Cádiz

"Al regresar a Cádiz he vivido como una explosión de ideas"

  • Cecilio Chaves. El pintor gaditano narra cómo ha sido su vuelta a la ciudad, a la que ha tomado el pulso a lo largo de todo el año con varios proyectos e iniciativas que traslada a su obra

Cecilio Chaves, el pintor de las alturas gaditanas, está atravesando una etapa muy prolífica en su carrera profesional y en su vida personal, desde su regreso a la tierra.

-De Cádiz a Sevilla, donde estudió. Y de aquí a Vigo, donde maduró como artista. ¿Qué le trae de vuelta a Cádiz?

-Estudié en Sevilla pero me quedé dos años más allí y empecé a pintar. Sevilla era una escuela bastante académica y poco conceptual, por lo que esta parte te la tienes que montar tú, al contrario de otras facultades, que dejan de lado la parte matérica de la obra. Me he formado prácticamente en Galicia, que es donde más tiempo he estado. Llegué haciendo lo que hago, pero 14 años son muchos años, que me han dado para madurar. En este tiempo también estuve un año en Alemania y allí vi otras cosas y el choque es importante. Te enriquece mucho. Pero en Galicia llegó ya un momento de estancamiento, con ideas, pero estancado. Y al regresar a Cádiz he vivido como una explosión de ideas. Tengo la tranquilidad y un buen espacio de trabajo donde puedo materializar proyectos que de otra forma no podía. Comparto estudio con Julián Delgado. Salir fuera sirve para ver las cosas con perspectiva.

-Ha estado mucho tiempo fuera, pero siempre se ha nutrido de Cádiz, sus azoteas, aparte de paisajes gallegos. ¿Sigue pintando Vigo?

-Sigo pintando espacios de Vigo, no con la misma intensidad, pero me apetece siempre el tema industrial. Aunque efectivamente, siempre he pintado Cádiz. Mucha gente no lo entiende pero pinto Cádiz porque me gusta pintar Cádiz, su arquitectura, su luz, sus rincones, sus azoteas. Y todo esto lo expongo fuera de Cádiz. La misma exposición que expongo en Cádiz la puedo hacer en una galería de Madrid. No por exponer en Madrid tengo que pintar Madrid. De hecho, creo que no pintaría Madrid. Mi vinculación con Cádiz siempre ha sido cien por cien. Venía un par de veces al año, no tanto como quisiera, pero siempre venía.

-En cierto modo necesitaba regresar al hogar...

-Claro. De hecho, ahora vivo casi azotea con azotea con mi madre, la saludo y todo (ríe). Y esto me da más fuerza. Además, me he criado jugando en la azotea y eso me ha marcado. Por eso, siempre que volvía, buscaba una azotea que pintar.

-Ha vuelto y no ha dudado en buscar otra azotea donde vivir. Lo suyo es vicio.

-Vicio total. Vivo en una casa que da a una azotea. Y desde aquí disfruto la ciudad. Me gusta disfrutar la ciudad, en este caso Cádiz, una ciudad con sus más y sus menos, pero muy bonita. Me gusta salir a la calle, sentarme en una plaza a tomar una cerveza, mirar hacia arriba, las fachadas y los balcones, vivirlo.

-Pinta azoteas, pero en la exposición que tiene ahora en Benot ha bajado a pintar sus calles.

-Es un proceso. Llevo viviendo en Cádiz un año y poco. Antes venía dos veces al año varios días, pero con una agenda muy apretada. Ahora estoy tranquilo aquí, camino mucho y esto me da pie a ampliar todo lo que he hecho hasta ahora. Me ha permitido bajar a la calle y hay mucho por investigar. Poco a poco irá saliendo, con nueva temática, formatos, como las obras de 3D que meto en Benot.

-Entonces, ¿su regreso a Cádiz ha sido un importante punto de inflexión en su carrera?

-Creo que sí. Incluso teniendo menos contactos con el mundo artístico conceptual, pues Cádiz es una ciudad pequeña, somos pocos. Pero tengo mucha motivación para hacer cosas nuevas. No paro. Y estoy convencido de que si hago algo bien hecho, tengo buen resultado. Básico es que me guste a mí.

-¿Es más complicado vivir del arte en Cádiz? Esta ciudad siempre lo ha tenido complicado...

-Igual. Lo único que ha cambiado es el sitio donde vivo, pero mi mercado sigue siendo el mismo. Sigo teniendo relación con Galicia, con la gente de allí que me llama y me sigue pidiendo cosas. Tengo ahora una exposición en Dua2 en mayo, y hacía cinco años que no exponía en Vigo. También acabo de participar en una feria de arte en Santiago. Estoy aquí y pinto aquí, pero podría pintar en cualquier sitio. Lo que ocurre es que aquí tengo mi público, y estando aquí se te ve más.

-Ha vivido fuera mucho tiempo, pero siempre han contado con usted, desde el Ayuntamiento de Cádiz, es artista de cabecera de Benot... ¿Es un afortunado o se lo ha currado?

-Soy un afortunado y también me lo he currado. Pinto Cádiz incluso estando fuera de Cádiz y expongo Cádiz también fuera de Cádiz. En cierta forma soy o he sido un embajador. He vendido mucho Cádiz fuera de Cádiz. Y supongo que va de la mano, te llaman para ciertos proyectos. No soy mejor ni peor que otros, pero siempre he pintado esto. Igual que lo han hecho Manolo Cano, Mirella, Galán Urréjola, Julián Delgado... etc. También te digo que no lo he hecho por interés económico, pues nunca me han pagado por ninguna exposición.

-¿Algún referente artístico en su trayectoria?

