Cádiz CF

Amenaza de sequía

  • El conjunto amarillo es el único de la categoría de plata que no ha marcado un gol en las últimas tres jornadas El equipo crece con la posesión del balón, pero le cuesta ver puerta

La novena jornada del campeonato nacional de Liga en Segunda A deja sensaciones contrapuestas. Sale el sol pero quedan nubes. El Cádiz da señales de vida tras una súbita desconexión en los dos partidos anteriores -sobre todo el de Vallecas-, vuelve a mostrar su cara competitiva, espanta los fantasmas de la crisis que hubiese abierto una tercera derrota concatenada, conserva por fin la portería a cero -había recibido cinco tantos en los dos duelos anteriores- y hay jugadores que empiezan a aportar en pos del colectivo. Esos son los aspectos que permiten ver el vaso medio lleno. El lado negativo es que el equipo amarillo acumula tres encuentros consecutivos sin poner en práctica el verbo ganar y pisa por primera vez los terrenos pantanosos del descenso desde su regreso a la categoría de plata arrastrado por su falta de puntería. La sequía es la nueva amenaza que acecha después de 270 minutos sin perforar la portería contraria. Ocho goles en nueve jornadas apenas dan para un promedio de un tanto por partido.

El lado positivo del noveno capítulo liguero, además de cortar de raíz la dinámica perdedora, la ofrece un Cádiz que recupera sus señas de identidad con un fútbol intenso al que ahora añade el aderezo nada desdeñable de la posesión del balón. Esa fue al menos la intención en el choque contra el Girona.

Los rivales conocen al dedillo las características de un conjunto cómodo atrás con el argumento del contragolpe pero sufridor si le toca llevar la iniciativa. Había que buscar otra vía, y más en casa y con la obligación de revertir una situación nada halagüeña. Además de quitar el esférico al adversario, intentó jugar la pelota. El pelotazo y la contra ya no fueron los únicos recursos. La pareja en la medular formada por José Mari y Abdullah aportó criterio en la salida del balón y soltura en el movimiento de un lado a otro. El roteño, titular por primera vez y debutante en el Ramón de Carranza vestido de amarillo y azul, no se arrugó a la hora de aplicar la filosofía de tener el cuero aun a costa de arriesgar y cometer algún error. El francés, más implicado, se echó el equipo a la espalda, se erigió en el cerebro y apareció por muchas zonas del campo. Llevó el tempo del partido. Busco siempre la pelota. Distribuyó y trabajó como uno más en un equipo que funcionó como un bloque compacto.

El Cádiz se hizo con los mandos del encuentro y supo maniatar a un Girona que acumuló jugadores en la media y trató de atacar por dentro y por fuera. Con el balón en su poder, el cuadro gaditano persistió en su acoso al área contraria, aunque no encontró la manera de acabar con la resistencia de la escuadra gerundense. Faltó el gol, pero la lectura positiva es que el equipo da un paso y se atreve a plantar cara con el manejo del balón.

La actuación de Rubén Cruz representa las dos caras del Cádiz. La buena, por su contribución al juego. Se entendió con los medios, con sus compañeros de banda y con Ortuño y además pisó el área. El problema fue que cuando llegó a los metros definitivos no acertó en el remate -desperdició una ocasión muy clara en plena vorágine ofensiva-. La falta de puntería no es sólo suya. La sequedad goleadora es un mal que empieza a afectar a todo el equipo, el único de los 22 que componen LaLiga 1|2|3 que no ha marcado en las tres últimas jornadas del torneo doméstico.

El precio de la pólvora mojada es la sangría de puntos que se escapan y la caída a los puestos de descenso -el 19º- como consecuencia inmediata. Los amarillos se han embolsado un solo punto de los últimos nueve, el que menos suma de la división de plata junto con el Zaragoza y el Elche. Girona, Levante y Oviedo ofrecen la otra cara de la moneda y cotizan al alza con siete puntos cada uno en esos tres episodios más recientes.

La vuelta del espíritu competitivo y la intención de cuidar el balón tendrán más valor cuando llegue el gol, la asignatura pendiente que el Cádiz debe aprobar y traducir en puntos en las citas que se avecinan. Si no hay puntos de poco sirve todo lo demás.

La frenada producción en casa -un punto de los últimos seis- obligan al Cádiz a dar un paso al frente como visitante para no verse anclado en una zona peligrosa de la que pretende huir cuanto antes. No hay alarma en el club pero sí una lógica preocupación, aunque con la perspectiva de que quedan restan nada menos que 33 jornadas -99 puntos en liza- y el convencimiento de que lo mejor está por llegar si el equipo no baja levanta el pie del acelerador. La clasificación está muy apretada y bastarían un par de victorias consecutivas de los hombres de Álvaro Cervera -algo todavía no conseguido esta campaña- para dar un salto al sector templado de la tabla. El noveno puesto está a tiro de dos puntos y el séptimo a sólo tres.

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