada menos que 3-0, ante el Deportivo de La Coruña, uno de los cocos de Segunda División A que se estrelló contra la consistente muralla de un equipo que se va de vacaciones en la sexta posición.

El conjunto gaditano supo sufrir para contener un adversario poderoso y acabó pasando por encima de un contendiente que llevaba tres meses sin perder. La defensa y la efectividad en el remate resultaron determinantes en un triunfo basado en el trabajo colectivo y en la brillantez de Cifuentes y Manu Vallejo, que celebraron sus recientes renovaciones con una actuación sobresaliente.

El Cádiz demostró una vez más su fortaleza en el Carranza, donde acumuló su quinta victoria consecutiva con un poderío defensivo a prueba de bombas.

Álvaro Cervera extendió su fidelidad al bloque que en los últimos dos meses funcionaba como una máquina de precisión y la única modificación que practicó en la alineación fue la obligada de Kecojevic en lugar del lesionado Sergio Sánchez. Y una semana más, el conocido dibujo del 4-4-2 frente a un Dépor con cinco hombres atrás y laterales que hicieron las veces de extremos.

El breve empujón inicial de los locales se difuminó en cuanto los gallegos entraron en contacto con el balón. No tardó en apreciarse la calidad de un equipo, el visitante, diseñado para el ascenso, aunque se topó con la garra de un Cádiz que no estaba dispuesto a dejar conceder un solo centímetro a su oponente.

La primera llegada peligrosa la protagonizaron los de casa en el minuto 13 en una buena acción trenzada entre José Mari y Rober Correa que culminó Manu Vallejo, dentro del área, con derechazo con el que estrelló el cuero en un defensa para acabar en saque de esquina. Fue la antesala del 1-0, que llegó sólo dos minutos después en pleno dominio alterno.

El balón no tenía un dueño claro pero a los amarillos les basta con poco para dar con en la diana. Jairo se coló por la banda izquierda con la pelota en su poder. Alcanzó la línea de fondo, en el interior del área, y cuando parecía que su par le iba a taponar, se inventó una asistencia que Dejan Lekic, en boca de gol, agradeció con un remate raso de primeras que dejó sin respuesta a Dani Giménez. El serbio dio una auténtica lección de matador del área. Colocado en el sitio adecuado, más rápido que el central y preciso en la definición.

El 1-0 situó en un escenario idílico a un Cádiz que se arremangó para dedicarse a administrar la renta. No lo tuvo nada fácil ante un rival que acumuló efectivos por el centro en tres cuartos mientras los laterales actuaron como puñales por los carriles. En el 32, Borja Valle, disparó desviado en un preludio del arreón que se avecinaba antes del intermedio. Los coruñeses encerraron en su parcela a los locales, que por momentos no lograron traspasar la línea central. Fueron momentos de máximo agobio que llegaron a su cota más alta cuando Alberto Cifuentes evitó el empate con una gran parada tras el zurdazo de Edu Expósito en el 42.

El Cádiz respiró con el pitido que dio paso al descanso que irrumpió con una ventaja mínima que era un tesoro a conservar en una segunda mitad que se presentaba aún más complicada.

Los amarillos se presentaron en la reanudación con una variación en su dibujo. Manu Vallejo se posicionó en la banda izquierda, Jairo cambió a la derecha y Álex Fernández pasó a ejercer las funciones de segundo punta-mediapunta-tercer medio para entorpecer la circulación de balón del Dépor.

La idea era contener la oleada ofensiva de los visitantes, que salieron a por todas, sin el pivote defensivo Álex Bergantiños y con la presencia de Krohn-Dehli, un futbolista más creativo.

Los de Cervera no se quitaron el mono de trabajo. La clave del partido pasaba por la solidez defensiva, una misión compleja frente a uno de los gigantes de la categoría que empujó de lo lindo. La duda era si el Cádiz iba a ser capaz de sostener el resultado. Con el paso de los minutos se fue metiendo más atrás y los norteños empezaron a olisquear el empate.

De nuevo apareció Cifuentes para salvar los muebles. En el 64, estiró todo su cuerpo para llegar a una esquina de la portería con una mano y repeler el esférico tras un latigazo de Borja Valle. Casi sin transición, Borja Valle, completamente solo en el corazón del área, cabeceó fuera cuando lo que parecía fácil era poner el esférico entre los palos.

El susto morrocotudo encendió la luz de alarma. Los de casa las pasaba canutas y la afición, que sabe de qué va esto, aumentó los decibelios con sus cánticos de apoyo.

Cervera movió el banco a falta de un cuarto de hora para el 90 con la apuesta por la velocidad y la frescura de Dani Romera, sustituto de Lekic. Cifuentes repelió a córner un centro envenenado en un nuevo acercamiento de los gallegos. El padecimiento de los gaditanos, extremo, se transformó en felicidad en el minuto 79, cuando Manu Vallejo marcó un golazo en la finalización de una gran jugada de Álex Fernández. El madrileño ganó por velocidad a su par y vio cómo el chiclanero entraba en el área para servirle el balón. El canterano hizo el resto y con una definición de bandera terminó de liquidar el partido.

Hasta final continuó el sólido entramado defensivo y la excelencia de Cifuentes, que lo paró todo. Y en el 93, para redondear la fiesta, Carrillo aprovechó un preciso servicio de Manu para elevar el 3-0 con un potente derechazo.

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