-Todos tenemos algún referente. Pero a mí me gusta quedarme con un poquito de cada uno. Sobre todo porque tener un referente muy claro a veces te lleva lamentablemente a copiar. Y una de las suertes de vivir fuera de Cádiz es no haber tenido contacto en mi etapa de formación con este mundo en Cádiz. Además no había internet. De casualidad me llegaban catálogos, y ni eso a veces. Esto ha podido servir un poco de barrera para no mimetizarme con algún artista que me gustaba.

-En las redes sociales hay un flujo constante de arte, de lo que hace cada uno en cada momento... ¿Qué aporta esto?

-En general es bueno, pero peligroso. Porque recibimos demasiada información y, a veces, el tiempo que dedicamos a mirarlo todo te quita tiempo para tu propia obra. Ahora se conoce lo que se hace en todas partes y se dan muchos casos en los que ves a un chaval que empieza que no es él. Es fulanito. Si no conoces a fulanito, pues vale, pero si lo conoces... Y esto hace que la creatividad se resienta.

-¿Cómo ve la nueva savia artística gaditana? ¿Algún nombre?

-No me gusta decir nombres, pero ellos lo saben y me gusta lo que hacen. Lo que sí veo es que hace falta formación. Para mí la escuela de Bellas Artes fue la experiencia de cinco años trabajando mucho en cosas diferentes y compartiendo con muchos colegas, aprendiendo unos de otros. En estos cinco años recibes mucha información, pero hasta que no pasan otros cinco años más, no lo has digerido. Hay que nutrirse más, viajar, ver exposiciones, ferias de arte... Yo intento hacerlo siempre que puedo. Tener esa experiencia para decir 'he visto esto'. Veo que la gente que empieza pintar aquí, lo está haciendo muy bien, pero que hace falta más formación. Si realmente quieres dedicarte a esto, Cádiz es muy pequeño.

-¿No descarta entonces marcharse de nuevo?

-Nunca. Lo que pasa es que estoy en una etapa de mi vida que necesito esta tranquilidad, de estar aquí con mi familia y mis amigos. -Un buen año para usted. Es también autor del cartel del Carnaval, por segunda vez además.

-La primera fue un cuadro que se expuso en la galería Benot y que compró el Ayuntamiento. En esta ocasión ha sido un concurso público, que me brindó la oportunidad de hacer el cartel que quería hacer. Para mí el Carnaval de Cádiz, aparte de ser un domingo de coros, de día, que ya representé en el primer cartel, es la noche. Pero no la del sábado de Carnaval y de botellón, sino la de salir a la calle a escuchar una chirigota a un tablao, ese ambiente de las agrupaciones cantando. Así que he aprovechado una vista desde mi casa de ahora de la Catedral, de noche, con la sombra de un hombre tocando el bombo proyectada en ella. Hay dos personajes tocando la guitarra y un fuego que representa la quema del dios Momo.

-¿Cree que son necesarios en Cádiz los espacios expositivos que tiene? ¿Están dotados de buenos contenidos?

-Hay muchos, muy dispersos y me consta que es muy difícil gestionarlos. No es gratis, necesitan un mantenimiento. Y cada exposición cuesta dinero, el transporte, los seguros, montaje, etc. A más espacios, más dinero. Pero se hace filigrana, también gracias a la voluntad de los artistas, que colaboran mucho. Cuando me han propuesto ir a Santa Catalina he ido encantado, pero siempre he traído yo mi obra, he colaborado. Cuando se plantea una exposición, el cien por cien debe partir de quien lo propone. Aunque todo sea dicho, me alegra de que haya espacios en la ciudad para exponer.

-¿Y qué opina de pagar por entrar en Santa Catalina, en caso de que se imponga finalmente?

-Los espacios públicos deben ser gratis. Si se proyecta un espacio público se debe asumir el mantenimiento y el coste. Para eso se pagan impuestos.

-¿Hace falta más apoyo por parte de las instituciones o los artistas deben buscarse más la vida?

-Los artistas no deben depender de nadie, ni de nada, ni de instituciones públicas. Yo nunca lo he hecho y siempre me ha ido bien. Nunca he tenido clientelismo con nadie, ni le debo nada a nadie. Agradecido sí, pero deber no.

-¿Qué espera de las nuevas tendencias de coworking o residencias de artistas que se están imponiendo? Vosotros trabajáis en ello desde Estudio 17.

-Nuestra iniciativa es privada totalmente. Pensamos que hace falta que venga más gente de fuera, porque, si no, somos siempre los mismos. En Santa Catalina hay microestudios que funcionan, y otras iniciativas en la ciudad.

-Os librásteis de la subida del IVA cultural.

-Pero en realidad es mentira. Los pintores pasamos de pagar un 8 a un 21, y lo bajaron a un 10, es decir, en la práctica me sube un dos. El problema de la pintura, en general, es que es un bien de última necesidad, y es lo último que se compra. Pero es una industria muy potente. Aunque no se debe permitir que uno pague un 4 por ciento y otro un 21. Tiene que ser algo global porque funcionamos en cadena. Si usted me compra el cuadro, yo consumo, compro material de trabajo. Si no, vamos cayendo uno a uno.

-¿Se va reactivando el arte?

-Me ha ido mejor antes. Pero no me quejo. A veces es cuestión de pensamiento colectivo. Hemos vivido en un pesimismo colectivo, e incluso con gente que sigue teniendo lo mismo de antes, pero se ha contagiado y no gasta. Estaremos de acuerdo que los bares están llenos de gente quejándose. Pero es hora de quitarnos la mochila del pesimismo. Vivimos en una sociedad de consumo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios