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EL PASEANTE

El uso y disfrute del patrimonio histórico en Cádiz

Los arcos de la muralla de San Carlos. Los arcos de la muralla de San Carlos.

Los arcos de la muralla de San Carlos. / Julio González

LA polémica creada tras la ubicación en una de las históricas garitas de la muralla de San Carlos de la imagen de una Virgen, en este caso la de la Virgen de Guadalupe, ha provocado una polémica entre los defensores de este proyecto y quienes consideran que, por el contrario, no se hace un uso adecuado de nuestro patrimonio histórico.

La instalación de esta imagen religiosa forma parte de un proyecto para crear una ruta mariana, con imágenes de las vírgenes que viajaron en los viajes al Nuevo Mundo. Ya con el anterior gobierno municipal se instaló la Galeona en el mareógrafo en el camino del castillo de San Sebastián. No hubo entonces mayores críticas, lo que siempre es curioso a la hora de observar lo que se permite a una y otra ideología cuando está en el poder.

En todo caso, la polémica de estos días anima a volver a insistir ante la necesidad que tiene Cádiz de clarificar los usos que se le deben dar a sus antiguas fortificaciones.

Abandonadas desde hace años, sin apenas un euro de inversión, el Ayuntamiento debe actuar con urgencia, y junto a él el Estado y la Junta como garantes del buen cuidado de nuestro patrimonio.

Hay quienes han defendido el uso religioso de las garitas como una forma de mantenerlas en buen estado. Salvo que los miembros de la asociación promotora opten por crear brigadas de vigilancia, hasta ahora la administración competente, léase el Ayuntamiento, no ha cumplido con la obligación de cuidar de estos equipamientos.

En una ciudad que funcionase bien (y no sólo su gobierno sino también quienes aquí viven y aceptan el vandalismo urbano), las garitas deberían de estar abiertas para poder acceder a ella y, los que así lo quisieran, realizar la típica foto turística. En Cádiz era imposible, pues se utilizaban como vertedero y aseo para muchos. Un uso deplorable que se solventaría con más civismo y vigilancia.

Más allá de ello, todo el patrimonio histórico es una unidad para Cádiz y hasta ahora casi nada de lo que ha quedado en pie, tras el inicio del derribo de las murallas en 1906 y la acción devastadora de los temporales, ha tenido un uso ciudadano adecuado.

Todo no, porque la transformación del castillo de Santa Catalina y el Baluarte de la Candelaria en recintos culturales les ha acercado de forma acertada al valor cultural de nuestro patrimonio. Otra cosa es que no se mantengan de forma adecuada (especialmente el castillo, cuyas edificaciones interiores reclaman con urgencia un buen pintado y su foso una limpieza en profundidad) y no se dé al visitante información amplia de lo que en su día fueron como equipamientos defensivos de la ciudad.

En cuanto al resto, es evidente que sus usos difieren mucho de lo que debería de ser un aprovechamiento adecuado para la ciudad, como referentes culturales e históricos.

Dice ahora el nuevo gobierno municipal que una de sus prioridades va a ser la recuperación del Patrimonio. Está por ver si será verdad. En su primera entrevista con este diario, el que fuera anterior alcalde, José María González, afirmó que una de sus prioridades era transformar baluartes y castillos en pequeños espacios sobre nuestra historia. Tuvo ocho años para cumplir este compromiso, pero dejó la Alcaldía sin nada ejecutado.

Por lo pronto, habría que aclarar si la apuesta de Cádiz es por dar un uso histórico a todos estos inmuebles o si algunos de ellos pueden acoger contenidos ajenos a su propia historia.

Hemos visto que Santa Catalina y Candelaria funcionan bien. Como lo mismo pasó con los antiguos cuarteles del Parque Genovés, hoy centros educativos y culturales. ¿Pero, qué hacer con el frente de la Puerta de Tierra e incluso con las bóvedas de San Carlos?

Uso variado en el frente de la Puerta de Tierra

Está claro que la Puerta de Tierra es uno de nuestros grandes lujos. En esta ciudad que adolece de monumentos relevantes y que muchas de sus construcciones fueron sustituidas por otros edificios ante el escaso espacio urbano, nunca se ha tenido una idea clara y con visión de futuro sobre este frente defensivo.

Sede del cuartel de bomberos, garaje para las motos de la Policía Local, local de la farmacia municipal, residencia de pequeños en la Casa del Niños Jesús, museo de los títeres, museo litográfico, oficina de Procasa, peñas carnavalescas, clubes militares, trastero municipal y, si nos vamos al baluarte de San Roque, talleres y bares. Una variedad de funciones, muchas de gestión privada, alejadas de su historia.Encima, cuando se plantea la ubicación de un pequeño (y a priori más que reducido) centro de interpretación de las fortificaciones, éste no logra abrirse.

Debería de estar claro que la mayor parte de estos usos, los que siguen en pie, no pegan en este complejo. La sociedad avanza cuando se toman decisiones valientes y, siempre, con lógica y con perspectiva de futuro. Y la Puerta de Tierra debería de ser el gran centro público que contase nuestra historia defensiva. Teniendo en cuenta la amplitud de sus baluartes siempre se podrá compatibilizar, de forma cuidada en el diseño, con usos complementarios a esta apuesta cultural y turística.

De la misma forma es necesario plantear todo el patrimonio militar, que tan estrechamente está ligado a nuestra historia.

Guste o no guste el turismo forma parte ya de nuestra vida. Es uno de los pilares esenciales de nuestra economía, y está directamente relacionado la cultura, la historia y el comercio.

Desarrollar un plan ambicioso de recuperación de este patrimonio, jugando con una lógica histórica, permitiría atraer a Cádiz a ese turista cultural, con mucha más capacidad de gasto que, más allá de grandes cifras, es el que genera más recurso. Y busca la historia en una ciudad con historia.

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