Pleno de Investidura de Kichi | La contracrónica

Un sábado cualquiera en Cádiz

  • El abrazo de Kichi con su madre y el recuerdo a su padre es casi el único momento emotivo en una jornada mucho más burocrática que la de hace cuatro años

Kichi recibe el cariño de su pareja Teresa Rodríguez, que porta a Aurora, la hija de ambos.

Kichi recibe el cariño de su pareja Teresa Rodríguez, que porta a Aurora, la hija de ambos. / Joaquín Hernández Kiki

Un sábado menos emocional y más burocrático. Hace cuatro años en el Pleno de Investidura del Ayuntamiento de Cádiz se iba a vivir algo histórico, un cambio en la Alcaldía tras 20 años de Teófila Martínez. Había nervios en los que entraba y también en los que salían. Todo el mundo se agrupaba por colores para estar lo más juntos posibles antes de entrar en el Salón de Plenos. En la calle había una marea de personas que querían asistir a ese cambio. Lo de ayer, siendo un día igualmente importante, fue todo mucho más normal, como un sábado cualquiera.

Claro que se repitió la escena mesiánica de José María González 'Kichi' sosteniendo el bastón de mando con sus dos manos y ofreciéndoselo al pueblo que desde abajo lo vitoreaba. Pero incluso esta escena estuvo a punto de no producirse porque al principio el ambiente abajo tampoco era demasiado grande. Cuando lo extraordinario se puede convertir en rutina, puede pasar eso.

Un sábado de ausencias y también de nuevas presencias, y no nos referimos sólo a los concejales. En el fortísimo abrazo emocionado de Milagros Santos con su hijo hubo un recuerdo muy especial a alguien que estaba hace cuatro años siguiendo desde la tele esta investidura, José María González Taboas, padre del alcalde, fallecido durante el mandato recién acabado. Pero la familia también ha crecido estos años y por un lado se podía ver y escuchar en algunos momentos a Aurora en manos de su madre Teresa Rodríguez, la parlamentaria andaluza y pareja del alcalde, nacida hace apenas unos meses. O Martín Vila jr., que entró en el Salón de Plenos en brazos de su padre y que después ya vivió toda la sesión con su madre Fátima Jiménez.

Es una Corporación con muchas caras nuevas y, por lo tanto, otras tantas que se despiden. Ayer estuvieron prácticamente todos, pero se echó en falta al que fue candidato a la Alcaldía por el PSOE, Fran González, que ha renunciado a recibir su acta; José Blas Fernández, que ha sido el concejal que se ha llevado más tiempo con 36 años de permanencia; o los dos ediles de Ciudadanos y que se pasaron al grupo no adscrito, Juan Manuel Pérez Dorao y María Fernández-Trujillo.

Dentro de los contrastes, el ex alcalde Carlos Díaz sí estuvo para saludar a José María González antes de comenzar el Pleno, aunque después no se pudo quedar al acto de investidura por un compromiso familiar, mientras que Teófila Martínez no estuvo físicamente pero sí en el discurso de su sucesor JuanchoOrtiz.

Estuvieron, por otra parte, el diputado Juan Antonio Delgado, y la parlamentaria andaluza, Ángela Aguilera, ambos de Unidas Podemos.

Menos simbolismo

Lo simbólico este sábado ha estado mucho más tamizado. Nada de pancartas y banderas sobre los escaños en el equipo de Gobierno como hicieron hace cuatro años. Alguna presencia más de chaquetas en los miembros de Adelante Cádiz. Kichi, por ejemplo, tiró de una americana informal, una camisa y unos vaqueros cuando hace cuatro años recibió el bastón de mando en mangas de camisa. No obstante, no se puso la chaqueta y corbata que le hemos visto lucir en numerosas ocasiones para determinados actos institucionales.

Al José María González ‘Kichi’ de hace cuatro años se le veía en la cara la responsabilidad del momento, los nervios a flor de piel, el peso del cargo que iba a recibir en unos minutos, el destino de toda una ciudad. Este sábado seguro que la responsabilidad es la misma, pero lo coge con el pecho endurecido por las batallas, sabiendo a lo que se enfrenta, como el padre al que le llega el segundo hijo y que ya lo coge entrenado.

Kichi ha llegado este sábado alrededor de las diez y cuarto de la mañana al Ayuntamiento y ha hecho el recorrido desde su casa en La Viña acompañado de algunos amigos. En el Consistorio ha vivido los momentos previos al inicio del pleno en Alcaldía y los despachos anexos, donde con su pareja han estado alimentando a su pequeña Aurora.

