Cádiz

Aquel verano de 1983

  • El estío que cerró el círculo y despidió para siempre a Luis Buñuel

Luis Buñuel, el mejor director español de todos los tiempos.

Luis Buñuel, el mejor director español de todos los tiempos.

Corría el primer año todavía de la nueva era, llegó el primer verano de la segunda mitad del siglo XX sin herederos de Franco en el Gobierno. Unos meses antes se había producido lo que muchos llamaron el verdadero inicio de la Transición en España, la conclusión del círculo: un gobierno de izquierdas, de la mano de un abogado sevillano joven que competía en donosura con Adolfo Suárez, Felipe González, se había instalado en la Moncloa por primera vez desde la II República, respaldado por la más absoluta mayoría que se ha visto nunca en las Cortes españolas. 202 diputados como 202 soles que a un ritmo endiablado intranquilizaron y luego calmaron o decepcionaron a la vez a tantos millones de votantes. Felipe ni siquiera pensaba en embarcarse en el Azor. En ese verano, Miguel Ríos recogía la cosecha de otro éxito absoluto tras haber roto las listas, los estadios y las plazas de toros con su disco y gira Rock&Ríos. Llegó al número 1 con El rock de una noche de verano, que tuvo que luchar en las pistas con las fuerzas del lado oscuro representadas por Righeira y su indescriptible Vamos a la playa.

Así con el cuerpo preparado, ¡tiempos aquellos!, el Athletic Club de Clemente descansaba para conseguir una segunda Liga consecutiva y prolongar cuatro temporadas, ahora inconcebibles, de campeonatos de un equipo vasco, tras las dos de la Real Sociedad. No se puede olvidar que el Cádiz acababa de ascender ¡otra vez! a Primera, ahora con la mayor estrella que nunca ha brillado en Carranza, Mágico González.Ningún verano es bueno para que dejen este mundo los que nos conmueven o apasionan, pero acabando junio nos abandonó para siempre Luis Buñuel, el genio español capaz de rasgar pupilas con navajas, subirse con el santo Simón a una columna en el desierto y reírse de todas las censuras con la libre y genial Viridiana. Nunca tranquilo, siempre español. Sin embargo, esa época estival también se llevó por delante al insuperablemente british David Niven, a la castiza y pizpireta Estrellita Castro y al felizmente apátrida Charlie Rivel, que por méritos e historia debió ser el que inventó aquello de payaso sin frontera.Pero para despedida sonada la de Rafael Arzúa “el araña de Cádiz”, conocido ladrón escalador de fachadas que murió en uno de sus intentos. Cuando su ataúd era trasladado, el furgón fue detenido por una treintena de personas que se apoderaron del féretro y lo pasearon por su barrio de La Viña. Tras tomarse una cerveza en su memoria, lo devolvieron a la funeraria. Estos peculiares deudos explicaron que esa había sido la voluntad del antisuperhéroe gaditano, y que ese era su homenaje.

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