Los vecinos 'ingresan' en un 'hotel' sin estrenar

José Manuel Pascual aloja a los afectados en la sexta planta del hospital San Rafael, en una zona sin inaugurar

Una de las vecinas saca en una maleta sus pertenencias personales.
Una de las vecinas saca en una maleta sus pertenencias personales.
J.m. Sánchez Reyes

18 de junio 2011 - 01:00

Como en un hotel. Además, estrenado por ellos. Una veintena de vecinos de Brasil, 12 afectados por el incendio del pasado jueves pasaban ayer sus primeras horas en la sexta planta del hospital de San Rafael, una zona no inaugurada con todas las condiciones para hacer, dentro de lo que cabe, más llevadero el realojo de estas personas mientras no puedan regresar a sus hogares. Diecinueve habitaciones más una zona común, en realidad un comedor con televisor, además de una terraza con unas preciosas vistas de Cádiz. Lavadora y secadora. Todo incluido. Los que no quieran comer en esta zona pueden ir a la cafetería del hospital o a un par de bares de los alrededores conveniados con San Rafael. En los pomos de las puertas esperando a nuevos vecinos había bolsas con perchas, champú, pasta de dientes y peine. Dentro de la desgracia, suerte que el propietario del local siniestrado en el que se originó el incendio sea José Manuel Pascual, propietario del hospital. Además de estas habitaciones, con dos camas cada una, Pascual ha puesto a disposición de los vecinos algunos pisos que pertenecen a una de sus empresas, los cuales se están adecuando a marchas forzadas.

"Nos están tratando muy bien". Sheila Ibáñez, una catalana que trabaja y estudia en Cádiz, dormía junto a su pareja, Borja Parrilla, almeriense y estudiante, cuando el humo les despertó. Su vivienda, en el tercer piso de la zona próxima al hotel Meliá Caleta, no ha sido afectada, pero tendrán que estar un tiempo en el hotel-hospital. "Yo le hecho a esto un mes o mes y medio. Somos inquilinos y el seguro de la casa nos está buscando un piso puente hasta que podamos regresar. No creo que nos quedemos aquí de manera indefinida, aunque el trato es muy bueno, así como el que recibimos de la Policía, los bomberos y el Ayuntamiento", explicaba Borja. Un día después del suceso, la pareja asimilaba lo ocurrido: "Nos hemos dado cuenta de verdad de lo que ha sido el incendio cuando lo hemos visto por la tele".

Pilar González bromeaba en la zona común. "Todos hemos venido aquí sin conocernos. Esto parece Gran Hermano", comentó. Echó de menos su cama la primera noche del 'exilio'. "No deja de ser una cama de hospital, pero no nos vamos a quejar porque nos están tratando como en un hotel.. o mejor", señalaba. Pilar no ha tenido un buen debut en su piso de la calle Brasil, en al que llegó de alquiler el pasado 1 de junio. No estaba en casa cuando se produjo el incendio y los bomberos rescataron a su perro, que ha sido trasladado a la perrera de Puerto Real. Pascual pagará también la estancia de la mascota. Su dueña asumía ayer que estará en San Rafael hasta que pueda volver a su casa. "Aquí estoy bien, tengo cama, comida... para un mes no voy a irme a otro sitio", afirmó.

La casualidad quiso que el incendio pillara en Cádiz a José María Fonseca e Isabel González, vecinos de La Albuera, un pueblo de Badajoz. Habían venido a pasar unos días en casa de su hija Eva María, profesora en el Instituto Rafael Alberti. "La acompañamos un rato camino del instituto y después nos quedamos a tomar café por la avenida. Al poco vimos la columna de humo", contaba José María Fonseca. Los tres han sido alojados en la sexta planta de San Rafael. Eva María permanecerá allí hasta el 30 de junio, justo el día que iba a dejar el piso de la calle Brasil al acabar el curso escolar, para volver así a tierras extremeñas. Su madre estaba encantada con el trato recibido y piropeaba ayer a Eva María Reyes, la jefa de Enfermería de San Rafael que ha coordinado el operativo de realojo. "Nos está tratando de maravilla. Todo está muy limpio", decía Isabel.

El ajetreo en la sexta planta no va a cesar estos días, pues se prevé que vayan viniendo más vecinos. La estancia se les hará más llevadera. Gracias a que el local siniestrado pertenecía a Pascual. De haber tenido otro propietario, los afectados estarían ahora repartidos por pensiones y sufriendo las molestias propias de quienes se ven obligados a abandonar sus hogares.

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