exclusión social | radiografía de las personas sin hogar

El sueño de los cangrejos ermitaños

  • Servicios Sociales lleva a la Mesa de Personas sin Hogar una propuesta para un Plan de inclusión social

  • La mayoría malvive en la calle al menos un año, la mitad aspira a salir de ella y lo que más ansía es lo que todos: trabajo y vivienda

Una mujer sin hogar empuja un carrito con todas sus pertenencias por el paseo marítimo de Cádiz.

Una mujer sin hogar empuja un carrito con todas sus pertenencias por el paseo marítimo de Cádiz. / fito carreto

Los cangrejos ermitaños son unos crustáceos que se refugian en conchas de caracoles marinos para cubrir su abdomen, que es más débil que el del resto de los cangrejos. Están obligados a llevarlas siempre a cuestas. Y conforme van creciendo, tienen que cambiar de concha. Por eso, encontrar una vacía es para ellos una cuestión de vida o muerte. Sobre todo en invierno, cuando arrecian los temporales de norte, hace días que no han comido caliente o alguna enfermedad grave les aqueja. Entonces hay algunos que no sobreviven. A veces, en verano, son los cangrejos de caparazón duro los que colonizan su territorio y les expulsan de las arenas donde habitan. Y hay ocasiones en las que los ermitaños vuelven a recuperar sus conchas y sus territorios cuando cae la noche. Hasta que vuelven a expulsarlos. Pero ¿con qué sueñan los cangrejos ermitaños? ¿son tan diferentes al resto de los cangrejos?

Un informe de la Delegación Municipal de Servicios Sociales que va a servir como documento base de trabajo para un Plan de inclusión de personas sin hogar, al que ha tenido acceso Diario de Cádiz, radiografía a esos otros vecinos. A esos que resultan invisibles hasta que molestan, a esos que están en la calle porque supuestamente quieren, a esos que se congelan en invierno o que deben de abandonar la playa en verano. En él se apuntan cuáles son sus necesidades, cuáles sus sueños y qué defectos ven en los recursos sociales disponibles. Y se plantean propuestas que se llevarán a la Mesa de Personas sin Hogar, un órgano de participación creado en 2016 que todavía no ha arrojado apenas frutos. Cierto es que la mayor parte de los datos estadísticos proceden del censo de 2015. Y que los colectivos con representación en la Mesa piden que se actualicen con urgencia. Pero son los últimos disponibles. Alcen la radiografía ante una luz potente y saquen conclusiones.

El albergue municipal duplicó en 2016 estancia y ocupación media respecto a 2007

En la ciudad de Cádiz viven a día de hoy más de un centenar de personas sin hogar, ya sea en la calle o en un alojamiento social. En 2015 eran 115, pero la cifra cambia a diario y ha ido subiendo en los últimos años conforme se endurecía la crisis. Las únicas estadísticas exactas recientes son las del grado de ocupación del Centro de Alojamiento Municipal, el albergue de la plaza de Macías Rete: 2016 se cerró con 1.213 personas alojadas, nada menos que 300 más que en 2007. El número de días de media que pernoctaron se duplicó, pasando de cuatro y medio a casi nueve. Como también se multiplicó por dos el número de personas que lo ocuparon de media al día hasta un total de veinte.

Ocho de cada diez personas sin hogar son hombres, aunque la mayor parte del año sólo hay una mujer por cada diez hombres, de manera que "no parece que haya una tendencia a la feminización como en censos anteriores", concluye el informe. Más de un 50% tiene más de 45 años, si bien la edad media supera los 47. Los hay desde los 25 hasta los 68 años. Sin embargo, la tendencia más reciente ha sido que los más jóvenes se han reducido a la mitad y los más mayores se han multiplicado por dos.

La mayoría, un 80%, son españoles y de los extranjeros, la mayor parte, europeos, y entre ellos, los rumanos. En segundo lugar están los marroquíes. De los nacionales, un tercio ha nacido en Cádiz y un 10% proceden de otras provincias andaluzas. "El estar empadronado resulta crucial para ejercer derechos como el de la educación, la atención social, el voto o la asistencia médica a través de la tarjeta sanitaria, algo esencial en la calle, donde la salud corre riesgo de resentirse con mayor frecuencia", dice el documento.