Ha sido un pleno en el que la mesa de edad la han conformado la edil de Ciudadanos Carmen Fidalgo y por la de Adelante Cádiz Lola Cazalilla. Hace cuatro años había más distancia entre el casi eterno José Blas Fernández y una jovencísima María Romay. Ha llamado la atención el cariñoso abrazo que ha ido dando a cada uno de los miembros de la corporación la concejal de Ciudadanos cuando se les entregaba la medalla y la insignia municipal una vez que juraban y prometían sus cargos.

En esta ocasión hasta en eso ha habido menos variedad. El “juro” con la fórmula tradicional en Partido Popular y Ciudadanos al “prometo” del PSOE y la variante de Adelante Cádiz, con su promesa de trabajar “por una sociedad más libre, igualitaria y justa”. Dentro de este grupo, estuvo otra modalidad con los ediles de Ganar Cádiz en el que metieron “la obligación legal de acatar la Constitución”.

Los despistes

Aquí ya empezaron las anécdotas, con una Mara Rodríguez que se dio la vuelta tras prometer su cargo y se iba al escaño sin recoger la medalla y la insignia. Cuando se dio cuenta del error, con mucho arte se volvió de nuevo y acabó con un saludo casi torero. En esas mismas circunstancias también se vio posteriormente Lucrecia Valverde, edil de Ciudadanos.

También hubo baile de crucifijo. Los de Adelante Cádiz no lo tuvieron ni tampoco los del PSOE, mientras que en el PP sí juraron sus cargos con él delante. Lucrecia Valverde lo solicitó pero como no tardaban en ponerlo, decidió tirar para adelante.

En esta Corporación novedosa estaba la presencia de Nuria Álvarez en el Partido Popular, que ha obligado a un cambio en el Salón de Plenos para eliminar las barreras, ya que esta edil se tiene que desplazar en una silla de ruedas. De hecho, en el lugar en el que tradicionalmente se ha sentado el portavoz del Partido Popular, ahora se ha ampliado el hueco y se ha adaptado para que esta mujer pueda participar en los plenos.

Con las votaciones de Adelante Cádiz y ante la falta de una mayoría absoluta, se ha proclamado alcalde a Kichi al ser la lista más votada en las municipales. El PSOE fue el único que no presentó su candidatura porque no quería arriesgarse a que los otros dos partidos de la oposición le votaran y cambiaran el resultado de las urnas. Tras la proclamación del alcalde, ha llegado un sonoro y prolongado aplauso.

Ha sido un pleno donde los portavoces han mostrado algunas pinceladas de por dónde pueden ir los tiros. Una petición al consenso de Ciudadanos, una oposición “leal” con la ciudad que ha llamado el PSOE, un discurso más agresivo del Partido Popular y con referencias a Teófila Martínez, y uno del alcalde enumerando los logros del pasado para mirar al futuro. En esto también era inevitable la comparación con lo que ocurrió hace cuatro años. Esta vez no hubo carta a los reyes magos ni PGOUen seis meses. La experiencia ya es un grado. Pero también la solemnidad de entonces chocó con un menos emocional discurso leído a veces con demasiada prisa por el alcalde.

Sin foto de nuevo

Una vez que concluyó formalmente la sesión, tampoco ha habido foto de toda la Corporación. No la hubo hace cuatro años, donde la tensión se cortaba en el ambiente, pero tampoco ha ocurrido en esta ocasión cuando todo parecía estar más relajado. De hecho, hubo tímidos intentos de realizarla por parte del equipo del alcalde, pero no hubo finalmente demasiado interés de unos y otros.

Abrazos y más abrazos de familiares, de los otros concejales e incluso de los adversarios políticos. Una intervención en la televisión pública y otra ante el resto de los medios en el que el propio Kichi dijo que una de las cosas que más le había impresionado desde el sillón del alcalde era ver la bancada de la izquierda llena desde el principio hasta el final. No en vano suman 13 concejales.

A partir de ahí una primera decisión de no asomarse al balcón municipal y sí hablar abajo con la gente. Después cambió de opinión y ofreció el bastón de mando desde arriba mientras que era aclamado por los ciudadanos que se fueron incorporando a lo largo de la mañana, aunque nada que ver con la marea de hace cuatro años. Poco antes, el PP pudo salir esta vez con tranquilidad del Ayuntamiento. Y, finalmente, un reencuentro con los ciudadanos en la plaza de San Juan de Dios que lo fueron abrazando, aunque algunos animalistas le reprocharon que se vaya a exterminar palomas para controlar su población.

En este día de menos emociones, iba a llegar después el descanso del guerrero, ya que el alcalde iba a almorzar con el resto de los concejales que han salido, con sus asesores y familiares en un restaurante de la plaza de San Agustín. Ahí se dejó llevar por la emoción y por la tarde se arrancó con una guitarra a cantar por Carnavales. Kichi en pura esencia.

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