Las prisas son malas consejeras

El firme de la plaza de San Juan de Dios presenta demasiados desperfectos La afortunada reforma integral del céntrico recinto se ejecutó hace apenas dos años

Las prisas son malas consejeras

19 de enero 2014 - 01:00

Los últimos años de historia de esta ciudad han sido especialmente intensos en lo que se refiere a mejoras urbanísticas en la trama urbana. Se ha reformado gran parte del viario, con más calles peatonales, con nuevas avenidas, con nuevos paseos marítimos. Se han arreglado fincas y puesto en marcha espacios públicos dedicados al ocio y al descanso. Incluso la iniciativa privada ha ejecutado proyectos de mejora ciudadana. Todo ello puede gustar más o menos, dependiendo del modelo de ciudad que cada uno pueda tener o de la capacidad de analizar la ciudad desde la objetividad y no desde la ideología. Pero más allá de todo ello existe una realidad, que es el propio mantenimiento de lo ejecutado por unos y otros.

Diario de Cádiz abre ahora una ventana para asomarnos, con visión crítica, a esta realidad y trasladar los defectos que se van acumulando en nuestras calles, responsabilidad de públicos y privados.

Nuestro recorrido lo iniciamos a pie de Redacción, en la misma plaza de San Juan de Dios. Degradada durante años, el recinto, que raramente ha actuado como el kilómetro cero que es de la ciudad, experimentó una radical y afortunada reforma hace dos años. Nació un espacio abierto para los ciudadanos, con un diseño afortunado, incluso con fuentes cuyas aguas luchan por regar el firme los días de viento. De lo realizado, sólo quedó pendiente una mayor implicación de la hostelería privada, pues aún permanecen cerrados algunos locales, y una necesaria reflexión sobre el paso del tráfico rodado que rompe en dos la plaza.

Pero a ello se le está uniendo el cada vez más evidente deterioro del firme de la plaza. Agobiada por el inicio de los eventos del Bicentenario los trabajos de reforma se concluyeron deprisa y corriendo, apenas unas horas antes del 19 de marzo de 2012. Y las prisas, como ya se sabe, son malas consejeras hasta el punto que cada día se vislumbran los nefastos efectos de ésta. Los adoquines mal instalados, y cada vez más hundidos, son evidentes en las inmediaciones de la calle Nueva, así como los bolos blancos situados en una parte de la calzada, muchos de ellos ya dañados y casi todos ennegrecidos. Las grandes losas de granito igualmente sufren una erosión en sus extremos nada lógica para una obra concluida hace apenas dos años. El paso de los coches provoca, además, daños en toda la calzada que desluce el conjunto.

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