En cuanto al nivel de estudios terminados, el informe viene a concluir que es bajo: la mitad lo máximo que llegaron a completar fue la antigua EGB. Sólo el 10% terminó la enseñanza media o la universitaria. Y ese bajo nivel determina las profesiones más extendidas: la hostelería y la construcción, sectores en los que dice haber trabajado más de la mitad. Sólo el 12% confiesa haberse ganado la vida en el sector marítimo, y un 8%, en labores de mantenimiento y reparación.

La mayoría -más del 62% de los encuestados- no trabaja y su permanencia en el paro se dilata durante muchos años: la media es de cinco años y cuatro meses. El 80% de los sin hogar lleva más de 12 meses desempleado y el 20%, más de ocho. Sólo el 4% recibe la Renta Activa de Inserción, el 7%, una pensión no contributiva y el 2%, una pensión de jubilación.

Pero ¿cuánto tiempo llevan en la calle? La media es de nada menos que 67 meses, o lo que es lo mismo, cinco años y medio. La mitad lleva tres y la mayor parte de ellos, uno, de manera que su trayectoria vital se va haciendo crónica. Y ¿por qué creen que está en la calle? En 2012, la mayor parte de los encuestados dijo que la pérdida del trabajo (45%), seguida de la imposibilidad de pagar el alojamiento (26%) y una separación o un divorcio (21%). Hoy el ranking de causas sigue encabezándolo el desempleo, con un 40%, seguido de los problemas familiares (29%), las adicciones (10%) y los problemas de salud relacionados con las anteriores (2%). En los problemas familiares se engloban situaciones de conflicto graves, rupturas y alejamientos de la familia que les privan de apoyo, condenándolos a la soledad en situaciones de crisis y desprotección. Dejándolos a merced del oleaje sin ese dique de contención social, ese salvavidas que suele representar la familia, al menos en el sur de España. "Me llevo malamente con mi marido y por eso voy y vengo y me quedo donde estoy a gusto", decía hace unos días una de las desalojadas de los bajos del Balneario de la Palma.

En la calle, como en cualquier casa, lo primero es lo primero: comer y procurar no dormir al raso. De ahí que, como es obvio, los recursos sociales de los que más echan mano sean los albergues y los comedores públicos. Los que no recurren a ellos alegan razones o decisiones personales como que no les gustan, que no quieren usarlos o que no les hacen falta. También abundan las críticas relacionadas con las normas o con la organización interna. Sobre todo con los horarios, la falta de libertad, la distancia, las pocas noches que se les permite dormir o, en el caso del albergue de los Caballeros Hospitalarios en Benjumeda, el hecho de que no se permitan mujeres. Sólo en dos ocasiones se refirieron a que haya "mal ambiente" o "peleas", dice el informe. "Algunos albergues son peor que un recinto militar, te lo aseguro, porque me los conozco todos, y yo soy un hombre libre", decía otro de los expulsados de La Caleta.

Uno de cada cuatro declara que su estado de salud es bueno y cerca de un 10% dice que muy bueno. Un 8% lo valora entre malo y muy malo. Entre los que contestaron que su estado de salud era regular, malo o muy malo, entre las 32 razones que mencionaron como causas, una de cada tres estaba relacionada con la salud mental. Y entre los síntomas que describieron citaron la depresión, la ansiedad, el insomnio, los nervios. O problemas mentales, en general. La segunda razón fue la de ser portador del VIH. Sólo la argumentaron tres personas.

La mitad de los encuestados reconoce tener la tarjeta sanitaria y un 14%, no tenerla. Un 37% no respondió. La mitad dijo haber ido al médico alguna vez, y de estos, un tercio dijo haberlo hecho en los últimos seis meses. Casi el 40% fue a la consulta en el último año.

Pero, ¿quieren o no quieren salir de la calle? Hay una creencia bastante extendida de que las personas sin hogar lo son porque prefieren ese estilo de vida. Nada más alejado de la realidad. Sólo el 6% asegura no estar dispuesto a dejar la calle y más de la mitad respondió que aspira a abandonarla algún día, sin bien es verdad que hubo más de un 40% de los encuestados que o no sabe o no contesta a esta pregunta.

Todos los que ansían reinsertarse en la sociedad algún día apuntaron que lo fundamental para dejar la calle es tener un trabajo y una casa con el fin de conseguir independencia económica y una vida autónoma. Trabajo y vivienda. Al final, parece claro que los cangrejos ermitaños sueñan con lo mismo que los cangrejos de caparazones duros. Y que la línea que separa ambas familias de especies parece fácil de cruzar.

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