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Ha ejercido diversas profesiones y se ha vinculado a muchas actividades. Pero se le reconoce, ante todo, como el escritor de un Cádiz sobre el que parecía extenderse el olvido. Un testimonio del recuerdo, con humildad y paciencia.
Julio Molina Font (Cádiz, 1944) nació en la calle Marqués del Real Tesoro, 8. Vivió su infancia en lo más alto de Cádiz, junto a la Torre Tavira. Sus padres, Fernando Molina Amezcua y Julia Font Delgado, eran maestros. El padre era de origen jiennense, natural de Albánchez de Mágina. Estaba destinado en Cumbres Mayores (Huelva), donde conoció a la que sería su esposa. Julia era gaditana, aunque procedía de una familia catalana de marinos que llegaron a Cádiz a final del XIX, cuando Juan Font Sardá, ingeniero naval, fue contratado en Matagorda.
Los padres de Julio se conocieron en 1931. La madre, que era la funcionaria más joven del pueblo, llegó a ser alcaldesa provisional durante dos meses en la Segunda República. Cuando se casaron, pidieron el traslado a Cádiz, donde se afincaron en 1934. Aquí nacieron los cuatro hijos, todos varones: Eufrasio (médico pediatra), Juan Antonio (que fue catedrático de Pediatría en Granada muchos años), Fernando (fallecido, que fue ATS y maestro) y Julio.
El hijo menor de los Molina Font comenzó a estudiar en el colegio público del Campo del Sur, donde trabajaban sus padres como profesores. Su madre lo atendió al principio. En primaria le daba clases su padre, que fue un gran pedagogo, seguidor de las enseñanzas del Padre Manjón. Tras aprobar ingreso y tener un fugaz paso por el Instituto Columela, entró en San Felipe Neri, donde siguió hasta aprobar la Reválida.
Su deseo era estudiar Náutica, por la tradición familiar de marinos, pero fue disuadido por su madre, que recordaba la desgracia que vivieron en 1917, cuando murió su tío Pepe Bastardín Ramos, que era maquinista en el naufragio del barco Carlos de Eizaguirre, del que se cumple un siglo.
Optó por estudiar perito industrial. Siguió los primeros cursos, pero no terminó esta carrera. Había empezado a trabajar en la delegación del laboratorio de Pharma Italia. Y, además, se incorporó al servicio militar. Tras el campamento en Obejo (Córdoba) fue destinado al Regimiento de Artillería 15, en Cádiz, que tenía su cuartel frente a la plaza de toros.
Con el tiempo, Julio Molina terminó dos carreras: ATS y Derecho. Tras la mili, siguió trabajando en el laboratorio y realizó los estudios de ATS. Aprobó unas oposiciones y trabajó como practicante en la Casa de Socorro de la calle Benjumeda. En los años 80 ganó una plaza por oposición en Urgencias. En 1986 se incorporó a la delegación de Salud como ATS funcionario, en la sección de Epidemiología. Entonces ya estudiaba Derecho en la UNED. Cuando terminó esa carrera, obtuvo por oposición una plaza de Información Sanitaria, en Epidemiología. Allí trabajó hasta que se jubiló en 2009. Siguió colegiado como abogado no ejerciente.
A pesar de su larga y variada actividad laboral, Julio Molina Font es más conocido en Cádiz por sus libros. Curiosamente, su primera publicación fue una recopilación de la legislación sanitaria andaluza para opositores. En aquellos años fue secretario y asesor jurídico del Colegio de Enfermería. También asesoró a los podólogos.
Sin embargo, su primer libro estuvo dedicado a Los molinos de marea de la Bahía de Cádiz (2001). Cuando trabajaba como funcionario, aprovechaba el tiempo libre para ir al Archivo Histórico Provincial, donde recopiló mucha información. Julio alertaba del estado de esos históricos molinos.
Un año después, en 2002, publica el libro Cádiz y el vapor-correo de Filipinas Carlos de Eizaguirre. Es un libro que está de plena actualidad, al cumplirse el 26 de mayo el centenario de ese naufragio, en el que su antepasado José Bastardín Ramos, que era maquinista, tuvo una heroica muerte. Gracias a la documentación que encontró en la Biblioteca de Temas Gaditanos pudo escribir ese libro. Como curiosidad, Molina Font recuerda que España perdió 80 barcos en la Primera Guerra Mundial. ¡A pesar de ser neutral!
Sin duda, las publicaciones que le han dado más popularidad son las de la trilogía formada por La historia pequeña de Cádiz (2008) y sus continuaciones Más sobre la historia pequeña de Cádiz (2009) y Cádiz en claroscuro (2012). Los tres fueron publicados por ediciones Mayi. El origen estuvo en los comentarios que realizó durante tres años, en la emisora local de la Cope, junto a Fernando Crespo. En esas breves intervenciones, Julio recordaba anécdotas y curiosidades del Cádiz de la posguerra, la ciudad de su infancia y su juventud. Un tiempo que parecía condenado al olvido oficial.
Muchos recuerdos personales, así como el testimonio y grabaciones de personas mayores, se resumieron en esos libros, que son imprescindibles para conocer el costumbrismo de aquel tiempo. Tuvo su continuación en Crónica negra en el Cádiz de la posguerra (2014, ediciones Mayi). Y, más recientemente, en su último libro: Baches, bares y ultramarinos (crónica guía del buen morapio y el buen condumio), publicado en 2016 por ediciones El Boletín.
Otro aspecto reseñable es su vinculación histórica a la Congregación de los Luises, de los jesuitas, y a la sección de penitencia de Ecce Mater Tua. Actualmente, es el presidente o prefecto (equivalente a hermano mayor). Allí ha salido de todo: monaguillo, penitente, cargador y capataz durante tres décadas (desde los años 70 hasta 2003). Sin ánimo de entrar en polémica, recuerda que el primer paso de Cádiz que fue cargado por hermanos (en este caso congregantes) fue el de Ecce Mater, ya en 1956. Aunque no era una cofradía, sino congregación.
Recuerda que las tallas para el paso de Ecce Mater fueron realizadas por José Vera Espinosa de los Monteros en su taller de la calle Cánovas del Castillo, con los escudos de la Congregación y los heráldicos de cuatro santos jesuitas. Los hizo para el paso antiguo, que había sido el de templete de la Soledad, y no tenía respiraderos, hasta que los talló Sánchez Peña. Aquel paso antiguo se utilizó hasta los años 70, cuando se hizo el actual en madera de ukola.
También es hermano de Sanidad, en la que salió tres años. Estuvo en una gestora que presidía el doctor Antonio Mangas.
Julio Molina se casó con Mercedes García Trigo en 1970. La boda se celebró en la parroquia de San Severiano, que entonces ya era la de ambos. El matrimonio ha tenido tres hijas: Mercedes (directora comercial del Grupo Vélez), Carmen (abogada) y Milagrosa (profesora). Es abuelo de tres nietos: Rocío, Gonzalo y Álvaro.
Es asiduo conferenciante. En el Ateneo coordina la tertulia marítima y es ateneísta de mérito. Fue pregonero de los Tosantos y de las fiestas patronales de Almánchez de Mágina, el pueblo donde nació su padre. Ha colaborado en programas de televisión… Y escribe libros, aprovechando la buena documentación que atesora, su afición al coleccionismo y su memoria histórica gaditana.
Podría haber sido muchas cosas, y ha sido todo lo que ha podido y un poco más. Pero nadie debería pensar que Julio Molina Font es el típico erudito local que surgió por arte de magia. Es un enamorado de Cádiz y de sus recuerdos, que un día tomó una acertada decisión: escribir y rescatar el tiempo perdido. Sin imitar a Proust, al modo gaditano.
Julio Molina Font es el presidente de la sección de Penitencia de Ecce Mater Tua. Desde los inicios estuvo vinculado a esta congregación. Participó en 1956 en la primera salida procesional. Era uno de los dos monaguillos que iban tras el paso, acompañando al preste; el otro era Santos Barrios Susín. En su primer año, Ecce Mater salió a las cinco de la madrugada del Sábado Santo, porque el padre Muriel quería que se recogiera al amanecer. Julio recuerda que no había nadie viéndola. Se encontraron con personal de limpieza y con obreros que iban a trabajar en Astilleros, a pesar de ser Sábado Santo. La Virgen salió en el antiguo paso de la Soledad. El primer capataz fue Enrique Treviño. Al siguiente año, 1957, ya no salió a las cinco de la madrugada, sino a las cuatro. Después saldría a las tres, y a las dos. En 2017 salió a la una.
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